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Joyas para una tiara chbicha

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 Cecilia Lamprea de Guzmán recrea en su obra "Joyas de una Tiara Chibcha", fina poesía de profundo contenido, la existencia divina y humana del Dios Creador del Universo en su proyección cósmica en los dioses que asentaban sus reales dominios en la región cundiboyacense y más allá en las incógnitas latitudes del mundo conocido.
Transcurrirían siglos antes de que la humanidad entera se asombrara ante el misterio revelado de grandes imperios de lunas y de soles, de dioses arropados por mitos de orígenes parecidos a Bachué, madre primigenia del pueblo muisca, diosa de fuentes de manantiales y arroyos; y a héroes paternales como Bochica, héroe civilizador, o un dios, que enseñó a los muiscas a hilar el algodón a tejer mantas, además de principios morales y sociales. Ese Bochica que salvó de la inundación la sabana al crear el Salto del Tequendama. Cecilia nos muestra, en palabras hermosas, recuerdos encantados de ancestros poderosos.

Los nombres de deidades son joyas de esta tiara que Cecilia llama Chibcha que en honrosa justicia pueden llamarse Quechua, Nahua, Aymara, Maya, Inca, yucateco ki'che, Mapuche,s Maya q'eqchí, Kaqchikel Mixte Otomí, bellos espíritus / que viven / en el alma / de quienes transitan por esta sabana, / linaje, orgullo / prisma de mil caras de etnias precolombinas, los Taironas, Arhuancos, Quimbaya y Maslibues... pues esas luces iluminan nuestro continente desde México hacia el sur, con nombres distintos pero con fuerzas y creencias similares.
Las verdes extensiones de aquellos feudos conocieron el paso de los guerreros fieros que en nombre de Cuchaviva, deidad muisca del arcoíris protector de las mujeres trabajadoras y los enfermos en la religión de los muiscas, protegidos por la sabanera Sua-Chía, representante del matriarcado y contra los avances del patriarcado, protectora de la fecundidad de la tierra, los placeres mundanos y la fertilidad sexual, esos guerreros que defendieron una de las cuatro civilizaciones avanzadas de América que vivió en el fértil valle Inter montano que forma el Altiplano cundiboyacense en los Andes.
"Estoy feliz"/ El gran señor se alaba. / "Esto era lo que a mi ser faltaba: Embellecer esta altiplanicie / mi estancia terrenal.
Toda la vida, musitando, Chiminigagua espera el amor que contienen el seno y superficie de la tierra...que generosa está.
La luz, el calor, el suelo, el aguapor la norma del cielo, conformadas, dan origen a la muerte y a la vida
desde el poder que sobre ellos anda del espíritu inmortal del magnífico Creador".
Cumple Cecilia Lamprea en este poemario, su deseo de cultivar el amor por las ciencias especialmente la antropología. Su definición de Dios fue sencilla: Un Ser supremo, omnipotente, omnipresente y omnisciente. Ella predicó y enseñó esa verdad hasta el último día de su vida terrenal y sigue predicando
desde la eternidad esas cualidades divinas y humanas.
En su continuo renacimiento poético como mujer de Amor, madre y maestra, constituida por la sustancia ligera de su presencia material, ocupante eterna de nuestros corazones, Cecilita lleva puesta su propia Tiara de amor hecha poesía como su paso de cometa por el universo.
Joseph Berolo septiembre 2024

Del pueblo chibcha se dice que fueron los más organizados nativos que encontraron los españoles en América, cuando llegaron a esta región central de Colombia en 1537. Su cultura precolombina, según los cronistas españoles de la época, no tiene relación ni con la inca, ni con la Maya. "El pueblo chibcha fue él mismo".

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Invitación al canto
 
Detente, viajero:
Únete a este canto que honra mi raza.
Observa el camino,
admira los árboles,
disfruta el paisaje:
observa su cielo,
escucha el rumor de sus aguas.
 
Aquí, hace siglos, en esta sabana,
sentaron su planta
millares de hombres
que a nadie se igualan.
Supieron ser firmes, guardando
distancias y fieles y dignos
conservan su orgullo, que hoy se agiganta
con oro, esmeraldas,
de suaves palabras, en estos poemas
joyas de una tiara con que mi alma canta.
 
Joyas de una Tiara Chibcha

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Creación
 
Antes de la historia, más allá del tiempo,
están los dioses chibchas.
Son bellos espíritus que viven
en el alma
de quienes transitan por esta sabana, linaje, orgullo
y sentimiento propio del actual mestizo,
prisma de mil caras
que Chiminigagua creó
y... para gozo de ellos, hizo la creación.

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Chiminigagua
 
Adormecido, en esplendente esfera,
estaba el todopoderoso
 
Señor Chiminigagua,
espíritu del bien y la belleza
que en infinito vive.
Un día, majestuosamente,
despertando, a la voz de su temple,
armonioso,
el mundo comenzó. 
 
Se irguieron las múltiples montañas
con dorsos que entretejen
lomas, valles, planos, volcanes
y nevados de América y Colombia
donde viven los cóndores alados
con inmensa libertad.
Rodeando la planicie, en Bogotá,
las montañas se ubicaron
cual muralla y fortaleza
y sus cimas tutelares del oriente,
enmarcaron la senda de la luz y claridad.
Al bajar las aguas sonorosas, puras,
se poblaron colinas y llanuras de verde vegetal.
Dos aves negras, volaron hacia el cielo...
en Sol y Luna,
al fin,se convirtieron
y Súa y Chía se llamaron.

Bachué. Poblamiento


Del espejo del agua de Iguaque,
la laguna,
bajo mirada del Señor
Chiminigagua,
Bachué,
mujer hermosa, rozagante y fresca, emerge.
Su piel lozana,
brilla y deslumbra al sol de la mañana
cual escultura en
guayacanes, producida.
Su ágil pie alcanza ya la orilla.
Tras de ella, ligera, sube grácil,
lenta y gentil, la onda amiga
que salpica
de diamantes tornasoles
su túnica de "señora", reina y madre protegida.
¡Oh!, ¡qué bella eres, madre tierra!
-exclama.
Y, de rodillas, suave beso estampa
sus labios sobre el tapiz mullido
que la aguarda para recibir
su caricia en la labranza...

Chibchacún, Espíritu de las aguas

Con silencio sagrado, en la sabana,
los momentos soleados y lluviosos
se suceden con rítmico intervalo.
Los montes, atrapan de las nubes etérea
la humedad que en lluvia se convierte.
Brillan las gotas en el pastal y en los sembrados.
Por entre ellos, corren zanjas caprichosas,
por ingenio de los chibchas,
diseñadas, que desaguan de la lluvia los caudales
y evitan que se inunden, en los surcos
los sembrados de papa y de maizales.
Con cálculo preciso, el invisible espíritu del agua
Chibchacún, con ágil mano,
de la brisa y el viento, la ventisca
y la tormenta limita su fuerza y su destino.

Chia-sie
 
Con paso lento, majestuoso,
ha empezado en plenilunio su rítmico danzar.
Es Chía, regalo y muestra de la sublimidad del cielo.
De lo profundo, se levanta.
Su placida apariencia hace estallar de gozo
al pueblo sencillo que la espera
con gritos de saludo de la gente que,
alrededor de la laguna, está.
De blanco taciturno
las nubes, la tierra y todos los seres, plateando,
permite medir lo grande y lo distinto
de este paraíso de la tierra
que cosecha generosa espera y da.
Es hora de preparar las despensas...
y de amasar la amistad.
Oh Síe :
con tu ritmo,
das místico sentido a toda la existencia.

Guatquica

Este era el nombre del Cielo de los chibchas.
Estaba, al otro lado de la vida, empezaba, al otro lado de la muerte.
La muerte, paso necesario para el chibcha, es su llegada
al espacio donde el chibcha descansa de su suerte.
Vibra en el aliento humano, la muerte
desde cuando el niño empieza
en el vientre de su madre, concebido.
En su andar meditabundo y temporario
a lo largo preciso del sendero que, para cada uno,
define su existencia en tiempo exacto,
que nadie sabe, pero escrito está.
Guatquica está en el más allá, esperando.
A él se llega por túneles y mares subterráneos,
forrados con tapices y puentes primorosos
con hilos de araña tensionados.
Allá, no hay tiempo... ni dolor.
Tan solo gozo...
que prolonga los bienes que adquirieron las almas
de los seres generosos, virtuosos y amantes de su tierra.

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Bochica. Primera venida.

Por el oriente del sector de Pasca
un día descendió, de Cuchaviva,
el gran Bochica, Maestro,
Amigo, Hermano, orientador de cacique
y capitanes de la gente chibcha.
Un báculo de oro, trajo en la mano
y radiante aureola en su cabeza.
Sus sandalias, huellas dejaron en rocas escondidas.
Con majestad serena, a Bacatá,
asiento exterior de la labranza, llegó, cual peregrino.
Hospedaje le dieron y alimento, por si era largo y desconocido su camino.
Y aquí se quedó el tiempo necesario.
Para ir enseñando, convivió con ellos.
Amables, solidarios, los chibchas
lo aceptaron con cariño y reverencia.
Él, les dirigió sonriente, su palabra.
Les demostró, con magia incomparable cómo hacer el arado
y el sembrado cómo tejer el algodón luciente
que vino de otras tierras y se trocó por sal.
En pocas lunas, se encendieron con fe y con primura,
la industria y el arte
en la planicie,
entre cantos de magna gratitud y de eficiencia.

Nemqueteba
 
Desde el primer hilo de la historia chibcha,
y por los labios de Bachué, enseñado, se estableció
que el soberano Zipa ha de ser el sobrino mayor
de la mayor de sus hermanas, consagrado.
Y así fue.
En ocasión solemne, el divino Nemqueteba
descendió, todo dorado, a las aguas
de Siecha, la laguna, de Jeques y principal cacique, acompañado...
En tanto, alrededor, al borde de las aguas
el pueblo religioso piadoso y noble
por él, a Chiminigagua, suplicaba.
Las hogueras daban luz y calor a cada grupo que por familias
y asentamientos se formaba,
para cantar, danzar, tomar la cena después
de la solemne sumersión de las ofrendas
que los jeques
llevaban en vasijas
de tunjos repletas que vertían
sobre las aguas tranquilas y sagradas.

Mujer chibcha

 

Madre e hija tomadas de la mano suben la pendiente
y bajan al llano cargadas de cepas
para la cocina
de su hogar lejano.
Llevan sobre el lomo la pesada carga
que arderá sonriente como viva brasa.
Gracias, madre e hija que amor alimentan
desde la mañana y gracias al fuego que calor y vida
en la choza anuncia con bandera blanca.
Sacerdotisa
Con visión profética surgen en tu mente hechos del futuro,
que sensible te hacen en varios momentos.
El jeque, seguro, te orienta y consagra.
Tienes los poderes que natura ampara al curar con yerbas
el dolor de enfermos
del cuerpo y del alma. Tu saber, es amplio.
Tu intuición, inmensa.
Con tu afecto noble
arreglas conciencias.

 

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Epílogo
 
Historia en hitos, de un gran pueblo he presentado
con mi voz de cariño y de esperanza.
No murió la cultura de los chibchas.
Está presente hoy, para mañana ser gloria y honor de nuestros hijos
que bogotana cultura representan en su entraña generosa
abierta a la gente de otros mundos, inteligente,
para estar convencidos de la gloria que da la suma fe y la memoria
de gran acontecer acumulado en cada momento y circunstancia de la historia.
El chibcha fue educado
Para vivir en paz y aceptar el "mandato del que manda"
su libertad de conciencia conservando.
Por eso, nadie considerarse debe, extraño a esta urbe que recibe, diariamente,
con gesto gentil y amable acogida a toda la gente que de lejos llega
como a su propia tierra venerada.

Bogotá, es capital de la cultura a la ciencia y trabajo consagrada.
Recibimos de los chibchas la lección inmensa
que el cosmos siempre, sin cesar, se mueve y el docto hombre
con pasión percibe
que es nervio y vida de esta gran ciudad.