CONTENIDO CONSOLIDADO DIA DEL PADRE 2020
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Abuelo
ABUELO - POEMA DEL MAESTRO PEDRO
VARGAS ALVAREZ ACTOR Y DECLAMADOR COLOMBIANO
Siguiendo su consejo para el regreso,
llegué al Mirador de La Calera. Me previno, eso sí, de la neblina. Esa neblina fúnebre que
baja de la cordillera y que persiste como persisten las balas y la miseria sobre la ciudad atormentada y tenaz en su
empeño de crecer bajo la sombra de la guerra que ronda los caminos de la patria. Quiso el abuelo que viera a Bogotá
desde la altura de sus cerros, como él lo hacía desde el balcón de sus madrugadas de
patriarca alejado del mundo citadino. "Ve allí y retrata su paisaje de penas , respira su esencia sabanera, ora
como ora todo colombiano por la paz de las conciencias, llena tus pulmones del viento bogotano, y deja que
sabanera acaricie tus mejillas y pinte tu rostro de colores vivos, renovados, y renueve tu alma de viajero
para el regreso a la patria. Entona tu cuerpo con el beso de amor de tu ciudad nativa... así podrás regresar
a tu Hueco en Miami con pasaje de regreso--que sin venir a querer a nuestro Bogotá, así, como te pido que lo
hagas, habrá de borrarse y perderse de tu memoria cuando sin llevarte algo suyo pierdas la razón
y destruyas la esperanza de volver para habitarla eternamente. Promesa Cumplida. Abuelo Miami
Enero 9 del año 2000
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VISITA A MI PADRE A mi padre, José Manuel Agustín, recordando la efemérides
de su nacimiento. Con devoción. In memoriam. ADRIAM ESCUDERO Ayer
no había podido ir a visitarlos. Estaban juntos como en la vida. El hueco de la Esperanza los tenía juntos.
Papá y mamá. Pero hoy pensaba especialmente en
él. Era su aniversario. Porque ayer, que no había podido ir (venir) a visitarlo, al menos lo homenajeó
en plena Feria del Libro de su ciudad plantada a orillas de la Laguna Setúbal, muy cerca de la confluencia de los ríos
Salado y Paraná. Feria librera anual donde presentaba su cuarto libro de cuentos: El Emperador ha muerto; vaya título,
y dedicándole el relato aquél, "Adiós al amigo", donde disfrutaba de un helado de vainilla
frente a la Costanera Este, el último día del verano. Su padre y el verano eran lo mismo o la misma cosa. Auto, nafta, Rocío (hija) que llama. Necesita apoyo, y Teresita (esposa) se queda.
Tiene que ir solo. Auto limpio. Auto con olor a menta o, mejor, a jazmín. Solo. Visita a Lar de Paz. Visita a su padre.
(A su también, tierna y generosa madre). Pero hoy era su día. El de papá. Alguien dirá, visitarás
a los restos de tu (del) viejo, muchacho. Pero es que si "donde hubo fuego, cenizas quedan", que más propicio
tal aserto para el caso. Calle Obispo Gelabert y Crespo (el
Obispo), Avda. Urquiza (el Federal), Calle Santiago del Estero (Santiago apóstol), Calle Rivadavia (el Bernardino,
invasor), enlace con Aristóbulo, Aristóbulo del Valle (el Radical). Siempre hacia el norte. Desvío por
Aldao (Ricardo Aldao, el Gobernador) para empalmar luego con un giro y dos cuadras antes, con Hernandarias: padre adoptivo
y consentido, don Antonio (confesión: no le gusta que le digan "don", porque aún siendo español,
le suena ya como muy "feudal"; pero yo le explico que en estas tierras, el "don" es otra cosa, es un apreciativo
afectuoso, un sustantivo que denota tiernamente a una persona mayor, sin decirle viejo, porque "viejos son los trapos")...
Luego, comentario con él de los actos de la Feria del Libro (acotándole la ausencia imprevista, por razones
políticas, quizás, de las dos librerías más importantes de Santa Fe) y selección de dos
artículos periodísticos para pasar en limpio y remitir luego al vespertino local. Luego, despedida. El viejo lo llama "hijo". Pero no es su padre. El verdadero está
allá. Y Más Allá. Toma Hernandarias y nuevamente Aristóbulo, cruce con Galicia (ah, maravilloso
paraíso de Santiago de Compostela), rumbo a la ruta de Altos del Valle, camino a Monte Vera, ciudad. Desvío.
Rotonda. El cielo celeste. Luminoso. El verano sin nubes y con un sol arrasador. Rotonda. Doblar. Elegir. A la derecha, Ángel
Gallardo (El Irigoyenista y su localidad santafesina, del Departamento La Capital, sobre Ruta Provincial 4). Rotonda. A la
izquierda, Lar de Paz. A 800 ms. A la izquierda. Un trecho que deja atrás una verdulería al por mayor muy visitada.
Luego, a la derecha. No hay izquierda sin derecha ni derecha sin izquierda. El tránsito mueve autos y políticos. Ahora sí: Lar de Paz. Arribo. Flores. No hay flores. Hubiera deseado ofrecerle un
ramo de fresias, clavelinas y conejitos, sus flores preferidas en primavera. Pero no hay flores. Aunque sea primavera. El
mes de su nacimiento. Ayer, el día de su nacimiento. Y cuando se fue, era verano. Era el estío. Diciembre. La
pucha, tenía solo 62 años. Pero una vida ruda y servicial atravesada por el cigarrillo y el alcohol. No había
tanta ciencia sicológica en aquellos tiempos. Y quién lo pensaría. Él, preparador técnico
de farmacia. Conocía de qué se trataba, y sin embargo... ¿No se cuidó? ¿Podía hacerlo?
El sueldo nunca alcanzaba. Y tres hijos lanzados a carreras universitarias. Tiempos en que los viejos pensaban, soñaban
con "M´hijo, el Doctor". Pero los nervios (el stress decimos ahora) del trabajo, del sindicato, de la política
y del comedor escolar de "la Arzeno"... Diálogo
con el vendedor. Sol luminoso. Sobre marrón A4 con relatos breves para pa. Este se llama Pájaros. Cuenta del
amor de ambos por esa creación que recrea la vida y se junta con el horizonte para ofrecérsela, alborada tras
alboradas, al Autor de la vida. Le gusta llevar a su humus los escritos que elabora. No todos. Algunos. Hoy no hay flores.
Ahhh, qué sorpresa, muchacho. No hay flores. Su vendedor ha dado cerrada la venta. No importa, fabricará un
ramo con el olor a jazmín pegado a su cuerpo desde el habitáculo de su auto limpio, recién lavado y lustrado,
con olor a menta o, mejor, a jazmín precisamente, recortando cada hoja de aquel otro relato dedicado llamado... Pájaros.
Y que también llevaba como espiritual regalo hasta su placa granítica y grabada con su nombre en bronce. No te pongas celosa mamá. Se parte y comparte. Pájaros o la historia de un
obrero de la construcción que, trabajando en las alturas como tales, se cayó del andamio justo el día
del cobro de su quincena, y cuyo cuerpo nadie pudo encontrar; porque ellos, los gorriones de lo Alto, como ángeles
de Dios se lo habían llevado en celestial vuelo. Ya está
listo. El ramo. El ramo fabricado con uno de los dos relatos que le había traído. El Niño del Mar se
le quedó apretado en uno de los entre brazos mientras hacía añicos las alas del llamado Pájaros:
ese cuento que sabría volar como las aves desde la tumba al Cielo. Un ramo de flores pergeñado con ojos de cuento.
Y cuerpo de tinta y papel. Con ese olor agridulce a la savia del capuz de un árbol, de sus venas y de su sangre. De
su corteza. Camina. Son apenas hasta... Solo veinte metros desde
el camino donde estacionara ya dentro del cementerio reverdecido. El solar tiene nombre. Solar de los Recuerdos. Camina. No
puede evitar un mareo intentando llegar hasta el lugar donde... Alrededor, las tumbas sin flores pedían las suyas...
Se disculpó. No habría para todos. Y ahí están: mamá y papá. El bronce reluce con
aquel sol tibio atravesando de perfil los pinos que circundan el camposanto. Sol de tardecita húmeda. Viva. Se detiene.
Hola pa, hola ma. Oraciones. El gesto adusto. Tiembla. Luego... Y
esparce como pétalos los retazos de las hojas de papel recortado y entintado. Las esparce sobre la tumba doble. Mamá
también podrá leerlo. Sonríe. Todavía es un niño travieso. El que se cayó de un
árbol y se asomó a los dientes de la boca de la Muerte. Y supo que estaba vivo. Todo cambió desde aquel
día. Las travesuras también. Más controladas y supervisadas. Ahora,
de súbito, es como si se hubiera nublado. Como si cayeran finas gotas de lluvia sobre el ramo de flores de papel con
olor a menta, o mejor a jazmín. Las fresias, clavelinas y conejitos, habrían sido más vistosas. Pero...
el jazmín. Qué profundo olor a alma pura. Reza de nuevo. El olor a jazmín tiene un raro olor como a madera
quemada, a incienso, vaya a saber de dónde. Sigue rezando. Por su padre, un lejano setiembre inaugurado a la existencia,
y en diciembre, nacido a un Cielo redivivo. Pero hoy no es diciembre.
Es día 20 y de setiembre. Brindo por ayer, dijo. Ayer hubiera cumplido los 89 como los que tiene el Antonio, su amigo,
el gran poeta y periodista andaluz. Y también por su madre nacida en marzo y un enero cercano al mismo Cielo y rediviva,
recostada con él en el mismo reposo hondo y terráqueo. Cuando
se levanta, casi tambaleante y luego de apoyar sus manos sobre el suelo verde para acariciar, por última vez, las doradas
placas mortuorias que tallan los nombres de sus padres, deja de ser niño. El niño travieso. El niño del
mar. El sol sigue suspendido en lo alto. Había sido su alma la tarde nublada, y, la lluvia, el rocío de su llanto
leve y aleteante. Como el de un pájaro...
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Robles fueron ...Cuando levanto mis ojos hacia
el horizonte de la vida, siempre veo dibujada sobre el amplio panorama del recuerdo. la imagen de mis antepasados,
mis padres, mis abuelos...sus hermanos... robles precursores de mi vida, seres nobles y generosos, raíces de tantas
vidas, referente de tanta historia. Cuando levanto mis ojos hacia el horizonte de la vida, veo abierto el libro de su historia
y la releo y siento palpitar en cada línea. su alma y su legado de pioneros de mi propia vida. Cuando levanto
los ojos hacia el horizonte de la vida, contemplo el paisaje desdibujado por el tiempo, de ese tiempo suyo que los vio nacer,
y el rápido pasar de su existencia, sin haber podido comprender el por qué no estuvimos siempre prestos a compartir
sus agonias. ¡Oh Dios! Creador de toda vida! Cuán lejos estuvimos de ser su apoyo y su consuelo. Imperiosa
necesidad es la mía para poder vivir en paz, de recordarlos y decirles lo que siento en esta lejanía donde
me habita la tristeza de su ausencia, la falta de su abrazo, el calor de sus manos trabajadoras, creativas, generosas
y gentiles que laboraron en todos los eriales del Señor y construyeron su haber humano y espiritual con honor y con
nobleza. Me queda solamente creer en renovadas huertas y esperar que en mis hijos y los hijos de sus hijos, continúe
el legado de esos robles que nos precedieron y dejaron sembrados en nuestras vidas sus valores, su fortaleza y su grandeza
espiritual.
Una guitarra con eco campesino
suena en algún lugar de la comarca. Quiero creer que la rasga la nostalgia, y con sus cuerdas, construir un puente
y cruzar el mar de olvido que nos separa, y llegar a sus remotos puertos y allí, al pie de la ventana de sus nidos,
entonar la serenata debida a la eternidad de los viejos robles y al futuro de los nuevos. Joseph Berolo
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Desde Colombia, desde la Luna Chía, como suelo llamar esta esquina de mi sufrida patria
donde habitan los recuerdos que agigantan mi soledad- con la esperanza de llenarla con un poco, solo un poquito de alegría,
mientras llega la hora de un posible encuentro.Joseph
Por la ruta de pinos
y el marco de la cordillera empotrada sobre la sabana, la ventisca de la Autopista del Norte desbordada de inquietudes rodantes, llegué a visitar al Abuelo dormido bajo la lápida que
le hiciera la conciencia de su socio marmolero. Alli, bajo la pertinaz llovizna, me instalé
con paciencia de visitante deseoso de ser atendido largamente - la colcha verde de pasto tupido y maquillado
que cubre su lecho eterno,me sirvió de asiento-- imaginé estar en su estudio de Normandía,
tomando café a punto, como él decia-de acabar con nuestros problemas-sin llorar por fuera, reclamé
su descuido y falta de vigilancia ante los vándalos que sin su permisoSe roban los jacintos y las azaleas, las rosas y los claveles, y se fuman el
Piel Roja que le deja prendido la Abuela para que nunca olvide la causa de su partida.
La noche coqueteaba con
el alba en un retazo cristalino de la claraboya suspendida sobre mi lecho de visitante, escogido a mi gusto en
una de las doce habitaciones de la enorme casona de mi Abuelo. Es sábado- el último de este año
de 1999, día de mi regreso a Colombia, un año de haberse ido para la otra orilla, sin despedirse.
Despierto, escuchando el
silencio que se apoderó de su casa desde que se fue, se me antoja creer que el abuelo no está muerto y pronto
habrá de levantarse a recorrer sin ningún apuro, los largos y fríos corredores de su
casona- se ocupará en "calentar" el viejo Renault 4 de caprichoso y escandaloso arranque, para
mortificar a la Abuela y los hijos dormidos- luego, satisfecho de oír el motor apurado y arrítmico, se
irá a destapar la jaula de los canarios que cuelga de un árbol en el patio trasero, la limpiará y
regará alpiste por doquiera, y la tupirá con ramas de nabo fresco y colocará aquí y allá
una que otra tajada de ponqué Ramo mientras los incita a gorjear, con sus quiebros de fumador empedernido;
contento de oírlos y verlos revolotear alrededor de su pequeño hábitat, recogerá el Tiempo
que deja todos los días el voceador del barrio bajo la puerta del garaje-- de paso, no dejará de
hacerle muecas a su perro Runy compañero de travesuras que lo sigue a todas partes con curiosidad de amigo callado
que solo sabe mover la cola para decirle lo mucho que lo quiere. Runy, es testigo de su andanza matutina que siempre
termina en el desván del segundo piso de la casa en donde el abuelo se acomoda a tomarse el primer tinto de los muchos
que beberá más tarde, que él mismo prepara a lo paisa, en olla grande, agua bullente y buen
Excelso. Pegado al primer Pielroja de los sesenta diarios que se fuma,
ensartará coronillas de humo y las verá flotar y desaparecer, sentado en su desvencijado sillón
colocado en una esquina de su biblioteca, desde donde se divisan los cerros de oriente.. Monserrate .. La Calera.Contemplandolos... hoejará el Tiempo, se detendra a leer los
encabezados.. y discutirá como si
fuera con un visitante real, con el editot, las noticias que trae, y para comprobar que tiene razón,
prenderá su enorme TV Sony comprado en Panamá, sintonizado en Caracol y se dispondrá a discutir
una y otra otra vez, todos los pormenores de las noticias mientras mira de soslayo con ojos de espera de alguien, la
calle vacía todavía Como nada de lo narrado era cierto, me levanté, y pronto después, salí
de viaje a visitar al Abuelo en su nuevo feudo..., al norte de mi nostalgia -los Jardines del Recuerdo.
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De nuevo el camino sembrado de nostagia, bajo
la lluvia de recuerdos en el alma.. hacia algún pueblo cercano.Chía.. Cajicá-- Tabio quizá-- hoy,
la sabana está cubierta con un pañolón de angustias metereológicas, la noche es prematura,-Al igual que antes del viento y la lluvia y la ausencia, fueron
los recuerdos los dueños de este d+oa tan especial para quien como yo, vive en el aburrido exilio de Miami y
solo encuentra la Vida en el regreso a la tierra, así sea para cumplir con visitar a los los muertos. Es que en ellos.
está presente lo poco que nos queda de patria.
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La soledad visita el camposanto en este día
y el silencio aturde dispersándose por entre los caminitos de lápidas olvidadas. Cerca al recinto
del Abuelo, bajo el césped muerto, una loza quebrada evoca el abandono de los deudos de quien allí yace; un,
"nunca te olvidaremos" lanza lágrimas de mármol- mentirosa prolongación de un amor jurado,
enterrado en perspectiva vertical sobre la osamenta del olvidado. No así con el Abuelo. Dispuesto siempre está
con las más bellas flores- un arco iris de claveles colocado en un florero de marmol bien anclado, por
aquello del pillaje. Cumplí con las letanías y el rosario completo, y tras de largas discusiones y presentación
de problemas y traéme esto y llévame aquello, nos despedimos a eso del mediodía con un Hasta
Pronto, Abuelo. porque el Adiós ya no cabe entre nosotros.
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Siguiendo su consejo para el regreso,
llegué al Mirador de La Calera. Me previno, eso sí, de la neblina. Esa neblina fúnebre que
baja de la cordillera y que persiste como persisten las balas y la miseria sobre la ciudad atormentada y tenaz en su
empeño de crecer bajo la sombra de la guerra que ronda los caminos de la patria. Quiso el abuelo que viera a Bogotá
desde la altura de sus cerros, como él lo hacía desde el balcón de sus madrugadas de
patriarca alejado del mundo citadino. "Ve allí y retrata su paisaje de penas , respira su esencia sabanera, ora
como ora todo colombiano por la paz de las conciencias, llena tus pulmones del viento bogotano, y deja que
sabanera acaricie tus mejillas y pinte tu rostro de colores vivos, renovados, y renueve tu alma de viajero
para el regreso a la patria. Entona tu cuerpo con el beso de amor de tu ciudad nativa... así podrás regresar
a tu Hueco en Miami con pasaje de regreso--que sin venir a querer a nuestro Bogotá, así, como te pido que lo
hagas, habrá de borrarse y perderse de tu memoria cuando sin llevarte algo suyo pierdas la razón
y destruyas la esperanza de volver para habitarla eternamente. Promesa Cumplida. Abuelo Miami
Enero 9 del año 2000
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