Maria Isabel Hernández Salcedo Miembro Fundador de Naciones Unidas de las letras, Página web.

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El año de la pandemia
Conceptualización de Ma. Isabel Hernández
Se acerca la Navidad y en muchos países, sobre todo de mayoría católica como el nuestro, la gente se prepara para las celebraciones que durante siglos se han llevado a cabo alrededor de los símbolos de estas fiestas de diciembre. Sin embargo, este año, se siente una atmósfera distinta; Pareciera que el innombrable Covid-19 anduviera en el aire, esparciendo por todas partes su peligroso aliento. Pero, la vida y con ella la esperanza, se abren paso y muchos se disponen, si no a celebrar como antes, sí a conmemorar estas fechas, que últimamente solo significaban compras, comida y viajes de vacaciones de fin de año. 
 
La situación de incertidumbre y de cansina espera, invita a reflexionar sobre esta época, que, valga recordar, no es una fiesta universal, aunque hoy prácticamente se celebra en todo el mundo y, sin duda, en el hemisferio occidental. En algunos países asiáticos, por ejemplo, se permiten o se apoyan las fiestas de Navidad, pero básicamente por razones económicas. Así, el paraísos turísticos, en hoteles y playas de ensueño, se ofrecen almuerzos de Navidad y otras celebraciones para la ocasión, como personal disfrazado de Papá Noel, bajo 30 grados de temperatura.
 
Por otra parte, no todas las religiones cristianas coinciden o aceptan el 24 de diciembre, como día del nacimiento de Jesús; esto, porque dicen, por ejemplo, que los Libros Sagrados no especifican con exactitud una fecha. Algunos, acudiendo a Lucas afirman que nació entre el 9 de marzo y el cinco de mayo, en razón a que él dice en el Evangelio que: "... Había pastores en la misma región que velaban y guardaban las vigilias sobre su rebaño." En invierno esto no era posible por las bajas temperaturas y, según los meteorólogos, esa noche, en la ciudad palestina de Belén, había una temperatura mínima de cuatro grados. Tampoco el "Año nuevo" es fiesta universal; algunas religiones tienen un inicio de año con calendario diferente y, por lo mismo, no celebran el nuevo año el 31 de diciembre.
 
Pero, esto de las fechas realmente no es importante; ellas no develarán la verdad, sobre la cual, el pensador cristiano Blaise Pascal dijo: "A la verdad se llega no solo por la razón, sino también por el corazón". 

 

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Lo fundamental es que el nacimiento de Jesús originó para los cristianos la celebración de la Navidad (del latín "Nativitas": nacimiento), que adoptó la antigua devoción al sol renacido (solsticio de invierno) a la fecha del nacimiento de su propio dios. Hoy, con la acelerada globalización, especialmente de la segunda mitad del siglo pasado, es una festividad muy extendida en el mundo, que nos permite y otorga una pausa, un motivo de alegría, un acercamiento a los seres queridos, aunque, por diversos motivos haya personas que detestan estas celebraciones. Cómo no recordar al personaje paradigmático del clásico Cuento de Navidad (1843) de Dickens,  Ebenezer Scrooge.  Era un hombre egoísta y huraño que detestaba y no celebraba la Navidad. Sin embargo, este viejo avaro y misántropo logró cambiar y disfrutar las festividades con familiares y amigos, después de la visita de los Espíritus de la Navidad, al poner en práctica la empatía, la esperanza y la caridad. 
 
 
En la actual situación de miedo e incertidumbre, a la que acompañan otros graves y anejos problemas, es interesante pensar sobre lo que cada uno de nosotros debe o puede cambiar para mejorar la convivencia; reflexionar sobre las consecuencias de esta tragedia sanitaria, desde muchas perspectivas, no solo de nuestra vida cotidiana y relacional con los seres más cercanos, sino también sobre las consecuencias y los cambios que necesitamos como sociedad, en áreas como la política, la educación, la ética, la ciencia y la tecnología en esta época de globalización extrema y de redes omnipresentes en todos los intersticios de nuestra vida. Las festividades de Navidad y Año Nuevo, más que un momento en el tiempo, o en un lugar, son un estado del alma y de la mente, y al repensarlas podemos lograr y fomentar pequeños cambios, imperceptibles giros personales, que en conjunto den inicio a una nueva "revolución humana".
 
Con optimismo y con la seguridad de que nuestras decisiones y acciones individuales van abriendo el camino para una sociedad más solidaria e inclusiva, festejemos estas tradiciones culturales con el espíritu presto a re-ligarse con el Otro, no mediante la incorporación a un dogma, pero sí rescatando lo fundamental de estas fiestas religiosas, que nos ayude a adaptarnos y a compartir en un planeta cada día más hostil, que nos ha embotado la voluntad de hacer nuestro el día a día. Somos esencialmente libres y capaces de aprender, de cambiar y de transformar colectivamente el mundo. -MIH.

 

Cortesía de Edda Cavarico, Tertulia Tiene la Palabra, Para el CONCIERTO DE LA ALBORADA UNILETRAS 2021 

CONCIERTO DE LA ALBORADA 2021