Sin campanas No quiero salir
al jardín. Ya no suenan las campanas de la escuelita cercana. Solo se escuchan sirenas de ambulancias
que corren. Llevan a internar a pacientes con el covid que los ataca. Se exige mucho cuidado, mas no todos
lo cumplen. Este encierro sofoca pero todo se soporta cuando
se cumple con reglas dispuestas para cuidarnos. No llegan a mí los gritos de niños juguetones a la hora del recreo. Cómo
extraño estas voces con el silencio escolar. Nelly V. B. Forni de
Marina. (Santa Fe, Argentina)
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LA CASA QUE DEJAMOS
Derecho
del niño a una infancia feliz La infancia se quedó tallada en aquel suelo raíz entre las piedras sierra Madre... Inocencia del campo regado de cigarras arco iris de alas fugadas del invierno. Se quedó enhebrando las rondas en la plaza como ciego fantasma que se niega a partir. Se miró en la quietud fingida del remanso se quemó en ocasos de eternales incendios y se prendió a los ojos de la estrella
más buena cielo
amigo... En la noche
larga de pájaros insomnes y
abandono de lunas ochava
del ayer en la sombra
dibuja la casa que dejamos y
el camino que en llanto
nos devuelve tallados
en el alma la mesa el
pan y la familia primera que perdimos y la risa de niños brotando en la dulzura de la casa de ayer. Teresita Morán Valcheff
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LOS NIÑOS Ya no soñás con barriletes, que todavía te sueñan, ni escuchás el croar de las ranas, ni te buscan caballeros andantes con misiones intrépidas, puras, por no decir, sencillamente sanas. No sé cuántas caricias te despeinan
el flequillo, cuántas
princesas, o gnomos, o duendes, emergen
de la complicada hidrografía de tus sueños tristes...carentes de alas que busquen el vuelo. Es decir: ya no sé si soñás. o, si además te arrancamos -sin ninguna anestesia-, el dorado templo, áureo tabernáculo, de la patria del hombre, que son...sus primeros años.
*Locos bajitos*, pigmeos o enanos... Dónde
y cómo están, me
pregunto con miedo a
la ineludible respuesta. Calesitas,
tal vez, en otoño. Videojuegos,
playas y piletas, quizá,
en verano. Poco de
familia, y mucho de
verso electrónico, a
doble o a triple comando- Ruidos.
Gritos. Celulares. Play Station. Insoportable
sensación, de envasado al vacío total, prototipo pichón, marca género humano. El abuelo ya no está, y si está ya no cuenta cuentos maravillosos, o simplemente lejanos. ¡ Son sólo viejos insoportables, todos los jubilados! Y la alergia que gana terreno, además del broncoespasmo, el síndrome de baja atención, hiperquinético o absolutamente callado, más la obligación de ser alto de
estatura. El piropo
adulto, para variar, tan desubicado porque: ¨¨esta nena promete*, *éste va a matar a las minas*... Cuántos despropósitos, te están asfixiando. No importa...yo te cuido. No importa...yo te canto.
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El capricho último: Power Rangers, El hombre araña, Barbies, Yendo hacia atrás: Robocop o Rambo. El jean de marca a los siete años. Hábil sinvergüenza, conocedor de todas las tretas. Tan chiquitito, manejando la culpa de todos los adultos. Papás deprimidos: desocupados o híperocupados. ¡ Qué solito estás a pesar
de mostrarte súperacompañado. Por
eso...yo te cuido. Por
eso...yo te canto.- CRISTINA MONTERO.-ROSARIO-CUNA DE LA BANDERA NA CIONAL- REPÚBLICA ARGENTINA.- de* MIRARNOS PARA MIRAR AL OTRO* EDITORIAL FUNDACIÓN ROSS I.S.B.N.:9789871133918
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