VII ¡Oh
tierra de Koyaanisqatsi! Presiente
la mortal llamada del
Kremlin a la Casa Blanca, el
veredicto del último cónclave de ministros y lacayos, cardenales, ayatolas, sultanes y rabies... el grito de yihad, el arrebato de fatwa, el tenebroso aullido del Saudita renegado. ¡Koyaanisqatsi! En candentes espasmos holocausticos, los titánicos corceles arrogantes de la Nasa... vuelan hacia los despeñaderos espaciales. Challengers, Columbias, Arianes, Titanes y Soyuz circundan el anillo de la tierra en Arcas nuevas de majestuosa hechura...
¡Vuelo estéril!
Viajan los hijos de Koyaanisqatsi hacia regiones sepulcrales tras la mesiánica esperanza de procrear semblanzas nuevas en el lácteo seno de otros mundos sin esta geografía de chacales.
¡Vuelo estéril!
Un día saltarán ciclónicos los racimos megatónicos en nítido hongo nuclear de las entrañas
ucranianas y los silos
cataclismos de Utah... ¡Desmantelamiento! clama el Poeta... ¡Armamentismo! Los Hijos de Koyaanisqatsi...
En el piélago circunvalante de la noche larga de Koyaanisqatsi, armado de pluma, de antorcha y adarga, de oda,
soneto, pasión
y esperanza, el Poeta llevaba la vida en la diestra, ¡Koyaanisqatsi, la muerte!
¡Koyaanisqatsi! ¡Koyaanisqatsi! ¡Koyaanisqatsi! ¡Koyaanisqatsi ***** VII
Habló el Poeta... Presintió El Terror... Morir en Cuba pensarán los mercenarios de la Angola. Los maldecidos escorpiones de Gadhafi dispararán la última ráfaga
vengativa hacia las
sombras cargadas de elefantes. Los
errantes partisanos de Kandahar exhalarán
el último suspiro en el seno del Soviet. Se fundirán en la lava de los ríos Vietnam y Kampuchea. En el golfo bullente de la Persia se unirá la sangre del Irán con los huesos calcinados del Iraq. De Arabia se abrirán los caudales profundos del petróleo, y en la negra roja marejada, un trillón de moribundas maquinarias tendrán por combustión la furiosa
llamarada de todos
los oleoductos de la tierra. Arderán
las Torres del Imperio en
la Furia mortal de la Venganza y
el Terror será bandera de suicidas en vuelo hacia su gloria de Yihad.
¡Koyaanisqatsi!
Una ciega estampida
de narcómanos querrá consumirse bajo el polvo blanco en los últimos quebrantos de la coca mientras se funden en monolítica babel todos los monumentos terrenales con el Viajero en órbita neptunal. ¡Ya marchan por el orbe calcinados los
hijos de Koyaanisqatsi! ¡Ya
marchan en hongo nuclear los hijos de Koyaanisqatsi!
¡Crece! ¡Crece Koyaanisqatsi!
¡Ya marchan los hijos de Koyaanisqatsi en el espasmo apocalíptico de las Naciones Unidas en la Nada!
¡Koyaanisqatsi! ¡Koyaanisqatsi! ¡Koyaanisqatsi! ¡Koyaanisqatsi! ***** IX
¡Son largos los caminos
del Poeta! Viene de la noche
larga de Koyaanisqatsi, el
metafísico holocausto la
cósmica pira funeraria el
hongo letal el vórtice
negro galaxial de los protones. Viene
el Poeta de un sueño mortal de pesadillas siniestras por los negros confines de la misma Nada. Viene de Koyaanisqatsi apretando la Vida, sus hijos sus nietos, su gente sus rojas cerezas de ensueño, su amor su delirio promesero
y profundo.... ¡Son
largos los caminos del Poeta...! Por
todos sus rumbos el Poeta bebía su copa... en el fondo del ánfora jamás agotada vigilaban las sombras, la guerra, el asalto, el exilio, la bomba, la
droga y el crujiente doliente estertor de la muerte. ¡Son largos los caminos del Poeta! Una tarde marcharon las Furias pisoteando sus versos, maltratando su aurora, desafiando su grito, rechazando su causa, arrollando sus hijos, burlando su gesta... ¡Una tarde llegó Koyaanisqatsi! Laberinto rugiente de viento en tornado. el Poeta veía del cosmos la hoguera, sus caminos turbados, los ojos quebrados, la voz derrotada, el cuerpo doblado- ¡El Poeta veía del cosmos la hoguera...! ¡Koyaanisqatsi reía y reía
y reía! En el piélago circunvalante de la noche larga de Koyaanisqatsi, armado de pluma, de antorcha y adarga, de oda, soneto, pasión y esperanza,
el Poeta llevaba la vida
en la diestra, ¡Koyaanisqatsi,
la muerte!
¡Koyaanisqatsi! ¡Koyaanisqatsi! ¡Koyaanisqatsi! ¡Koyaanisqatsi! ***** X Habló el Poeta... ¡No es la hora de Koyaanisqatsi!
¡No ha llegado la noche abismal de los protones! (En el último horizonte del Poeta brillaba un sol de amor sobre la tétrica silueta del presentido horror) Del Rock al ritmo se mecen en la tarde los coliseos todos de la tierra. Acoderan en puertos remotos viejos cargueros... los hambrientos etiopianos llevan pan de hermanos amasado en mil conciertos vivos de melenudos gringos, britanos, latinos y afroamericanos... ¡Paz y Amor! ¡Millones verdes! ¡África! África llora de alegría ¡Redención!
¡Muerte, Koyaanisqatsi!
Una niña negra
reflejada en el cristal de
la Bahía en Nueva York fabricaba
sueños en cadena ... en
San Francisco, un infante rubio, sonreía.. .¡Manos
a través de América! ¡Paz
y Amor! Sin color y sin fronteras... ¡Pobres
niños huérfanos! Oscuros
residentes de sórdidos
refugios malolientes, ¡Pan
y abrigo hallaban en nobles hogares patriarcales!
¡Redención! ¡Muerte, Koyaanisqatsi!
En el plano de una fiera madrugada novembrina brotaron los infiernos de las cumbres andinas en el Ruiz... un millón de manos peregrinas arrancaban de las sangrantes grietas en las calles armerianas los resucitados febriles, alucinantes de la helada noche larga de la parca colombiana. ¡Redención! ¡Muerte, Koyaanisqatsi! Imploraban
silencio las cuadrillas sobre
la ruina sísmica de la tierra mexicana; en cuna de piedra reclamando su aurora resucitaban los hijos de la tempestad de piedra. ¡Oh! La ironía de la furia pompeyana... ¡Nacían en el mismo instante de
la muerte subterránea!
¡Redención! ¡Muerte, Koyaanisqatsi!
En el pálido mundo
de las gélidas regiones siberianas, un hombre de finas manos largas trasplantaba milagros a los huesos radioactivos de los hijos de Chernóbil; respiraba la muerte mientras otorgaba la vida...
¡Redención! ¡Muerte, Koyaanisqatsi!
Por las calles de Calcuta,
doblada mansamente sobre el
erial humano, apestoso, delirante, llagado, tuberculoso, administraba ungüentos la maternal Teresa de los desdichados
¡Redención! ¡Muerte, Koyaanisqatsi! En los tugurios urbanos, en los guetos sin mañanas, en las míseras cloacas de las sordas metrópolis sin
alma, los pastores
sociales sacuden de sus sueños fantasmales en su fétida camada de concreto a los ciegos trashumantes del opio, los embrutecidos de la coca, los restos epilépticos del bazuco, los trémulos hijos de las anfetaminas -sus entumidos pies, sus alargadas manos, la febril cabeza, el desarrapado cuerpo, el corazón llagado, pasan de la piedra por almohada en fiero despoblado al caro abrigo de los viejos legionarios compasivos.
¡Redención! ¡Muerte, Koyaanisqatsi! Por los caminos del Poeta se acuñan rublos, marcos, liras, dólares, francos, pesos y pesetas- La
cansada estirpe de añosos poderes coloniales invierte millones remordidos en el vientre seco, estéril de todos los explotados de los viejos continentes exprimidos.
¡Redención! ¡Muerte, Koyaanisqatsi! ¡Son largos los caminos del Poeta...! Una sombra larga pasa- sombra de fugitivos, los sin nombre ni apellido, los pobres de los altivos Andes, los topos del Hueco, los espaldas mojadas del Río Grande, los sin mañana de la nueva América- arrastrando van cadenas de miseria por la arena de fuego del desierto- La Patrulla fronteriza espera. De repente, el clamor de las conciencias- Cristianos, Evangelistas, Anglicanos, Bautistas y Judíos, desafiaban al estado... ¡Asilo para los despojados! proclamaba la grey. ¡Santuario a pesar de la ley!
¡Redención! ¡Muerte, Koyaanisqatsi! ¡Redención!
¡Muerte Koyaanisqatsi! ¡Muerte Koyaanisqatsi! ***** ¡Koyaanisqatsi! ¡Koyaanisqatsi! ¡Koyaanisqatsi! ¡Koyaanisqatsi!
Vamos Poetas! Vamos a redimir la raza humana...
¡Antes de que triunfe Koyaanisqatsi
Siglo XXI! ¡Vamos Poetas! Vamos a redimir la raza humana... ¡Que cesen los lamentos solitarios! ¡Que se escuche unísono el Poema Libertario! Que parta ya la cabalgata de Poetas por la ruta trazada por los Dioses y las Musas desde su anclaje en la cima de los siglos... !Antes que llegue Koyaanisqatsi! !Antes que llegue Koyaanisqatsi!
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