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Desde la Giralda- Hoy Colombia se la Juega Toda

Suspendido de una corniza, en un hiato del tiempo, trepado en mi ambición de Quijote, voy buscando los caminos de la Giralda. Vengo de un viaje en un reino violento colgado en su tiempo de una estrella caida sobre el pilar de otra veleta, la de la fortuna colombiana. Hoy, remata Colombia con la guerra, el artificio de la conquista que allá lograsen los de acá. Es claro y distinto mi hablar desde aquí al oido de mis amigos al otro lado del Gualdaquivir, muy, muy al otro lado, más alla del gran charco, para contarles de esto tan grande que se siente al escuchar las campanas en lo alto de la Giralda dar la media noche en Sevilla, y correr tras de una sombra que parece amiga, que invita a viajar con el eco de las campanas prendido a los talones, las honduras de Placentines, huéspedde Abu Yacub Yusuf el invasor musulmán que aún parece habitar su majestuosa obra, La Giralda, y velar su portento cabalgando sus alturas como dueño y señor de todos los alcázares del reino

En Sevilla, Granada, Toledo, Córdoba, Valencia, Salamanca, cuna del pensamiento, si no se siente lo que se ve, no se es, ni se está, ni se es de este mundo. Nada extraño entonces, este sentir que me embarga, de ser un rio de esquinas renacentistas y de carámbolas jugadas con estrellas, cúpulas y cupulines, y de ser una gran veleta y estar ahí, en la Plaza de San Francisco, convertido en paso de Corpus Christi, girando, girando al curso de los vientos mediterráneos, convertido definitivamente en el menor de los Giraldillos.

Puentes, piedra, balcón almenar, curul -- aqui se teje la vida con los hilos invisibles de un pasado visible, con atrevimientos de plexiglass, entre bastiones del siglo XIII y los arcos plásticos de milenio naciente tan vistosos en la Plaza de Armas. Por estos rincones, en Canalejas, por los lados de Aguiar y San Laureano, hacia la Isla de la Cartuja, se amalgaman en el cerebro las imágenes de mundos que, para saberlos y sentirlos, toca llegar con el corazón. Por Narciso Bonaplata, y Puerta de San Juan hasta Patos de Sevilla, se descorren apretados los cortinajes de muchas otras calles sobre el amplio bulevar de Torneo que le robara el nombre al Guadalquivir.

Es que el río se basta solo, no tiene sino que estar alli, correr con esas aguas puras que vienen de las sierras, burladas por la quilla de las tres caravelas. ¿ Qué más se puede decir del Guadalquivir -- basta descubrir un puente a Arjona, sabor que puede uno toparse con Colón paseando sus orillas, en reposo, entre conquista y conquista, saboreando su gloria y sus grandes tristezas . El rio sigue impasible, a sus aguas corré la sangre de los toros mezclada con los toreros, desde la Catedral del Toreo, siempre supo de Belmonte, conoció la estampa larga y triste de Manolete, la arrogancia de El Cordobes y compañía, todos dormidos sobre sus capas aún tendidas sobre las espadas. Asi corre el Guadalquivir, el Gran Río bordeando Las Delicias, el Parlamento Socialista, los cipreses y las grasolenas, los Pinsapos, -- en las noches, bajo los arcos de los puentes, entre techos, almenas y el misterio pétreo de las murallas, merodéan los marsupiales rescatando a Sevilla de las hordas de mosquitos invasores, posiblemente musulmanes.

Prado de San Sebastián. Autobús C2 a la Cartuja, último domingo de Mayo.La brisa en fuga que aún regala el Gran Rio, acaricia la frente sudorosa -- es un beso amoroso desprendido de las sierras, tendido sobre el Valle del Guadalquivir que se estira soberano y apacible en su letargo dominguero. Pienso en el Bogotá, nuestro "río", turbio, reducido a cañería, inducido a la muerte de roca del Salto...alla, en mi Sabana amada de Bogotá, hoy, 26 de Mayo,día de elecciones, el día en el que " Colombia detiene su Aliento" (Diario de Sevilla). Aquí, igual, se detiene el mío para orar: "Dios Salve a Colombia".

¡Oh Sevilla! que ordenada, que limpia y que tan señora...es ella de un caminar pausado pero animoso, altivo, aún en su modestia-- que no tiene que exigir respeto, que su señorío le asoma a la cara incluso cuando te manda a la m.... con gracia y acento e irrespeto aceptado. (Avenida Felipe II-- Capitanía General, Esquina de Portugal)







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