la vida pastoril, la idealización
de la naturaleza, con hierbas y flores coloridas y sanas, el agua fresca y serena, el radiante amanecer, la alegre primavera,
etcétera. Los elementos del paisaje, sienten y se expresan en una animación y personificación constante,
por ejemplo, "Con mi llorar las piedras se enternecen...", "...las aves que me escuchan...". Frente a la poesía medieval, surge el antropocentrismo renacentista, centrado en los episodios de su vida personal.
En ellos alude a su Toledo natal, a su destierro en una isla del Danubio y en Italia, a sus actividades de guerrero y poeta,
entre otras.Hay en sus versos un ansia incontenible de apresar el tiempo, de hacer permanente lo fugaz y material.Según
el estudio realizado por Rafael Lapesa, podemos distinguir tres etapas en la obra de Garcilaso:La primera, es la castellana,
en la que su pluma compuso versos octosílabos. La segunda, etapa italiana o petrarquista, con notable influencia
de Francesco Petrarca, donde dedicó a su amada Isabel Freyre, la mayoría de sus sonetos y canciones. La
tercera, clasicista o napolitana, con aportes de los clásicos latinos y de poetas napolitanos, concibió elegías,
epístolas, églogas y odas. Su obra no vio la luz durante su vida. En el año 1543, bajo el
título "Las obras de Boscán y algunas de Garcilaso de la Vega".En 1569, se editó un tomo que
contenía solamente la obra de Garcilaso de la Vega.
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Garcilaso de la VegaNació en
Toledo, en el año 1501, emparentado con las familias patricias de los Pérez de Guzmán, Hurtado de Mendoza
y Santillana. 
Durante la campaña de Provenza, tuvo un accidente en un asalto a un castillo
francés que precipitó su muerte, a los treinta y tres años, el 19 de octubre de 1536. F
Garcilaso de la Vega - Poemas de Garcilaso de la Vega http://www.poemas-del-alma.com/garcilaso-de-la-vega.htm#block-bio#ixzz48Bzp0NkZ Fuente, Wilkipedia
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Aquella voluntad honesta y pura, ilustre y hermosísima María, que en mí de celebrar
tu hermosura, tu ingenio y tu valor estar solía, a despecho y pesar de la ventura que por otro camino
me desvía, está y estará en mí tanto clavada, cuanto del cuerpo el alma acompañada.
Y aún no se me figura que me toca aqueste oficio solamente en vida; mas con la lengua muerta y fría
en la boca pienso mover la voz a ti debida. Libre mi alma de su estrecha roca por el Estigio lago conducida, celebrándose irá, y aquel sonido hará parar las aguas del olvido.
Mas la fortuna, de
mi mal no harta, me aflige, y de un trabajo en otro lleva; ya de la patria, ya del bien me aparta; ya mi paciencia
en mil maneras prueba; y lo que siento más es que la carta donde mi pluma en tu alabanza mueva, poniendo
en su lugar cuidados vanos, me quita y me arrebata de las manos.
Pero por más que en mí su fuerza
pruebe no tomará mi corazón mudable; nunca dirán jamás que me remueve fortuna de
un estudio tan loable. Apolo y las hermanas todas nueve, me darán ocio y lengua con que hable lo menos
de lo que en tu ser cupiere; que esto será lo más que yo pudiere.
En tanto no te ofenda ni te
harte tratar del campo y soledad que amaste, ni desdeñes aquesta inculta parte de mi estilo, que en
algo ya estimaste. Entre las armas del sangriento Marte, do apenas hay quien su furor contraste, hurté
de tiempo aquesta breve suma, tomando, ora la espada, ora la pluma.
Aplica, pues, un rato los sentidos al bajo son de mi zampoña ruda, indigna de llegar a tus oídos, pues de ornamento y gracia va desnuda; mas a las veces son mejor oídos el puro ingenio y lengua casi muda, testigos limpios de ánimo inocente, que la curiosidad del elocuente.
Por aquesta razón de ti escuchado, aunque me falten otras, ser merezco. Lo que puedo te doy, y lo que he dado, con recibillo tú yo me enriquezco. De cuatro ninfas que del Tajo
amado salieron juntas a cantar me ofrezco: Filódoce, Dinámene y Climene, Nise, que en hermosura
par no tiene.
Cerca del Tajo en soledad amena de verdes sauces hay una espesura, toda de yedra revestida
y llena, que por el tronco va hasta la altura, y así la teje arriba y encadena, que el sol no halla
paso a la verdura; el agua baña el prado con sonido alegrando la vista y el oído.
Con tanta
mansedumbre el cristalino Tajo en aquella parte caminaba, que pudieran los ojos el camino determinar apenas
que llevaba. Peinando sus cabellos de oro fino, una ninfa del agua do moraba la cabeza sacó, y el prado
ameno vido de flores y de sombra lleno.
Movióla el sitio umbroso, el manso viento, el suave olor
de aquel florido suelo. Las aves en el fresco apartamiento vio descansar del trabajoso vuelo. Secaba entonces
el terreno aliento el sol subido en la mitad del cielo. En el silencio sólo se escuchaba un susurro
de abejas que sonaba.
Habiendo contemplado una gran pieza atentamente aquel lugar sombrío, somorgujó
de nuevo su cabeza, y al fondo se dejó calar del río. A sus hermanas a contar empieza del verde
sitio el agradable frío, y que vayan las ruega y amonesta allí con su labor a estar la siesta.
No perdió en esto mucho tiempo el ruego, que las tres de ellas su labor tomaron y en mirando de fuera,
vieron luego el prado, hacia el cual enderezaron. El agua clara con lascivo juego nadando dividieron y cortaron, hasta que el blanco pie tocó mojado, saliendo de la arena el verde prado.
Poniendo ya en lo enjuto
las pisadas, escurrieron del agua sus cabellos, los cuales esparciendo, cobijadas las hermosas espaldas fueron
de ellos. Luego sacando telas delicadas, que en delgadeza competían con ellos, en lo más escondido
se metieron, y a su labor atentas se pusieron.
Las telas eran hechas y tejidas del oro que el felice
Tajo envía, apurado después de bien cernidas las menudas arenas do se cría: y de las verdes
hojas reducidas en estambre sutil, cual convenía para seguir el delicado estilo del oro ya tirado en
rico hilo.
La delicada estambre era distinta de los colores que antes le habían dado con la fineza
de la varia tinta que se halla en las conchas del pescado. Tanto artificio muestra en lo que pinta y teje cada
Ninfa en su labrado, cuanto mostraron en sus tablas antes el celebrado Apeles y Timantes.
Filódoce,
que así de aquellas era llamada la mayor, con diestra mano tenía figurada la ribera de Estrimón,
de una parte el verde llano. y de otra el monte de aspereza fiera, pisado tarde o nunca de pie humano, donde
el amor movió con tanta gracia la dolorosa lengua del de Tracia.
Estaba figurada la hermosa Eurídice,
en el blanco pie mordida en la pequeña sierpe ponzoñosa entre la hierba y flores escondida; descolorida
estaba como rosa que ha sido fuera de sazón cogida, y el ánima los ojos ya volviendo, de su hermosa
carne despidiendo.
Figurado se vía extensamente el osado marido que bajaba al triste reino de
la oscura gente, y la mujer perdida recobraba; y cómo después de esto él, impaciente por
miralla de nuevo, la tornaba a perder otra vez, y del tirano se queja al monte solitario en vano.
Dinámene
no menos artificio mostraba en la labor que había tejido, pintando a Apolo en el robusto oficio de la
silvestre caza embebecido. Mudar luego le hace el ejercicio la vengativa mano de Cupido. que hizo a Apolo consumirse
en lloro después que le enclavó con punta de oro.
Dafne con el cabello suelto al viento, sin perdonar al blanco pie corria por áspero camino, tan sin tiento que Apolo en la pintura parecía
que, porque ella templase el movimiento, con menos ligereza la segura. El va siguiendo, y ella huye como
quien siente al pecho el odioso plomo.
Mas a la fin los brazos le crecían, y en sendos ramos vueltos
se mostraban. Y los cabellos. que vencer solían al oro fino, en hojas se tornaban; en torcidas raíces
se extendían los blancos pies, y en tierra se hincaban; llora el amante, y busca el ser primero, besando
y abrazando aquel madero.
Climene, llena de destreza y maña, el oro y las colores matizando iba,
de hayas una gran montaña, de robles y de peñas variando; un puerco entre ellas de braveza extraña, estaba los colmillos aguzando contra un mozo; no menos animoso, con su venablo en mano, que hermoso.
Tras esto el puerco allí se vía herido de aquel mancebo por su mal valiente, y el mozo en tierra
estaba ya tendido, abierto el pecho del rabioso diente; con el cabello de oro desparcido barriendo el suelo
miserablemente, las rosas blancas por alí sembradas tornaba con su sangre coloradas.
Adonis este
se mostraba que era, según se muestra Venus dolorida, que viendo la herida abierta y fiera, estaba sobre
él casi amortecida. Boca con boca coge la postrera parte del aire que solía dar vida al cuerpo,
por quien ella en este suelo aborrecido tuvo al alto cielo.
La blanca Nise no tomó a destajo de
los pasados casos la memoria y en la labor de su sutil trabajo no quiso entretejer antigua historia; antes
mostrando de su claro Tajo en su labor la celebrada gloria, lo figuró en la parte donde él baña la más felice tierra de la España.
Pintado el caudaloso río se vía, que en áspera
estrecheza reducido, un monte casi alrededor ceñía con ímpetu corriendo y con ruido; querer
cercallo todo parecía en su volver, mas era afán perdido; dejábase correr en fin derecho, contento de lo mucho que había hecho.
Estaba puesta en la sublime cumbre del monte, y desde allí
por él sembrada aquella ilustre y clara pesadumbre de antiguos edificios adornada. De allí con
agradable mansedumbre el Tajo va siguiendo su jornada, y regando los campos y arboledas con artificio de las
altas ruedas.
En la hermosa tela se veían entretejidas las silvestres diosas salir de la espesura,
y que venían todas a la ribera presurosas, en el semblante tristes, y traían cestillos blancos
de purpúreas rosas, las cuales esparciendo derramaban sobre una ninfa muerta, que lloraban,
Todas
con el cabello desparcido lloraban una ninfa delicada, cuya vida mostraba que había sido antes de tiempo
y casi en flor cortada. Cerca del agua en el lugar florido, estaba entre las hierbas degollada, cual queda
el blanco cisne cuando pierde la dulce vida entre la hierba verde.
Una de aquellas diosas, que en belleza, al parecer, a todas excedía, mostrando en el semblante la tristeza que del funesto y triste caso había apartado algún tanto, en la corteza de un álamo estas letras escribía como epitafio de la
ninfa bella, que hablaban así por parte de ella.
"Elisa soy, en cuyo nombre suena y se lamenta
el monte cavernoso, testigo del dolor y grave pena en que por mí se aflige Nemoroso, y llama ¡Elisa!...
¡Elisa! a boca llena responde el Tajo, y lleva presuroso al mar de Lusitania el nombre mío, donde
será escuchado, yo lo fío."
En fin en esta tela artificiosa toda la historia estaba figurada, que en aquella ribera deleitosa de Nemoroso fue tan celebrada; porque de todo aquesto y cada cosa estaba
Nise ya tan lnformada, que llorando el pastor, mil veces ella se enterneció escuchando su querella.
Y porque aqueste lamentable cuento no sólo entre las selvas se contase, mas dentro de las ondas sentimiento con la noticia desto se mostrase, quiso que de su tela el argumento la bella ninfa muerta señalase y
así se publicase de uno en uno por el húmedo reino de Neptuno.
Destas historias tales variadas eran las telas de las cuatro hermanas, las cuales con colores matizadas claras y luces de las sombras vanas, mostraban a los ojos relevadas las cosas y figuras que eran llanas, tanto, que al parecer el cuerpo vano pudiera
ser tomado con la mano.
Los rayos ya del sol se trastornaban, escondiendo su luz al mundo cara tras altos
montes, y a la luna daban lugar para mostrar su blanca cara; los peces a menudo ya saltaban, con la cola azotando
el agua clara, cuando las Ninfas, la labor dejando, hacia el agua se fueron paseando.
En las templadas
ondas ya metidos tenían los pies, y reclinar querían los blancos cuerpos, cuando sus oídos fueron de dos zampoñas que tañían suave y dulcemente, detenidos; tanto, que sin mudarse las
oían, y al son de las zampoñas escuchaban dos pastores a veces que cantaban.
Más
claro cada vez el son se oía, de los pastores, que venían cantando tras el ganado, que también
venía por aquel verde soto caminando; y a la majada, ya pasado el día, recogido le llevan, alegrando las verdes selvas con el son suave haciendo su trabajo menos grave.
Tirreno de estos dos el uno era, Alcino el otro, entrambos estimados, y sobre cuantos pacen la ribera del Tajo con sus vacas enseñados; mancebos de una edad, de una manera a cantar juntamente aparejados y a responder, aquesto van diciendo, cantando
el uno, el otro respondiendo.
TIRRENO
Flérida, para mi dulce y sabrosa más que la
fruta del cercado ajeno, más blanca que la leche, y más hermosa que el prado por abril de flores lleno: si tú respondes pura y amorosa al verdadero amor de tu Tirreno, a mi majada arribarás primero que el cielo nos muestre su lucero.
ALCINO
Hermosa Filis, siempre yo te sea amargo al gusto más
que la retama, y de ti despojado yo me vea, cual queda el tronco de su verde rama, si más que yo el
murciélago desea la oscuridad, ni más la luz desama, por ver ya el fin de un término tamaño de este día; para mí mayor que un año.
TIRRENO
Cual suele acompañada de
su bando aparecer la dulce primavera, cuando Favonio y Céfiro soplando al campo toman su beldad primera, y van artificiosos esmaltando de rojo, azul y blanco la ribera, en tal manera a mi Flérida mía viniendo, reverdece mi alegría.
ALClNO
¿Ves el furor del animoso viento embravecido
en la fragosa sierra que los antiguos robles ciento a ciento, y los pinos altísimos atierra, y de tanto
destrozo aún no contento, al espantoso mar mueve la guerra? Pequeña es esta furia, comparada a
la de Filis, con Alcino airada.
TIRRENO
El blanco trigo multiplica y crece produce el campo en
abundancia y tierno pasto al ganado; el verde monte ofrece a las fieras salvajes su gobierno-, a do quiera
me miro, me parece que derrama la copia todo el cuerno; mas todo se convertirá en abrojos, si de ello
aparta Flérida sus ojos.
ALCINO
De la esterilidad es oprimido el monte, el campo, el soto
y el ganado; la malicia del aire corrompido hace morir la yerba mal su grado; las aves ven su descubierto nido, que ya de verdes hojas fue cercado; pero si Fllis por aqui tornare, hará reverdecer cuanto mirare.
TIRRENO
El álamo de Alcides escogido fue siempre, y el laurel del rojo Apolo; de la hermosa
Venus fue tenido en precio y en estima el mirto solo; el verde sauce de Flérida es querido, y por suyo
entre todos escogiólo: doquiera que de hoy más sauces se hallen, el álamo, el laurel y el mirto
callen.
ALCINO
El fresno por la selva en hermosura sabemos ya que sobre todos vaya, y en aspereza
y monte de espesura se aventaja la verde y alta haya; mas el que la beldad de tu figura, donde quiera mirando,
Filis, haya, al fresno y a la haya en su aspereza confesará que vence tu belleza.
Esto cantó
Tirreno, y esto Alcino le respondió; y habiendo ya acabado el dulce son, siguieron su camino con paso
un poco más apresurado. Siendo a las ninfas ya el rumor vecino, juntas se arrojan por el agua a nado; y de la blanca espuma que movieron, las cristalinas ondas se cubrieron. ÉGLOGA III - TIRRENO ALCINO - Poemas de Garcilaso de la Vega http://www.poemas-del-alma.com/egloga-iii-tirreno-alcino.htm#ixzz48C8D8lLw
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Fuente . TODO TEXTO SUBRAYADO ES VINCULO AL
TEMA DE SU ENCABEZAMIENTO
CERVANTES Y SHAKESPEARE, QUIJOTISMO Y OTRAS LECTURAS Garcilaso de la Vega !HAMLET HA MUERTO! ¡QUE VIVA HAMLET!
COPLAS Nadi
puede ser dichoso, señora,
ni desdichado, sino
que os haya mirado. Porque la gloria de veros en ese punto se quita que se piensa en mereceros. Así que, sin conoceros, nadi puede ser dichoso, señora, ni desdichado, sino que os haya mirado.
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Soneto II En
fin, a vuestras manos he venido, do
sé que he de morir tan apretado, que aun aliviar con quejas mi cuidado, como remedio, me es ya defendido;
mi vida no sé en qué se ha sostenido, si no es en haber sido yo guardado para que sólo en mí fuese probado cuanto corta una espada en un rendido.
Mis lágrimas han sido derramadas donde la sequedad y la aspereza dieron mal fruto dellas y mi suerte:
¡basten las que por vos tengo lloradas; no os venguéis más de mí
con mi flaqueza; allá
os vengad, señora, con mi muerte!
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Si a vuestra voluntad yo soy de cera, y por sol tengo sólo vuestra vista, la cual a quien no inflama o no conquista con su mirar, es de sentido fuera;
¿de do viene una cosa, que, si fuera menos veces de mí probada y vista, según parece que a razón resista, a mi sentido mismo no creyera?
Y es que yo soy de lejos inflamado de vuestra ardiente vista y encendido tanto, que en vida me sostengo apenas;
mas si de cerca soy acometido de vuestros ojos, luego siento helado cuajárseme la sangre por las venas.
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Estoy continuo en lágrimas bañado, rompiendo el aire siempre con sospiros; y más me duele el no osar deciros que he llegado por vos a tal estado;
que viéndome do estoy, y lo que he andado por el camino estrecho de seguiros, si me quiero tornar para huiros, desmayo, viendo atrás lo que he dejado;
y si quiero subir a la alta cumbre, a cada paso espántanme en la vía, ejemplos tristes de los que han caído.
sobre todo, me falta ya la lumbre de la esperanza, con que andar solía por la oscura región de vuestro olvido.
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Siento el dolor menguarme poco a poco, no porque ser le sienta más sencillo, más fallece el sentir para sentillo, después que de sentillo estoy tan loco.
Ni en sello pienso que en locura toco, antes voy tan ufano con oíllo, que no dejaré el sello y el sufrillo, que si dejo de sello, el seso apoco.
Todo me empece, el seso y la locura; prívame éste de sí por ser tan mío; mátame estotra por ser yo tan suyo.
Parecerá a la gente desvarío preciarme de este mal, do me destruyo: y lo tengo por única ventura.
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Echado está por tierra el fundamento que mi vivir cansado sostenía. ¡Oh cuánto bien se acaba en solo
un día! ¡Oh
cuántas esperanzas lleva el viento!
¡Oh
cuán ocioso está mi pensamiento cuando se ocupa en bien de cosa mía! A mi esperanza, así como a baldía, mil veces la castiga mi tormento.
Las más veces me entrego, otras resisto con tal furor, con una fuerza nueva, que un monte puesto encima rompería.
Aquéste es el deseo que me lleva, a que desee tornar a ver un día a quien fuera mejor nunca haber visto. SONETO XXVI -
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Aquella voluntad honesta y pura, ilustre y hermosísima María, que en mí de celebrar tu hermosura, tu ingenio y tu valor estar solía, a despecho y pesar de la ventura que por otro camino me desvía, está y estará en mí tanto
clavada, cuanto del
cuerpo el alma acompañada.
Y aún no
se me figura que me toca aqueste
oficio solamente en vida; mas
con la lengua muerta y fría en la boca pienso mover la voz a ti debida. Libre mi alma de su estrecha roca por el Estigio lago conducida, celebrándose irá, y aquel sonido hará parar las aguas del olvido.
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Mas la fortuna, de mi mal no harta, me aflige, y de un trabajo en otro lleva; ya de la patria, ya del bien me aparta; ya mi paciencia en mil maneras prueba; y lo que siento más es que la carta donde mi pluma en tu alabanza mueva, poniendo en su lugar cuidados vanos, me quita y me arrebata de las manos.
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Y aún no se me figura que me toca aqueste oficio solamente en vida; mas con la lengua muerta y fría en la
boca pienso mover la
voz a ti debida. Libre
mi alma de su estrecha roca por
el Estigio lago conducida, celebrándose
irá, y aquel sonido hará
parar las aguas del olvido.
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Aplica, pues, un rato los sentidos al bajo son de mi zampoña ruda, indigna de llegar a tus oídos, pues de ornamento y gracia va desnuda; mas a las veces son mejor oídos el puro ingenio y lengua casi muda, testigos limpios de ánimo inocente, que la curiosidad del elocuente.
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Por aquesta razón de ti escuchado, aunque me falten otras, ser merezco. Lo que puedo te doy, y lo que he dado, con recibillo tú yo me enriquezco. De cuatro ninfas que del Tajo amado salieron juntas a cantar me ofrezco: Filódoce, Dinámene y Climene, Nise, que en hermosura par no tiene.
Fue Caballero, a la vez, de Carlos I y del
Duque de Alba, viajando con ambos como guerrero y embajador, por España, Italia y Francia.Se casó en 1525 con
Isabel de Zúñiga, quien falleció en 1534.En 1529, viajó a Italia acompañando a Carlos I,
quien sería coronado Emperador por el Papa Clemente VII.Regresó a España, pero fue castigado con el destierro
en una isla del Danubio, por haber concurrido a la celebración del casamiento de su sobrino, enemigo de la Corona,
sin consentimiento imperial.En 1532 dejó el Danubio y se dirigió a Nápoles.Su obra fue breve como su
vida y está compuesta por:* Una epístola, dirigida a su amigo Boscán.* Dos elegías: una dedicada
al hijo del Duque de Alba, Don Bernardo deToledo,fallecido prematuramente en la guerra, y la otra, a Isabel Freyre,una dama
portuguesa por la que sintió un gran amor, no correspondido.* Tres églogas.* Cinco canciones, en las cuales
cultivó el endecasílabo italiano, como ensus otros poemas.* Treinta y ocho sonetos.*
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