Amantes de la Lluvia. . . Es la lluvia... Solamente la lluvia- está lloviendo, llueve... sigue
lloviendo... mi vida... tu vida es otra con la lluvia... nos apretujamos aún más en las mañanas... entre luna y sol la tentadora piel se
estira y gime, no queremos saber de la calle ni del tráfico, ni de la congestión de
las gentes esclavas y apuradas. Tintinean levemente las gotas de la lluvia acariciando los cristales fríos- como un niño, yo me acuno entre
tu sueño y mi deseo. ¡Nada como dormir
despiertos, burlar el tedio de amanecer al vulgar trabajo diario gravitando somnolientos entre el sexo
alborotado y el deber! ...mientras afuera llueve, aprieto mi cuerpo a tu hermosura, derrochando
alboradas de ternura. Finges dormitar en quieta espera, presientes mi caudal de besos, te deslizas, puro instinto, a la llama de mi regio despertar... tus
muslos relajados, abierta a mi esperanza, audaz, felina en
tu selva de sábanas sedosas... ¡corre
el néctar de los dioses sobre la tibia camada de tu piel!
Cómo es de hermoso ver caer
la lluvia mientras resbalan las sedas de la entrega- llenos de espasmos infinitos... asediados por el profundo deseo de querer, se abren las ventanas de todas
nuestras venas para ver llover desde nuestra única
e íntima confianza. Así quiero la lluvia, cuando
pueda beberla de tu piel. Así quiero la lluvia... cuando amanezca y llenos de retozos dormidos, apretemos
el cerco del deseo.. y...mientras llueve- ¡Que
llueva siempre! -cerrados los balcones de tus ojos, te dobles de ternura y te me entregues, mientras llueve, mientras llueve.
Nuestro
ayer de lluvia La lluvia... Mientras cae, pienso
en cabelleras mojadas, en ayeres contra el viento, en ti esperando mi
llegada furtiva cuando éramos esquinas y rincones- te recuerdo
poblada de frío, flotabas al viento, eras el viento... te llamaba la lluvia su novia. Llorabas en aquellos días y llovía y tenías las largas pestañas dormidas... me amabas y te desleías en el ensueño gris de la llovizna. ¿Qué será de nosotros? ¿A dónde iremos? Una cierta pena te agotaba... Te cubría bajo la lluvia con mis brazos mojados y caminabamos
enamorados bajo la lluvia bajo la lluvia bajo
la lluvia ¡Nosotros siempre caminamos bajo la lluvia!
¿Recuerdas la lluvia
en Santafé de Bogotá?
Allí llueve por llover, es parte de ser- llovía más cuando era niño, cuando aún no habías nacido... contigo llegó
algo de sol, me lo contaron... fue más tibia la aurora desde el día en que naciste. Allí
sigue lloviendo, y aquí, y en todas partes nunca deja de llover. Por ello no recuerdo sino adioses y
ventanas con marco de neblinas y un aletear de despedidas sobre panoramas de pañuelos y de chalinas
negras y paraguas como cuervos, ¡grandes cuervos siniestros poenianos!
Allí llueve aún...¡cómo llueve allí! talvez llueve como acá, pero es diferente- allí llueve con amor, llueve con un calor
sensual de ruana y pañolón... es la lluvia tibia y sola de
nuestra tierra buena. Ver llover allí es querer copular al ritmo del viento y de la lluvia, es querer escapar tras las cortinas bajo una suerte de tibiezas y de almohadas mirando las cimas encrespadas
de neblina dibujadas sobre el cielo gris de la sabana. Cuando regreso de mi viajero mundo llevo el sol para el instante del encuentro... ¡pero
siempre llueve cuando me voy...! ¡Cómo es de triste la lluvia en tierra ajena...! Algún
día veré llover de nuevo el cielo de mi tierra adormecida escampando bajo un alero en alguna esquina
antigua de alguna calle señorial de nuestro viejo Santafé de Bogotá.
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IX EL HURACÁN Andrew, 8/25/1992 ***** Amor... Llueve en Miami. Tú sabes cómo llueve aquí, cómo
nos llena de terror la noche, de un sentirse lejos, demasiado lejos de todo lo querido... ¿Recuerdas, amor? Fue hace tiempo, pero
fue ayer... y es hoy y lo será mañana- la
tromba aquella, la noche larga, la tempestuosa noche larga. ¡Oh!, la huella amarga de los míseros contornos andreanos. Bajo la noche rueda la triste humanidad hacia el turbio azul del golfo marinero.
LLOVÍA
EN AQUEL ADIÓS La lluvia. Es la misma en toda latitud del alma. Siempre la misma que vuelve para otro olvido en otro tiempo de cadencia nueva, turbia y sola. La lluvia...
Pero si cabe toda en la palma de la
mano- toda la lluvia del mundo es una sola gota que corre y se pierde en la mar... ¡Oh!
la lluvia de mi huída, la de
aquel camino de viajes extranjero, el apurar de la sangre, el peso de las horas, el llanto aquel de fugitivo, el último viento sabanero, la fiebre del viaje peregrino... ¡Oh! la lluvia pertinaz de aquel
ocaso ... caminando, volando, soñando por
la orilla de un río de encuentros con
el ancho arcano.... mientras llovía y llovía, y llovía... Talvez
quiera ver llover de nuevo sentado
a sus orillas, sin recuerdos de exilio, sin ausencias... tal vez quiera escuchar la campanada desa hora caminante que me llevó tan lejos ¡tan lejos! de
mi patria colombiana.
ESCRIBIENDO LA LLUVIA Carlos Garrido Chalén Tumbes. Perú Agosto 8, 2008 Hace algún tiempo se publicó en Chile una Antología con 90
poetas que escribían sobre la lluvia. Unas adjudicándoles la ensoñación de la muerte, la lluvia
que escurre y socava la tierra, que oculta la luz, y horada la piedra; otras la maternidad de la lluvia, el agua que da de
beber a la tierra y limpia el aire, hace crecer las plantas, y acuna, como una madre la leche dadora de los ríos y
lagos del planeta; y entonces, es mujer, dando belleza a las sombras y haciendo renacer todos los recuerdos. Y para otras,
la lluvia fue un pretexto para evocar pueblos y lugares, sucesos significativos, plasmándolos en estampas poéticas,
que hasta ahora se recuerdan: Yolanda Lagos, nos habló de Quemchi bajo la lluvia afanosa. María León
de El Ingenio con su lluvia matapajaritos. Melania
Tello nos llevó a Londres en un estremecedor poema mojado por el agua del invierno. ElsieWood evocó los cielos
de Ancud. María Inés Fernández nos llevó sin pasaje a París bajo un paraguas rojo. Mery
Coloane viajó a su ciudad natal en plena lluvia vestida de cometa. Nelly Cid nos mostró sus tierras del sur
y Teresa Calderón le cantó con dolor a la lluvia y a los muertos de Piragua. Y así como ellas, muchos
poetas le han escrito a esa agua viva que monda los trigales. Como ahora lo hace ese gigante de la poesía continental
que es el colombiano Joseph
Berolo en su "Cómo llueve amor... como llueve", con el que nos propone, desde la equidistancia luminosa de su poesía magistral,
una manera distinta de ver la lluvia que tintinea los cristales fríos, en circunstancias que él, como un niño
se acuna entre el sueño y el deseo (Amantes de la lluvia) mientras afuera llueve y su amada finge dormitar en quieta
espera, presiente su caudal de besos y se desliza, puro instinto, a la llama de su regio despertar y en su selva de sábanas
sedosas vibra la vida. Joseph puede decirse entonces,
que nos propone una manera distinta de concebir la lluvia, cuando cae y piensa en cabelleras mojadas, en ayeres contra el
viento, "en ti esperando mi llegada furtiva/cuando éramos esquinas y rincones"; en la lluvia de Santa Fe
de Bogotá en donde "llueve por llover". "Allí llueve aún...¡cómo llueve allí!/talvez
llueve como acá, pero es diferente-/allí llueve con amor,/llueve con un calor sensual/ de ruana y pañolón.../es
la lluvia tibia y sola/de nuestra tierra buena./- Ver llover allí es querer copular/al ritmo del viento y de la lluvia,/es
querer escapar tras las cortinas/bajo una suerte de tibiezas/ y de almohadas mirando/las cimas encrespadas de neblina/dibujadas
sobre el cielo gris de la sabana/". Por eso será
que cuando regresa de su viajero mundo lleva consigo el sol para el instante del encuentro y siempre llueve cuando se va.
Y ha visto tantas lluvias, los cuchillos de lluvia de la mar, hojas afiladas de ventisca trasladando las sombras al tenebroso
ulular de las mareas ("alli las rocas se aman con la lluvia/dibujando besos de algarena/con los altos pinceles/ de las
nobles palmeras caribeñas. Y también he visto llorar, si,/llorar la lluvia sobre las fosas. No.Tú no
lo sabes/ No has visto llorar la lluvia en los cementerios... ¿Cómo lloraba la lluvia aquella funeral/en los
esteros de los resecos llanos/ cavando la fosa de la abuela!"). Genial es por eso su mirada en otros cielos: "Tú y yo... hemos visto llover en Manhattan.../esa
lluvia ácida que cruje en los elevados,/ que se aplasta en las aceras,/ contra el rostro helado,/que corroe,/que calcina,/se
pierde bajo las alcantarillas,/turbia,/melaza de letrina/hacia los negros socavones/ de la ciudad de piedra.../y nosotros
queriendo huir/buscando nuestra propia estancia,/la del sur andina amarilla, azul y roja,/ la de rústicas aldeas campesinas./
¡Cómo es de triste ver llover en New York!/Huíamos... hacia Queens, hacia Flushing,/hacia nuestra madre
buena cuidadora de sueños/esperando aferrada a los criastales/huíamos por entre los tristes elevados, hacia
otras sendas, hacia otras lluvias,/hacia otras lluvias,/hacia otras lluvias./¡Oh la bestia enorme,/el acero, las cavernas,/
la soledad de la manada!".
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TE AMARÉ MIENTRAS LLUEVA
Que no deje de llover... no hasta que no te encuentre para
poderte querer. Que no deje de llover... y mientras llueve correr la suerte de adorarte- apuraremos el
mejor licor, la ciudad se apagará bajo la lluvia, correrán nuestros ardores por el interior de
la ventana de la alcoba... al fondo nuestro mejor bolero hará eco en los poros de tu piel, vibrarás
jadeando de la espera, secaré tu cabellera desteñida, te sacaré tu traje mojado y tu sostén
apretado y convertiré la lluvia, el huracán, la tempestad en suave brisa, como la lluvia, como la lluvia... ...nuestra lluvia- y no pensarás en nada, nada más allá de nuestra
entrega; vibrarás bacante, asombrada de besos y tumulto y llamarada... mientras llueve, amor, mientras llueve, mientras llueve...
¡Cómo es de triste ver llover en New York!
DE
ISLAS Y ORILLAS DE LLUVIA***** He
visto llover sobre las islas, Islas
verdes, Islas rojas, Islas cárcelIslas roca, solo viento, solo espacio... (pero si la tierra toda es Isla) Llueve igual en todas las islas, llueve con ritmo de tamboras, quejidos de palmeras vencidas y un apurarse alborotado de húmedas isleñas cimbreantes. Ellas van de lluvia y ansias llenas meneando sus glorias tropicales panal de prodigiosas mieles, retozan
gravitantes a la sombra verde y rosa de los grandes flamboyanes. Bajo la seca palmacaña de los
tristes rancheríos abanican las dulces isleñas su sexo de mar y de oleaje. Islas, lluvia y viento, olor salino de buganvilla, danzón de peces azorados, vibración de playas, retozar aletargado, vaivén de cumbias, rasgar doliente de viejas tonadas sanjuaneras.
Allí la
lluvia viaja en marejadas blancas besando con lujuria
la silueta temblorosa de pálidos amantes abrazados
en la arena bajo la frondosa mata de sus negras cabelleras despeinadas. ¡Oh
las Islas! balcones verdes al silencio nocturnal de las marinas, sensuales, misteriosas, vudú, santería, talladas van por el ósculo lunar de las mareas.
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LLOVÍA BAJO OTROS CIELOS Tú y yo...hemos visto llover en Manhattan... esa lluvia ácida que cruje en los elevados, que se aplasta en las aceras, contra el rostro helado, que
corroe, que calcina, se pierde bajo las alcantarillas, turbia, melaza de letrina hacia los negros socavones de la ciudad de piedra... y nosotros queriendo huir buscando nuestra propia estancia, la del sur andina amarilla,
azul y roja, la de rústicas aldeas campesinas.
Huíamos... hacia Queens,
hacia Flushing, hacia nuestra madre buena cuidadora de sueños esperando aferrada a los cristales... huíamos
por entre los tristes elevados, hacia otras sendas, hacia otras lluvias, hacia otras lluvias, hacia otras
lluvias. ¡Oh! la bestia enorme, el acero, las cavernas, la soledad de la manada.
LLUVIA EN CAMPO SANTO He visto tantas lluvias; los
cuchillos de lluvia de la mar, hojas afiladas de ventisca taladrando las sombras al tenebroso ulular de las mareas... allí las rocas se aman con la lluvia dibujando
besos de algarena con los altos pinceles de las nobles palmeras caribeñas.
También
he visto llorar, sí, llorar la lluvia sobre las
fosas... No. Tú no lo sabes. No has visto llorar la lluvia
en los cementerios... ¡Cómo lloraba la lluvia aquella funeral en
los esteros de los resecos llanos cavando la fosa de la abuela!
¡Como llueve Amor ¡Como llueve!
CUANDO ME VAYA, LA LLUVIA... Un día cualquiera moriré, talvez en tierra ajena ... y estará lloviendo, estoy seguro, porque no me iré mientras no esté lloviendo... moriré cuando revienten truenos y estallen rayos, y llueva como llueve ahora... será de repente, talvez esté profundamente triste, talvez me hayas dejado de querer... y lloverá terriblemente, con un caudal enorme haciendo hueco y río y catarata en mis ojeras- ¡Será un profundo abismo el día en que me muera! Quizá no te hayas ido y podamos amarnos una vez más, una vez más bajo la lluvia...
Y NO DEJARÁ
DE LLOVER Será nuestra heredad la lluvia, la semblanza de
auroras migrantes, el recuerdo de este viaje largo por las rutas del
sueño caminante, el rictus del éxtasis de todas las entregas... ...y será siempre la lluvia, la húmeda huella, lluvia
ajena, lluvia del destierro- será la tempestad, el viento hostil, la lengua extraña, mis hermanos de
todos los exilios... y Tú, y Yo, los que añorando patria surquemos de regreso este largo trecho amargo de playas casquivanas. Un día lloverá de nuevo y estaremos
bajo nuestro propio cielo, (Dios lo quiera)- escampando bajo un alero noble en alguna esquina antigua de alguna calle señorial de nuestro viejo Santafé de Bogotá. Y será
por fin nuestra lluvia, nuestra propia lluvia. ¡Algún día
lloverá en mi última mañana... ¿O, será en un atardecer?
Querido
Joseph cuanta pasión en tiempos de lluvia cuando el amor se hace mas intimo entre dos amantes cuando el
frio arrecia y nos acercamos y nos sentimos mas juntos... Me quedo fascinada con la lectura gracias
por compartir poeta.
Lilian Viacava Embajadora de Paz - UruguayCercle Universel des Ambassaduers de la Paix France
& Suisse * Embajadora Naciones Unidas de las Letras Gestora Cultural nSemillas de Juventud Siglo XXI
MENSAJES
AL POETA DE LA LLUVIA Gotas De Amor Al Poeta De La Lluvia Ernesto
Kahan Israel Llueve, Llueve, llueve, las gotas caen en mi jardín, el sudor solitario se redime,
mis lágrimas se confunden con el cielo gris y una nueva flor emerge. Joseph amigo, recibe una flor perfumada de amistad. Julia Maria Ortiz Morales Chile ¡La lluvia!...
Esta tarde, sudorosa de lamentos, me ha tornado, en un torrente grande que no para y sigue, y sigue... hasta apenas pulsar
estas palabras... Estos versos, son más que un todo, es un idioma grande, engalanado de catedrales. Por Diosssss!!!!!!!,
son versos majestuosos...Duelen, gritan dentro de uno, y mojan el alma, eso...Lo más importante... Mojan el alma...Un
verso que no moja el alma, versos que no estremecen, le falta mucho para ser poesía... Bendito el amor de su alma,
bendita su mujer amada que es y ha sido reina, con estos versos regalada... Esa es la coronación de las mujeres amadas por un poeta. Benditos los lugares que sus ojos de
poeta han tocado... Y que ignoran son poesía. Un abrazo emocionado para Joseph, desde el alma, y para todos mis hermanos. María del Pilar Casas Miami, Fla. Joseph
Berolo el poeta del amor, que deja volar su pluma bañada no solo de tinta, sino de nostalgias envueltas en nuevos amaneceres
y torrentes de inspiración que dá sentido a las letras y lo cubre todo de grandeza y verdadero gusto por aquello
que jamás podrá acabar... ¡La Poesía! Felicitaciones amigo poeta, tus palabras marcan la ruta de
quienes aunque partan un día.. ¡Siempre se quedan! Yirka
Fuentes Bello España Tus versos acarician los oídos...devuelven la esperanza a los amantes dormidos....endulzan
la vida...dentro, muy dentro, en lo más profundo de las almas desdichadas, cae una lluvia de sueños, de dulzura
de placeres, de ilusiones que un día quedaron ahogadas por una lluvia destructora de lágrimas por desamores....¡Bravo
mi Poeta de la Lluvia!... siempre te he dicho que eres todo un corazón parlanchín con su pluma que enamora. Arminda Amalia Ciucio Argentina Es una obra
definitiva donde la belleza alcanza los fulgores de una joya, milagro de una alquimia profunda y misteriosa. Una poesía
donde la hondura del pensamiento logra contenerse en imágenes de ajustada y sorpresiva belleza. Bajo la admirable forma poética de Joseph Berolo late su corazón
al compás de la vida. Sus versos son suspiros, son lágrimas..., son ritmos dulce y románticos... Norberto Pannone Argentina Me envuelve
una agreste nostalgia tu poesía y el vino se convierte para arder en mi garganta y aplacar en su sopor este nudo que
burila tu verso. Querido amigo Joseph, sinceramente,
me duele la distancia que me impide llegar para darte un abrazo de hermano y de poeta. Te felicito de todo corazón. Elvira Sevillano Marco Argentina En tus versos,
la lluvia cae gota a gota y como enjambre de amor llega y me toca. Bebo de ella y viajo a las imágenes que con poesía
les supiste dar. El amor y la lluvia intemporales regalan sensaciones en tus versos, como para vivir la fantasía de
estar acompañada en soledad. Elizabeth Leyva
Rivera México ¡Cómo llueve! tambien en mi país, ¡Como llueve y lo gozo!. Porque
el cielo limpia y purifica tu mundo y el mio. ¡Y
Seguirá Lloviendo! Esta lluvia es presagio de
ventura de auroras diamantinas, bellos amaneceres. Es
lluvia que purifica pueblos recordándonos viajes
placenteros, de compañías amantes. Y es entrega de amor que compartimos con la lluvia de antaño y sus tristezas ¡lluvia, fiel compañera! Lluvia algunas veces hostil, junto
a idiomas extraños del exilio los tuyos y los
míos. Esa lluvia que añora a nuestra
patria invitando a un regreso no lejano de playas que extrañamos. Llueve a diario en el llanto que juntos derramamos ¡DIOS LO QUIERE! unidos en plegaria, en
tu calle o en mi esquina. Tu viejo Santafé me
está esperando mi México querido por
ti espera, y es la misma lluvia. ¡Gózalo y ama!
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