Bienvenido al 1er.Concejo Juvenil Internacional de Semillas de Juventud Siglo XXI. Son 14 años los tuyos de juicioso crecer con el deseo de contribuir a la Paz del mundo desde tu alma de joven que viste uniforme militar , no para ser soldado de ninguna  guerra como la que soñaste durante ocho días interminables de miedo y confusión, sino para vivir alerta como un despertador humano movido por las letras para marcar las horas de la Paz.Contigo.  LADO A LADO para llegar juntos a nuestro destino de hombres de bien.  Bienvenido, Joseph Berolo 

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Thiago Giraudo

  14 años

 29/05/2003

DNI: 44873406

Estudios Primarios:

Sala de 4: Jardín Mafalda en Marcos Juárez

Sala de 5: Jardín Patricias Argentinas en Marcos Juárez

Primaria: Escuela Bernardino Rivadavia en Marcos Juárez

Secundaria de 1° año a 2° inclusive: Ipea 209 Domingo Faustino Sarmiento en Marcos Juárez


Actualidad: 3° año Liceo Aeronáutico Militar de Funes}Otras Actividades: Escuela de Arte Cepea Libertad Taller Literario, Taller de Teatro, Taller de Cine y artes plásticas y manuales.

Deportes: Rugby, Tenis, Tae kondo, Fútbol

Idiomas: Inglés 2° Children

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OCHO DÍAS INTERMINABLES

El primer día de clase, esa mañana, llegué a la escuela normalmente, pero el cielo estaba oscuro, lleno de tinieblas. Una tormenta terrible se avecinaba y con el pasar de las horas comenzó a llover torrencialmente, el viento soplaba fuerte. En el momento más intenso de la tempestad llegaron los bomberos a la escuela para avisarnos que las calles estaban cortadas y que afuera regia un alerta por tornados. Lo mejor sería quedarse allí y refugiarse.

En la segunda jornada la borrasca no había cesado, estábamos atrapados en el recinto escolar, todos teníamos frío, hambre y mucho miedo. Mis compañeros  lloraban, en total éramos 22 chicos.

Ya habíamos pasado allí tres noches. Teníamos la ropa mojada y sucia y eso no ayudaba demasiado a la situación. Elhambre era cada vez más penetrante. Quisimos salir pero la puerta estaba trabada con un árbol que cayó,  el viento se hacía más fuerte y el agua ingresó adentro del colegio. Las ventanas se golpeaban contra el marco, los vidrios se resquebrajaban y el torbellino estaba encima nuestro. Destruía todo a su paso.

Amaneció por cuarta vez y seguíamos en ese espacio. Ya había pasado lo peor. El huracán dejó destrucción a su paso, pero después, reinó la calma. La casa educativa quedó en ruinas, mis compañeros mal heridos, yo con un brazo roto.  No tenía  noticias de mi familia. La única información del exterior la recibimos de una radio especial de un amigo conectado a un satélite. Había ocurrido un terrible atentado en la ciudad de Paris, Francia. Además la guerra se había desatado con Siria. Aquí fue  la furia de la naturaleza y allí la del hombre.

Un sol brillante ascendió el quinto día.  El agua lentamente bajaba, el viento ahora era una brisa que  casi no se sentía, porque era muy suave y ya no llovía. Sigo sin saber nada de mis padres y abuelos  y eso me aterra.

Por sexta vez el astro rey se elevó en el firmamento El día era soleado, sólo quedaban  rastros  de la inclemencia del tiempo que pasó. Nosotros estábamos instalados en un hospital de emergencia donde me enyesaron. Intenté llamar a mi familia pero no respondían. La buena noticia fue que pude comer un pedazo de carne de conejo.

Entrando en la séptima alba supe que los míos  estaban bien y pude comunicarme con ellos.

Cuando logré salir vi que se desarrollaba una  guerra sangrienta. Muchos países estaban involucrados y la situación había llegado a Argentina. Supuse que al día siguiente  seguramente podría irme a casa.

Amanecía y afuera de la escuela la situación era devastadora. Sombras, disparos y explosiones me recibieron en mi ansiado retorno. Las ganas de ver a mi familia me dieron fuerza para afrontar ésto. Sentí miedo, no puedo negarlo. Pero cargué mi mochila al hombro y escondiéndome detrás de los autos y arbustos emprendí el camino a casa. Es ahí, donde vi un auto lleno de terroristas con rostros cubiertos que venían hacia mí.

-Hay un niño, gritan. -Agárrenlo.

Escuché un silbido, alguien llamaba detrás de un arbusto.

- Psshh psshh!!! Thiago, vení, te van a matar.

 En ese momento de miedo y confusión, ring ring, sonó el despertador, ahí me di cuenta que todo fue un horrible sueño.


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Paco Poconda.

 Soy Paco Poconda; mi apellido es raro, lo sé. Cuando era niño en la escuela sufría demasiadas bromas por ello. Los compañeros terminaban diciéndome “Poca Onda”.  Como una profecía de mi nombre. En realidad, yo era una persona sin carisma, o mejor dicho tenía un carácter enojoso. Me fastidiaban las cosas que al resto de la gente la divertían, por ejemplo el trino de los pájaros. ¿Cómo alguien disfrutaba oír cantar a un ave por la mañana? Era molesto, ruidoso, e invasivo. Esa no constituía solo una cosa que me incomodaba. También me enfadaba el olor de la  lluvia, el calor del verano, el frío del invierno, los lugares con mucha gente y el helado de chocolate. Esta forma de ser me había llevado a quedarme casi solo, no tenía demasiado amigos y familia cerca, pero eso no me irritaba porque en realidad me enfurecía la gente.

Un día decidí hacer un viaje, pese a que eso no me gustaba demasiado. Lo hice solo con mi mochila y apenas un par de monedas en mis bolsillos. En eso andaba cuando me detuve en la entrada de un cementerio, había llegado hasta allí abstraído en mis ideas y casi por inercia. El camposanto era tan común, como cualquier otro pero lo que me llamó la atención fueron las lápidas y el tiempo de vida que constaba en ellas. En una podía leerse aquí yace James - 2 días y 45 minutos, o aquí descansa María,  5 jornadas y 20 segundos. Lo cierto es que ninguna de las tumbas que vi tenía un tiempo de vida mayor a 14 ciclos de 24 horas. Pensé que  era un huerto del Señor de niños. Horrorizado estaba, cuando se acercó el cuidador del  lugar y me preguntó si buscaba algún sepulcro en particular. Entonces le pregunte ¿qué plaga tan terrible puede haber provocado tantas muertes de infantes? , el hombre me miró asombrado y respondió: ninguna epidemia pequeño, este es la necrópolis de la aldea cercana. Más sorprendido aun respondí: ¿por qué el tiempo de subsistencia que figura en las lápidas es tan corto? Algunos sólo vivieron pequeños fragmentos de tiempo. Voy a explicarle dijo el guardián: en mi localidad cuando una persona nace se coloca sobre su cuello un especie de pizarrón, y allí se van anotando todos los momentos felices que ese individuo tiene a lo largo de su existencia. A veces son pequeños instantes y otras pueden ser horas. Al momento de expirar se suman las pequeñas fracciones que marcan las agujas del reloj  en que fue feliz y ese es el espacio temporal en que en realidad la persona estuvo plena. Por eso algunos disfrutaron solo minutos y otros, días. Asombrado con esta explicación, me fui del lugar dando vueltas en mi cabeza.

¿Valía la pena vivir encolerizando por todo? ¿Era yo realmente feliz? ¿Cuánto momentos de felicidad diría mi mármol si yo muriera ahora? Decidí volver a mi terruño y cambiar este enojo constante. Me dispuse a aceptar que tal vez hacer amigos no era tan terrible y el gorgeo de los pájaros podría llegar a agradarme si me lo proponía.

Al cabo de un año de mi partida, mi espíritu era distinto. Ya no me alteraban las cosas de antes, tenía camaradas y lo más importante el helado de chocolate pasó a ser mi gusto favorito.