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ELIAS DOMINGO GALATI Escritor Filósofo
Conferecista Argentino- -Investiga el estrés en el Comportamiento- Autor de innumerables obras de carácter
Cientico y Humanista.
LA SOLEDAD La soledad es la carencia de compañía, es también
el pesar y la melancolía producidos por la ausencia o pérdida de alguna persona o cosa. Puede entenderse como el aislamiento de los demás
o la búsqueda de una mejor comunicación. Como aislamiento de los demás es la situación del sabio, completamente autárquico
y por lo tanto está aislado en su perfección, situación que puede atribuirse también al santo. Pero fuera de ese ideal la soledad es patológica,
es la imposibilidad de la relación o de comunicarse en cualquier forma con los otros. En algunos aspectos la soledad puede ser entendida como quedar
liberado de las relaciones comunes y normales, para acceder a otras relaciones sociales. Para la psicología, la soledad se define como la discrepancia
entre el nivel de conexión social que deseamos y el que realmente tenemos. Esta falta de conexión puede generar
sentimientos de tristeza, ansiedad, y un impacto negativo en el bienestar general. La soledad puede manifestarse estando acompañados, porque
el individuo puede sentirse incomprendido, disconforme con sus relaciones, y en medio del tumulto de acompañantes,
siente que está sólo, que nadie lo comprende, que no tienen sus mismas apetencias e ideales y que nada puede
hacer por mejorar o solucionar la situación. Es incuestionable que el hombre es un ser sociable, y no puede vivir sólo, el Robinson es
una anécdota aislada y transitoria en la vida de un ser que no deseaba el lugar ni la soledad que tenía. En peor situación se encuentran aquellos
que no pueden establecer conexiones ni relacionarse normalmente con sus semejantes. Aunque hay momentos en la vida, en los cuales uno necesita estar
sólo, por circunstancias existenciales, por toma de decisiones o por evaluar una situación que amerita que la
resolución sea auténtica y personal, sin influencias exteriores. Hay una pulsión interior que impele al hombre a buscar compañía,
a sentirse mejor acompañado tratando de encontrar su complemento, aquello que cree le hace falta en la vida, sus propias
carencias como la posibilidad de bucear en otros la experiencia de otra forma de existir. Más esa pulsión, también lo lleva a buscar
la soledad, no una soledad de aislamiento, de infranqueable posesión de sí mismo, sólo una forma de estar
un momento consigo mismo, determinar lo que viene y lo que hará. Son los momentos en el que el hombre debe encontrarse consigo mismo y decidir
aquello que no puede transferir, aquello que le pertenece, lo que debe ser y hacer, lo que es su conducta, su deber, su proyección
en el seno de la humanidad. Esa
soledad es necesaria e imprescindible, y es absoluta, no tiene alternativa, porque cualquier otra alternativa la perjudicaría
y la haría perecer en el laberinto de la infinitud de contenidos y sucesos extraños. Ahí el hombre debe estar sólo y
decidir sólo, es su responsabilidad y su destino, pero tiene una condición, que ella sirva para utilidad de
los demás, que sea efectiva en el desarrollo hacia los demás de lo que decida, de lo que proyecte y haga consigo
y con su vida. Aunque no
llegue a la perfección del aislamiento del sabio ni del santo, pero si a la convicción que de su soledad saldrá
la proyección hacia el futuro, no sólo el suyo sino también de la humanidad. Entonces será una soledad, cuyo fin sea la vivencia común,
compartir, dar a lo demás. Porque
si nos aislamos en soledad, como una muestra de amor, no será egoísta ni soberbia, sino compartida y solidaria. Ejemplos sobran en nuestras vidas de esta cuestión,
en especial cuando es proyectada desde el amor. Esta nota es un claro ejemplo de ello, pensada y escrita en soledad, con todo el saber del universo
que la contiene, para ser compartida y vivida con nuestros hermanos.
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EL CÍRCULO DEL PERDON "La tribu Babemba del sur de Africa tiene una curiosa costumbre cuando
un individuo de la comunidad hace algo cruel o egoísta. La costumbre es algo que se puede llamar "La Ceremonia
Del Círculo Del Perdón." Después que alguien se porta mal, la comunidad lo coloca en
el centro del pueblo. Luego, uno por uno, cada miembro de la comunidad se le acerca y le habla. Quizás supongas que
lo regañan por su error y comportamiento. Pero estarías equivocado. En esta costumbre, cada persona en el pueblo
enumera todas las veces que el acusado ha sido amable, cariñoso o justo. No se puede ni mentir ni exagerar ni inventarse
nada. No se puede decir ninguna cosa negativa del acusado. En lugar de buscar lo malo, eligen
recordar lo bueno. En lugar de exagerar y acusar, eligen ver el ser humano completo." Más que una curiosa costumbre, es un ejemplo de comportamiento
social y una decisión comunitaria de priorizar el perdón sobre las formalidades de las normas reguladas.
El carácter ceremonial le da un contenido
sacro, como una condición esencial que traspasa el tiempo y el espacio, y se instala en la cultura y en la personalidad
del pueblo. Señalar
el perdón, es reconocer la falta, desde un ámbito de justicia, no convalidar el comportamiento erróneo,
cruel o egoísta, señalar la necesidad de la reparación, pero sosteniendo aquel principio ancestral, "no
hay justicia sin misericordia". Recrear las virtudes y el comportamiento bueno del individuo cuestionado, es recordar y relacionar, para él
y para la tribu, que convivimos con nuestros errores y nuestros aciertos, que podemos ser mejores, que así como
erramos podemos tener comportamientos valiosos. Es también poner en juego y cotejar, que es lo adecuado y lo no adecuado, lo correcto y lo
incorrecto, lo que se debe hacer y lo que no se debe hacer, en un contexto social, delante de toda la comunidad.
Es esencialmente un método de cura,
de cura psicológica, para la persona y para la tribu. Es entender que si hay algún miembro que falla, en realidad fallamos todos, y comprender
que todos necesitamos revisar, relacionar nuestra conducta también y ver porque ha fallado y porque se ha desviado
de su deber. No sabemos
cómo ha surgido la costumbre, como se ha generado, pero es una forma ingeniosa, rápida y común de señalar
errores, corregirlos, perdonar y seguir adelante con el trabajo común. Hay otros detalles que son conmovedores, no se puede mentir, ni exagerar ni inventar nada,
sólo la realidad de los hechos buenos que haya tralizado la persona en el pasado. Tampoco se puede decir ninguna cosa negativa, porque el individuo
está allí frente a la comunidad porque cometió un error, ya es suficiente, ya él y la tribu lo
sabe, entonces, para que insistir con formalidades, si la pretensión es curar a la persona y a la comunidad, restaurar
la confianza y la buena vida, para volver a la felicidad de las cosas correctas. ¿Es posible en nuestras modernas sociedades occidentales,
una situación igual? ¿Podemos
nosotros realizar un sistema, que priorice la cura, la sanación, el perdón, con la debida justicia y reparación,
entendiendo que no es sólo para el culpable sino para toda la comunidad? Porque sobre toda esta situación sobrevuela un acto de amor,
un acto de misericordia, una comprensión de la falencia humana, el entendimiento que todos somos hermanos, que nuestro
vínculo señala nuestro destino común, que nos hace vincularnos en la existencia, que no estamos solos
sino que vivimos en común con todos nuestros hermanos. Vivimos aferrados a formalismos, a normas que son necesarias, pero que deben ser puestas
en un contexto social adecuado. No puede la norma estar por encima del amor. El amor debe inspirar la norma, y promulgarse en consecuencia. Todos somos imperfectos, todos en mayor o menor medida cometemos
errores perjudicando a nuestros hermanos. Dice el Señor "aquel que no tenga pecados que tire la primera piedra".
¿Quién puede sostener
que está en condiciones de hacerlo? Pensemos por un momento, como sería nuestro contexto social con estas condiciones, comportándonos
de esta manera, tratando de dar al equivocado la posibilidad de reparar, de subsanar el error y de la cura para él
y para la sociedad. En
verdad el mundo sería maravilloso.
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EL CAMBIO
DE ACTITUD Y LA LIBERTAD Vemos todos los días en nuestras comunidades gente que vive mal, personas en condiciones
indignas y otras que han bajado los brazos, conformándose con su situación. La sociedad en si poco hace por
solucionar este problema. Es posible que no sea dimensionado ni comprendido adecuadamente. Son personas que han adoptado,
ya sea por necesidad, por no tener otra opción, o por falta de voluntad, una postura existencial dura y difícil
y hasta indigna del hombre. Lo hacen dentro de la relativa libertad que tienen y a tenor de las oportunidades y de la
enseñanza que pudieron adquirir. El tiempo para una correcta comprensión y elección de los
valores y la forma de vida en su origen pasó, pero el hombre siempre está a tiempo de adquirirlos y de ser
una persona mejor. ¿cuál es la didáctica a emplear? ¿cómo acercarnos a sus problemas? En primer lugar
hay que tener en cuenta el origen y cómo y porqué llegó a esa situación. Es muy difícil
entenderlo, como así proyectarlo hacia un camino mejor. Además hay situaciones que no son buenas, otras que
son ilícitas y muchas violentas. Entonces hay que juzgar y separar el porqué de la acción
con la acción en sí misma. Cuál es su responsabilidad y su comprensión en los hechos
que ocurren en su vida. La personalidad y el carácter de los individuos se va formando desde su más
tierna infancia con los estímulos y las sensaciones que recibe. Es aquello que se denomina la impronta, de allí
la importancia de la familia en primer lugar y de la educación luego. Aquello que primero se fija en el alma del ser,
está marcado de tal manera que es muy difícil cambiarlo. Además la reiteración de los mismos
hechos y circunstancias y el conocimiento que de ellos se adquiere en relación a los valores y virtudes que deben emplearse
en la vida y sobre todo en la vida de relación señalan en la primera edad una condición que es adquirida
como la propia de cada individuo como modelo de la especie. Las pautas de conducta se fijan en el interior del hombre
y la falta de correlación con los demás provoca una crisis interna difícil de sobrellevar, en la que
prevalece casi siempre lo adquirido en la primera edad. Los caminos de la vida se abren a todas las posibilidades,
a veces se encentran y otras se dispersan. La persona los sigue y arma su existencia en razón de ellos. Cuando los
observamos o pretendemos entender en una edad adulta, debemos considerar como han sido formados, que es lo adquirido, como
fue su infancia y su desarrollo. Pretender darle otra formación, intentar cambiar su modo de vida, sus valores, sus
condiciones, es una tarea ardua porque muchas veces no están dispuestos a cambiar. Allí entra a jugar el factor
de la libertad humana, aquello que hace que la elección sea libre y voluntaria, sin consideraciones extrañas. Por eso es
tan difícil el cambio, porque depende de la aceptación de quien debe cambiar, el que a veces no está
en condiciones de entender ni de proyectar la mejora de su situación. Volvemos a la educación y al respeto. No hay mejor
forma de llegar al interior del hombre que dando el ejemplo con la vida personal, con las actitudes existenciales de aquello
que es mejor. Señalar, indicar, respetando su voluntad y su libertad, sobre todo con mucho amor. Con la consideración de
entender que es un hermano nuestro, que tiene la dignidad del ser, que muchas veces está disminuida y hasta perdida,
y que debemos así considerarlo. Hagamos el esfuerzo de acercarnos a ellos, señalando la realidad, la verdadera forma
de vivir, la conducta adecuada. Mostremos que no somos indiferentes, que los amamos, que queremos igualarlos en ser mejores,
con las posibilidades y derechos de todo ser humano. Pongámonos junto a ellos, compartamos su vida desde
su lugar, así habremos logrado que sepan que el cambio es posible y que se puede ser mejor. Elias D Galati
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LA SIMPATIA Y LA EVOLUCION
HUMANA} Hay un enorme trabajo de Max Scheller sobre la Simpatía,
desde la unificación afectiva, clave para el amor. La
simpatía es la inclinación afectiva entre personas generalmente espontánea y mutua; también la
inclinación hacia animales, objetos naturales y cosas. Es la inclinación hacia la amabilidad y la solidaridad que se percibe en una persona en una
situación determinada, como la capacidad para entender, compartir y responder a sentimientos de los demás. Scheller considera la simpatía
desde la unificación afectiva, es decir dos o más personas que se unen emocionalmente por el afecto. También considera que la raíz de dicha unificación
es el eros, entendido en la Grecia magna como el díos del amor, símbolo del deseo sensual, responsable de la
atracción sexual y que era venerado como dios de la fertilidad. Entonces la simpatía se nutre de la emoción y del material de las sensaciones. Numerosas virtudes y emociones se aúnan
en ella, la devoción, la veneración, la galantería, la vinculación con la naturaleza, las potencias
del alma. Es un centro vital y espiritual,
produce una embriaguez espiritual que abarca también a la naturaleza y es una experiencia social. Se llega así a un punto superior, sentir lo mismo que el
otro, que conduce al amor entre las personas. Tanto
el hombre como el universo evolucionan, y las relaciones sociales también. Estas relaciones ya no son las mismas que antaño, en muchos sentidos. Los individuos y las comunidades en su
devenir buscan licuar, o llegar al mínimo las asimetrías que existen en los grupos. Se ha debatido la humanidad, entre los poderosos y los débiles,
entre los que mandan y los que obedecen y también en la relación del varón con la mujer, nunca adecuadamente
considerada. Eso hace que la simpatía
se imposte de otra manera, y siguiendo las normas y las costumbres progresivas que ocurren en la sociedad. No quita ello, la responsabilidad que cada uno y cada grupo tiene
de acuerdo a su rol, a su situación y al poder que se le otorga o que ejerce por sí. Sin embargo en esta proyección existencial, hay que tener
cuidado en no perder o desvirtuar los alcances benéficos o valederos que se habían logrado, en el afán
de cambiar todo de raíz y constituir un nuevo orden. Todos los órdenes de nuestra vida están inmersos en un orden superior, el orden universal,
que rige la existencia. En un nuevo
orden si unificamos adecuadamente poderosos y débiles, no podemos perder de vista que todos tenemos derechos y obligaciones,
y que nuestros deberes siguen vigentes en esta nueva normativa. No podemos excusarnos de cumplir con nuestra responsabilidad. Adecuar realmente a los que mandan y obedecen es más difícil,
porque en nuestras sociedades, por constitución, siempre habrá quienes manden, y quienes deban obedecer, y lo
correcto es cumplir con el mandato como así también realizar lo que uno está obligado dentro del entramado
social. La relación entre el
varón y la mujer felizmente ha dado un vuelco real que trata de lograr una igualdad y una paridad entre ellos, respetando
los roles y el ordenamiento social. Ya
hemos dicho en otra oportunidad que consideramos que hay un plus en la mujer que no tiene el varón, en relación
a la concepción tanto social como biológico, que debe respetarse. Si bien cada uno de nosotros tiene la mitad de los genes de cada progenitor, el
término de la vida intrauterina es exclusivo de la mujer, el nuevo ser se va formando en ese tiempo con los nutrientes,
con la personalidad, con la forma y el estilo de la madre. La mujer había alcanzado por ello, un estado de veneración, que debe conservarse, y
agregarse a la concepción de equilibrio que debe haber entre los sexos. Tiene razón Scheller, de la simpatía se llega al eros, al amor,
que es la esencia y el numen de la existencia, la fuerza vital más importante que tenemos todos los seres humanos. Busquemos la simpatía desde la
bondad, desde el equilibrio, desde la solidaridad, desde la paz, y habremos logrado el amor universal y la felicidad de todos
los hombres.
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EL LIBRO DE LA VIDA La Historia es el libro de la vida, porque es
el relato de la existencia del hombre y de su relación con la naturaleza. Si bien la naturaleza y los fenómenos naturales existen y
existirán con independencia de la vida de los hombres, la historia, que es la crónica y la relación de
los mismos, es una creación humana. Existe la historia porque existe el hombre, el ser capaz de consignar, analizar, valorar, definir y
proyectar todos los acontecimientos. Por eso más allá de los hechos naturales, que son muchos y a veces determinantes, hay que tener
en cuenta que escribimos nosotros en este libro de la vida. Porque nuestra conductas incide fundamentalmente no sólo en las relaciones sociales,
sino también en la naturaleza. Muchos cambios, tantas condiciones se han modificado en el decurso de la historia a través de la conducta
humana. Las catástrofes,
las epidemias, las tragedias de toda índole de orden natural en su gran mayoría son causadas por modificaciones
efectuadas a veces intencionalmente y otras por ignorancia, por nosotros. Si bien el hombre es la culminación de la creación, su estado de
finitud impide que pueda acceder a todos los conocimientos y a todas las previsiones posibles. Muchas veces nos dejamos llevar por el ansía de progreso,
o por el orgullo de llegar primero a un orden de investigación que pueda dar un paso adelante a la especie, y desatamos
fenómenos que no hemos comprendido, o que no están a nuestro alcance. Otras por las ansias de poder, por la avaricia, o por la fama, realizamos
acciones no meditadas, o dudosas, que no sabemos adónde pueden llevarnos o que trastornos pueden ocasionar en nuestro
planeta y en el cosmos. El
esquema ensayo y error es importante, pero dentro de los parámetros de verosimilitud y honestidad. Muchas ensayos han sido catastróficos,
y algunos de ellos el hombre sigue usándolos. Sólo hay que pensar en las consecuencias del uso de la energía atómica,
de la dinamita, de las armas de fuego, que usadas de manera equívoca provocan devastación y desastres en los
hombres y también naturales. Es importante tener en cuenta, que escribimos y que vamos a escribir en el libro de la vida. Cómo será la historia que construiremos,
que se podrá contar de nosotros en el futuro. La realidad está allí, es imperativa, pero nuestras acciones pueden modificarla
para bien o para mal. Nuestras
acciones no tienen vuelta, no es posible volver atrás, lo que hicimos tendrá una consecuencia única y
fatal y será definitiva. Por
eso la frase "el hombre olvidó que la naturaleza nunca perdona": lo hecho, hecho está y tendrá
una consecuencia lógica a su acción. Somos imprudentes, somos irreflexivos, nos dejamos llevar por nuestras pasiones y por nuestras
ideas sin tomar en cuenta cual es la verdadera dimensión de las acciones que de ella emanan y que puede suceder. Por eso hay que pensar si aquello que me sirve
y me es útil, no perjudicará a los demás o a la naturaleza. Por eso hay que ser prudente, hay que reflexionar, hay que agotar
las instancias y prever aún lo imprevisible para estar a salvo y tener cuidado de lo que pueda suceder. Si superamos nuestro egoísmo y usamos
la solidaridad, si superamos nuestros rencores y usamos la bondad, si procedemos en armonía con el resto de los hombres
y con el universo y si tenemos como mira pasar por este mundo dejando una imagen de bien, alegría, felicidad y paz,
haremos de nuestra conducta una mejor acción sobre la naturaleza y podremos perfeccionar los efectos naturales. Es nuestra decisión. Es una actitud interior
que nos lleva a la acción. Lo
que quiera hacer quedará escrito en el libro de la vida, y no tendrá vuelta ni opción; sus resultados
serán coherentes con nuestra conducta y podrán mejorar o empeorar la situación según sea aquello
que hagamos. Que al
final de nuestra vida podamos decir que hemos escrito una bella y maravillosa crónica en el libro de la vida.
Elias D Galati
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SIGNIFICADO DEL SILENCIO ¿Qué es el silencio? El
silencio es la abstención de hablar. Guardar
silencio, permanecer callado, no emitir opinión ni expresar palabraalguna. También significa el
estado de contemplación, el repliegue interior y la actitud
de reflexión profunda del ser. Desde la filosofía
se ha entendido como la actitud frente a los problemas de la
vida según Wittgenstein, la actitud frente al ser de la Trascendencia según Jaspers y según San Buenaventura la actitud mística frente a la inefabilidaddel ser supremo. Pero el silencio en la relación existencial, de todos los días tiene una connotación que va con el compromiso, la comprensión y la actitud del
ser frente al mundo y a sus semejantes. El silencio puede ser elusivo, no responder a la demanda del otro, ignorarlo, no importar lo que sucede o puede ser comprometido, estar
con el otro, entender su situación, como en el
ejemplo del libro de Job, en el cual "sus amigos
se sentaron junto a él y permanecieron en silencio, porque su dolorera muy grande" Hay también
un silencio social, que puede manifestarse como la imposibilidad
de poder lograr cambiar una situación o la de estar al margen de los problemas que aquejan a nuestra comunidad y que no nos tocan. Puesto que la palabra es lo que define quienes somos y que pensamos, el hablar ante una situación nos compromete, determina tomar partido, dar opinión y tratar de ser partícipe del diálogo tendiente
a lograr una solución. Por eso muchas veces por
comodidad, por cobardía, o por desinterés y a veces
perversamente por sentirnos ajenos o superiores a la situación que se plantea, permanecemos en silencio, como ignorando el pedido del otro. No nos toca, no es nuestro problema, no nos corresponde y con ello tratamosde permanecer ajenos. A veces está a nuestro alcance la solución, o podemos dar pautas para comprender el problema, o nuestra palabra sería aliento y ayuda, para quien necesita ser comprendido y espera de nosotros. Ese silencio es una actitud soberbia y egoísta, y denota indiferencia
y desdén hacia los demás y hacia los problemas
de la vida. Pero hay también otra actitud, que
es el relato del libro de Job, de aquellos que ante
la magnitud de su dolor y de su pérdida, y ante la imposibilidad de lograr paliarla de alguna manera, como un acto de amor, se compadecen de él, lo acompañan en su dolor, con su presencia, viviendo juntos, compartiendo la experiencia de ese terrible dolor que sufre, y poniéndose
en su lugar, dando de sí lo único que
tienen, su compañía, compartir su existencia
en ese momento de la vida. Estar junto, sentir con el
otro, expresar su querer y la contención que puede darse
es un acto sublime de amor, es la expresión más alta de la solidaridadhumana. Teniendo en cuenta
aquello que decía San Juan Bosco, si no puedes hablar bien
de alguien, calla, es decir permanece en silencio. También
ha dicho Kierkegaard, nunca contestes una pregunta tonta, porque habrás
descendido a un nivel menor de quien te preguntó. Es
decir que también hay momentos en los que se debe callar, y es el silencio la respuesta adecuada. Por
último hay un silencio social, de aquellos que no reconocen, no se comprometen, o no comparten la vida, la actitud, la angustia de sussemejantes. Todos estamos inmersos
en una comunidad y es nuestra obligación ser partícipes
de la misma y poner todo lo que esté a nuestro alcance para que la vida común y aún la individual nuestra y de los otros sean mejor. No podemos permanecer impávidos, callados o ajenos a lo que pasa a nuestro alrededor, a lo que pasa en el mundo. Es nuestra responsabilidad denunciar, actuar en consecuencia, haciendo todo lo posible a nuestro alcance para lograr superar las injusticias, la discriminación, la falta de equilibrio, la perversión
y la violencia tanto físicacomo moral. El silencio es maravilloso si obra como reflexión a un crecimiento
interior que nos lleva a ser mejores, o cuando compartimos
con el otro su momento de dolor que no puede ser expresado
de otra manera. Pero hay momentos en la vida en la que
es nuestro deber hablar, que debemos hacerlo por nuestra
dignidad y porque lo esperan nuestros hermanos.
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CONSENSO El consenso es el acuerdo entre
dos o más personas, que prestan su consentimiento
a una acción o resolución común Es
adoptar un acuerdo para proceder en común. El
consenso es necesario e indispensable en la vida de relación, de otro modo sería imposible entenderno; el uso de una lengua específica, la forma deb circular, las formas protocolares de cualquier situación social,
la mano para circular, la manera de relacionarse, si
no tuvieran un acuerdo, una actitudcomún, serían
caóticas. Más hay otras cosas elementales,
que necesitan consenso y en las cuales no siempre estamos
de acuerdo. En especial a los derechos y deberes personales
y a las cuestiones patrimoniales y también en
cuanto a la posesión de bienes, lugares,circunstancias
y hasta regiones extensas. La colisión entre
derechos y obligaciones es la primera nota discordante en este
acceso al consenso. No siempre se estipulan los mismos
derechos ni las mismas obligaciones para todos, tomando
en cuenta que puede haber diferencias en cuanto a los roles
que ocupe cada persona. Pero en el aspecto común,
natural, elemental de los mismos suele haberdiferencias y
disputas. Acaso lo que yo quiero, admito que otra pueda
desearlo, y más aún que le pueda corresponder. Estamos todos de acuerdo que la igualdad debe ser estricta, y que todos
sin excepción deben tener los mismos derechos
y las mismas obligaciones en el mismo plano de ubicación. Todos prestamos consenso quizás a respetar la libertad
y la voluntad de losotros. El primer consenso que debemos admitir es el de las palabras y su conceptoestricto. Libertad,
paz, justicia, propiedad, solidaridad, igualdad, acceso igualitario, son términos que parecen específicos, pero a los cuales en diferentes sectores, en lugares distintos y en momentos determinados de la historia, se los ha cercenado, dándoles un concepto espúreo. Por eso, que significa lo que digo en realidad, y como lo traduzco en
mi comportamiento y mis acciones, señalará
la verdad y la identificación con la palabra
y su concepto. ¿Significa lo mismo propiedad
para mí, que lo que siento para el otro? Quizás el
concepto de lo mío es distinto de lo tuyo, y el acceso a él depende de otras circunstancias que la realidad y la verdad de los hechos.El concepto de ser libre es el mismo para mí que para los demás; el acceso
a los bienes, a la educación, a la comunicación
es igual. La envidia, la pereza, la violencia, la soberbia
han carcomido el corazón del hombre, y a partir
de ahí ha generado elaboraciones de conceptos que desvirtúan
las palabras y los significados. Las reyertas, las guerras,
las revoluciones, los atentados tienen en su origenun concepto
discriminatorio y desigual, una falta de consenso de inicio, enlos
términos, en lo que le corresponde a cada uno y en la forma de lograr acceder a ellos.¿Debería
existir un consenso universal tal como se expresó en la Grecia Magna.Aristóteles se refiere al consenso
universal como "la opinión de todos",prueba
o contraprueba de la verdad, y en la Ética a Nicómaco dice "aquello en que todos consienten, decimos que es así, ya que rechazar una creenciasemejante significa renunciar a lo que es más digno de fe". En realidad desde siempre y también en nuestra época
hemos renunciado aeste acto de fe. ¿Qué es más digno de fe que vivir en paz, honradamente, con dignidad,
creeren la justicia, la libertad, ganarse el pan por uno
mismo, ayudar al prójimo y construir un mundo
mejor en el cual todos los hombres sean felices, puedansostener
sus deseos y vivir hermanados?Miremos dentro de nuestro corazón....miremos
a nuestroalrededor....miremos el mundo en general...¿se
cumplen estos actos de fe?El consenso en los valores y las
virtudes, es el acto de fe que debería hacerel común
de los hombres, junto con la firme voluntad de sostener la paz, lajusticia,
la libertad, la honestidad, la solidaridad y la igualdad de todos. Elias
D. Galati
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LA TRISTEZA DE LA VIOLENCIA La violencia trae muerte y destrucción. Además sume al hombre y a las comunidades
en una profunda tristeza. La
tristeza, dice Spinoza, es mala, hace daño; hay que despojarse de ella. Pero cómo despojarse de la tristeza en un mundo donde a cada
momento hay guerra, terrorismo, discriminación, miseria e injusticia. La miseria y la injusticia son causas de la violencia, pero hay
otra causa profunda, interior, que es la soberbia del ser humano. Es el pecado de Adán, querer ser Dios, tomar en mis manos el destino y
a mi sola voluntad proceder en consecuencia. Entonces la libertad, la justicia, el deber, el derecho están en mis manos, y son de acuerdo
a lo que ordeno y promulgo. Castigo
y bendigo a discreción, a mi conveniencia, y porque así lo deseo. La soberbia es la culminación del egoísmo y de la
perversión del individuo. Estoy
por encima de mis semejantes y sus decisiones me pertenecen, deben ser como lo ordeno. El mundo se vuelve gris, desaparecen los colores; los sentimientos
y las emociones chocan entre sí, porque surge como culminación lo que tendría que desaparecer. La terrible paradoja existencial de la violencia,
es aquella que determina hacer la guerra para conseguir la paz. ¿Es que el hombre abdicó de la razón? ¿ no cree que
es posible hacer entender que es lo que se debe, cual es la conducta? ¿ no se puede educar, enseñar las virtudes
y los modos pacíficos? Pareciera
que hemos desistido de toda racionalidad, y sólo nos movemos por la fuerza. El individuo, la sociedad, se deprime, se angustia, entra en desazón
y descree de los valores y las virtudes esenciales. Nadie puede en su sano juicio creer, ni pretender demostrar que es feliz en medio de la contienda
bélica, en el terrorismo, en la discriminación, en la injusticia, en el autoritarismo, o en el aprovechamiento
del otro. Acaso hemos
dejado de creer en el hombre. Acaso
involucionamos hacia nuestro origen animal. Es el hombre bueno por naturaleza y la cultura lo denigra, o necesita de la cultura para ser bueno;
es una discusión filosófica casi eterna. Pero hay una línea muy fina entre la naturaleza del hombre, con la agresión
necesaria para vivir y la violencia. Nuestro alimento esencialmente es compuesto de seres que mueren para ser nuestra comida. Es la agresión adaptativa la necesaria
para sostener la vida. En
la carta enviada por el cacique Seattle al presidente Pierce en 1854, cuando pidió comprar las tierras de su pueblo
dice: "El hombre blanco debe tratar a los animales de esta tierra como a sus hermanos. Soy un salvaje y no comprendo
otro modo de vida. He visto a miles de búfalos pudriéndose en las praderas, muertos a tiros por el hombre blanco
desde un tren en marcha. Soy un salvaje y no comprendo como una máquina humeante puede importar más que el búfalo
al que nosotros matamos sólo para sobrevivir. ¿Qué seria del hombre sin los animales? Si todos fueran
exterminados, el hombre también moriría de una gran soledad espiritual; porque lo que le suceda a los animales
también le sucederá al hombre. Todo va enlazado." Hay una fuerza en cada ser, indispensable para su subsistencia, manifestada en
su voluntad y empeño de continuar en el camino de la vida, y en ese sendero encuentra dificultades que debe sortear. A veces esas dificultades son opuestas y debe
ser agresivo, pero el límite racional de la agresión es la subsistencia. Agredir sólo para sobrevivir, sin otro connotación,
sin otra condición. La
educación, la cultura, debe mantener al hombre dentro de los límites de la agresión adaptativa, debe
enseñarle cuándo y cómo, que es lo permitido y que es lo prohibido. Es una tarea de todos, de los líderes, de los referentes,
pero del hombre común también que debe con su conducta señalar el comportamiento correcto en estos casos. El mundo está sumido en una profunda tristeza,
fruto de la desazón, de la incomprensión, y del desánimo por tanto tiempo transcurrido, por tantas propuestas
señaladas que caen en el vacío y no prosperan. La violencia destruye pero también entristece, la tristeza es mala e impide la felicidad
del hombre. Las comunidades
son cada vez más grises, la tristeza se ha apoderado de ellas, no tiene alegría y ese sendero conduce a la tragedia.
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LA SATISFACCION DEL DEBER
CUMPLIDO El
concepto de deber se entiende como la acción conforme a un orden racional o a una norma. Esta doctrina construida por los estoicos se funda
en la norma de vivir según la naturaleza y conformarse con el orden racional. El deber recto que es perfecto y absoluto y se encuentra en el
hombre sabio y
los deberes intermedios que son comunes a todos y se realizan con la ayuda de una buena instrucción. Para Kant el deber es la acción cumplida
únicamente en vista de la ley y por respeto a ella y tiene su valor moral no en la finalidad que debe lograrse con ella sino en la máxima
que la determina; su valor depende del objeto de la voluntad que ha determinado esa acción, sin transferencia a la voluntad
de desear. Entronca ese principio en la
máxima oriental "que nunca tu deseo supere a tu deber". El deber entonces es una especie de necesidad y una relación
con los principios. Para Bergson el deber u obligación
moral no es más que un hábito de comportamiento de los miembros de un grupo social, que tiene la misma intensidad y regularidad que
un instinto. ¿Cuál
es el deber del hombre? ¿Qué significa cumplir con nuestro deber? Desde los confines de la historia ha surgido esta
pregunta, que inquieta y mueve
al hombre. Hay
que calar muy hondo en su interior, desnudar hasta lo último su alma, para llegar a una aproximación de aquella
intuición, de aquella profunda luz que parece iluminar su camino y su destino. La primera emoción es el deseo, todos nos
movemos en la vida por los deseos que sentimos y aceptamos, es nuestro motor. El deseo es una actitud personal, sólo nuestra, comienza
y termina en nuestro ser. Si bien es cierto que el deseo
se imposta en otros seres, en las cosas, en ideas o proyectos, no necesita más que de nuestro pensamiento y nuestra voluntad. El deber en cambio es una relación,
hay alguien o algo que merece nuestra atención y al cual de alguna manera debemos atender. Hay una obligación que debemos cumplir, salimos
de nosotros y nos proyectamos
hacia los demás, o hacia las cosas, y entablamos un puente, una relación que nos hace deudores de nuestra acción,
que encamina nuestra voluntad
y nos marca el sino. Es
una relación intrínseca al ser; desde Aristóteles es imposible sostener que el hombre sea solitario, el hombre
es un ser sociable por naturaleza, está en sí serlo. De esa necesidad natural surge el deber. Si nuestras relaciones se movieran al compás
de nuestro deseo, no habría comunidad, no habría sociedad, cada uno buscaría su propia satisfacción e ignoraría a los demás. Naturalmente el comienzo de nuestro
deber es compartir, porque compartimos la vida, porque vamos todos en un mismo camino, recorremos la misma existencia, y necesitamos del otro, como
el otro me necesita. La
vida ata nuestro destino, todo lo que sucede nos afecta en común, y no podemos estar al margen de ello. Entonces las acciones y el comportamiento
de todos los hombres afectan al universo, a la naturaleza y a los demás hombres. No importa si lo comprendemos, no importa si lo
queremos, no importa si lo deseemos, todo lo que hacemos y aun lo que sentimos está inmerso en esta comunidad de vida, de intereses
y de proyección al futuro, que es la vida del hombre en sociedad. Esta situación se expresa con mayor claridad en la existencia
misma; nuestra vida,
nuestro origen, no es deseo ni voluntad nuestro, son otros los que han decidido darnos la vida, y recién después como un
acto secundario, comienza nuestro
recorrido. Han
querido darnos la vida, es un acto querido y querible y es la muestra del amor, que nos traspasará durante toda nuestra existencia. Porque queremos vivir, queremos
la vida, y para lograrlo debemos querer y sostener la vida de los demás. Amemos la vida, amemos la naturaleza, amemos a nuestros
hermanos, compartamos
con todos ellos nuestros bienes, nuestros proyectos, nuestros ideales, deseemos el bienestar y la felicidad de todos y habremos logrado
la satisfacción
del deber cumplido. Elias
D Galati
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BUENAS INTENCIONES Res non verba (hechos no palabras) frase atribuida
al senador romano Catón el viejo. La intención es la determinación de la voluntad en orden a un fin. Significa también designio, propósito,
decisión. Es
ir hacia algo, un acto del entendimiento por el cual éste se dirige al objeto que desea conocer. La intención es indispensable para aprehender
el objeto deseado. Dicen
los psicólogos que la intención es proponerse una meta con clara conciencia del fin y con deseo o propósito
de lograrlo. Más
hay un segundo paso en este deseo, que es la disposición consciente a luchar por concretarlo tan pronto surja la oportunidad. Esa es la postura filosófica de la intención
entendida como deseo, aspiración, voluntad, referida a una actividad práctica sobre el propio objeto. Es decir la intención necesita la concreción
del objeto de la aspiración o deseo desde la voluntad manifiesta que se refleja en la acción tendiente a su
logro, a su consumación. La
intencionalidad le da sentido moral a cualquier acto, aceptado por la ética finalista que le da valor a la intención. Para Santo Tomás es el acto de la voluntad
que ordena algo hacia un fin. Ella
es entonces el acto de la voluntad, el ánimo con que se hace que le da mérito y valor. Aristóteles sostiene que el análisis
del acto moral se refiere a la ética del móvil, es decir porque se hace, cual ha sido el motivo de la acción. Kant insiste en el valor de la intención
como exaltación de la buena voluntad. Pero debe tenerse en cuenta que se juzga la intención desde la acción que ella motiva,
y que ha sido realizada. Por
eso la cita romana, el acto sigue a la palabra, la mera intención sin obrar es vacía, sirve sólo como
propósito no concretado. Entonces
la importancia de las buenas intenciones es la de un catálogo, un recordatoria de aquello que debe hacerse. Pero a pesar de reconocer el valor moral de
la intencionalidad, el mundo post moderno nos plantea la paradoja de expresar en las palabras de comunicadores, líderes,
poderosos y famosos, intenciones violentas, dañinas, perjudiciales, autoritarias y discriminatorias. Sucede frecuentemente y en casi todo el mundo,
y se ha naturalizado como un hecho común. La intención pierde valor, ya que despojada de su sentido moral se prostituye, a pesar de
ser cada día más frecuente y alimentar reyertas y situaciones bélicas. Podría decirse en varios sentidos, que ahora se ha revelado
la verdadera intención y que en muchos casos siempre fue así, más no deja de ser un retroceso en el sentido
existencial. Por otra
parte muchos de los comunicadores, empresarios, políticos, sindicalistas, líderes sociales y personas con poder
expresan buenas intenciones en sus palabras, pero las que no van de acuerdo con su comportamiento, con su nivel de vida, con
la forma en que se relacionan con los demás o ejercen su función o sus negocios.
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Res non verba, verborragia de palabras y
nulidad de acciones. Es
una de las facetas más perversas de la hipocresía social. Ponerse en un lugar a sabiendas, que todo lo que digo no lo voy a hacer, y que
estoy comprometido existencialmente con otro estilo, con otra condición de vida, y que poco me importa lo que pase
a mi alrededor, mis congéneres, los hombre y el mundo. ¿Qué sentido tiene esta intención? ¿Lavar la conciencia, oprimir al otro, conservar privilegios
y fortunas, creerse superior? Hay
un poco de todo, en especial una soberbia descarada que pone por encima del común de los demás a quienes la
ejercen. La buena intención
es necesaria, es un catálogo de acciones que nos direccionan hacia el bien, la solidaridad y la vida digna, y tiene
como corolario la felicidad de todos. Pero la buena intención concluye con la acción, con la buena acción que de ella surge
y que permite que seamos verdaderamente humanos, desde nuestra racionalidad y desde nuestra voluntad de hacer lo justo, lo
que es verdadero, y aquello que merecemos y merecen nuestros hermanos. Que sea nuestra conducta, actuar en consonancia con nuestras buenas intenciones. LA NAVE Llevas la nave en medio del temporal no hay elementos que lo puedan contener el destino es lejano, difícil de alcanzar quizás puedas el rumbo sostener. Así está tu alma, parece naufragar en esta tormenta que no puedes entender tu vida y el mundo ambos por igual van a la deriva, entonces ¿qué
hacer? Hay
un gran vacío, quedas en soledad de nada te sirve todo tu saber la existencia fluye, la cruel realidad golpea tu alma, no existe el placer sólo la esperanza de poder amar terminar la vida cumpliendo el deber. Elias
D. Galati
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LIMPIAR EL CORAZON La existencia sobre la Tierra nos plantea
la tarea de ajustarnos a los cambios, hallazgos de la ciencia y de la técnica, que tienden a mejorar nuestra vida y hacer más provechosa nuestra actitud logrando la felicidad.Esos cambios inciden de distinta forma en cada uno de nosotros, en especial en la actitud que debemos tener para adaptarnos a ellos y en la proyección que logran en nuestra vida personal y en la vida de relación. El mundo de hoy nos plantea otra forma de comunicación, otra manera de conocer como también otro modo de mirarnos a nosotros mismos. La comunicación ha girado del contacto personal, al contacto virtual, a
estarinteractuando con aparatos digitales, que tienen un doble aspecto;
en primer lugar ampliar la base y estrechar las distancias,
ya que hoy en día podemos y compartir, vernos
con personas que están distantes y acceder a lugares
y relaciones impensadas, pero también han creado un hábito quecercenó
el contacto físico personal, ya que aun estando cerca, el acceso se de forma digital. El conocimiento se ha ampliado de manera
exponencial, siendo posible acceder a todo lo que
pasa en todos los lugares del mundo, y también volver atrás y revivir acontecimientos pasados de nuestro hábitat como de todo el mundo que han quedado registrados y podemos repetirlos. El impacto nos ha llevado a comprender
la inmensidad de lo que nos rodea, como a la pequeñez
y la finitud de nuestro ser. Los estímulos son casi infinitos, estando a nuestro alcance la visión de todo lo que sucede en el universo, en especial todas las cosas que nos conmueven, porque nos alegran ciertos acontecimientos,
pero también las que nosacongojan porque en realidad el hombre
siempre tiene un rasgo de violencia, de superioridad,
de conquista, de beneficio, de falta de equilibrio y desoberbia. En especial se plantea en nuestra interior la imposibilidad de hacer algo por impedir las circunstancias negativas, y el poco valor de nuestra actividad para conseguirlo.cuando
vemos que la contienda entre lo correcto y lo incorrecto, entre lo bueno y lo malvado, lo equilibrado y l virtuoso y lo vicioso, se inclina para el peor lado. Hay una doble conmoción, primero personal, porque me tocó este mundo y no puedo progresar con medios virtuosos, segundo que pasa en lascomunidades y como incide en mi forma de ser dificultando mi actitud vitalcomo mi proyección futura. A la pregunta porque me pasan estas cosas, habría que agregar, porque no pueden pasarme, quien soy yo para que no me sucedan. También ahí, hay un poco de egoísmo y de soberbia, como dice el tango "crees que el mundo lo vas a arreglar vos".Entonces nuestro mundo interior, que por naturaleza anhela y busca la alegría, la felicidad, la bonhomía y el buen vivir, se entristece
generando un modo de rechazo, una bronca generalizada, un hastío
a la forma de vida que llevamos, y una forma de bajar
los brazos conformista con lo que hay,que todo sigue igual. Pero no sólo el mundo evoluciona, también nosotros evolucionamos insensiblemente, queramos o no queramos. Parte
de esa evolución debe ser la rebeldía a aceptar que nada podemos hacer, que es irreversible nuestra vida, sobre todo la vida de relación, que es imposible que nuestro granito de arena
pueda ser útil para un cambio. La rebeldía impedirá
que nuestro corazón conserve el hastío, la bronca, el desinterés, la tristeza. ¿Cuál debe ser nuestra actitud? Limpiar el corazón, sacar de nuestro interior las circunstancias negativasa las buenas. ¿Cómo
hacerlo? Volviendo a las raíces, pensando que es nuestro
deber, relacionarnos de la mejor manera, logrando una comunidad que
viva en armonía y en paz. Recuperando las virtudes,
consolidando la paz, proyectando actitudes que logren la felicidad
de todos. Acercándonos a los demás,
en forma personal, dando no sólo cosas materiales,
sino también nuestra tarea, dándonos a nosotros mismos, a los demás, escuchándolos, sintiendo como ellos, proyectando una actitud que venza las dificultades, que se condiga con la solidaridad, con el compañerismo, con la bondad, con la armonía. Para eso, debemos tener paz y armonía
interior, limpiar nuestro corazón logrando
que sintamos la felicidad de la vida, sobretodo de la vida en común, la alegría de haber recibido este don tan hermoso que es vivir entre
todos en una gran comunidad Elias D Galati
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EL USO DEL TIEMPO El tiempo en sentido estricto es la duración de las cosas sujetas a mudanza, es decir el
devenir de los seres y las cosas en la extensión. Desde la psicología se lo considera el aspecto mensurable
de la duración, la base objetiva de su característica o atributos. Es lo que distingue los sucesos refiriéndose
a que ocurran ahora, antes o después, y a su principio o fin. El tiempo entonces es lo que es, lo que fue y lo
que será. Podría hacerse un símil con la vida, o señalar que la vida transcurre en el tiempo,
o que el tiempo contiene la vida. Para la filosofía es el orden mensurable del movimiento. Decía
Aristóteles es el número del movimiento según el antes y el después. Según Kant el
tiempo y el espacio son condiciones necesarias de nuestra sensibilidad. Existimos dentro de un tiempo y espacio, y pensamos
y actuamos dentro de él. Difícil cuestión la del tiempo, San Agustín expresa "sé
lo que es el tiempo, pero si me lo preguntas no se responder" y concluía "hay de mí, que ni siquiera
sé lo que no sé". En algún sentido podemos sostener una identificación entre el tiempo
y l vida, y el lugar más adecuado para esa identidad es el uso que le damos al tiempo. En realidad el uso del tiempo,
es como usamos nuestra vida. Aunque algunos puedan sostener que es sólo una adecuación de nuestros movimientos
a la secuencia temporal. Pero sea identidad, o sea que nuestra vida se mueve en el tiempo, el transcurso de nuestra existencia,
es lo que hacemos en el tiempo que nos toca vivir. Es decir, es el uso del tiempo, como nos comportamos dentro de él.
En el ahora y aquí de nuestra vida; en las acciones que jalonan nuestro camino existencial, y nos determinan y señalan.
Entonces aparece la identidad ¿Qué hago con mi tiempo? Equivale a ¿qué hago con mi vida?
Porque la vida es un recorrido, es el ser en movimiento, pero ese movimiento no es indiferente, porque surge de la libertad
y de la voluntad del hombre, señala su conducta, su elección, su comportamiento. Para que uso mi tiempo
dará sentido a ese devenir existencial y marcará mi ser, conformándome en lo que soy. Heidegger
sostiene que la pregunta fundamental de la filosofía es el sentido del ser, y que el ser se comprende siempre a partir
del horizonte del tiempo. Ese sentido del ser comienza con la cuestión ¿porque hay algo en vez deñada?
¿qué es eso que llamamos existencia? Por supuesto la existencia no tendría sentido sin el ser en
un time determinado. Lo que haga en ese tiempo significará quién soy, que quiero, cuales son mis valores
y que proyecto en mi existencia- En primer lugar, somos conscientes del uso de nuestro tiempo: luego sabemos qué
hacemos, es nuestro uso producto de nuestra racionalidad y de la voluntad que nos lleva a la acción, o lo usamos en
banalidades, en reyertas odiosas, en cuestiones que en nada nos sirven a nosotros y a los demás. Nuestra existencia
marca una huella y deja señales en nuestros semejantes y posiblemente en los que nos sucedan, o sucede en vano como
un trámite que debemos cumplir en el derrotero del nacimiento a la muerte. Todos tenemos un rol en la vida, posiblemente
elegido o a veces asignado por las circunstancias, por la familia, o por la comunidad.
Lo sabremos usando las
herramientas adecuadas, viviendo desde el amor, entendiendo que el sentido del ser en el tiempo es la vida digna, buena,
generoso, pacífica, comunitaria y solidaria. Así el uso del tiempo será beneficioso para nosotros
y para los demás, y tendrá como culminación la concreción de un mundo mejor, armónico,
donde todos puedan incluirse, donde todos puedan usar su tiempo en paz y armonía, y donde todos vivan con felicidad.
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CASTIGO SOCIAL Castigo es la pena impuesta a quien ha cometido
un delito o falta y desde la psicología es infligir una pena o molestia a un organismo como consecuencia de la infracción
de un mandato o por un curso de acción no deseado por el que castiga. Es una acción de disuasión y aprendizaje y también
como retribución lo merecido en sentido negativo. Es también la forma de reordenar la sociedad ante la violación de las normas,
en un sentido jurídico. Para
Locke el castigo es un ius natural cuya función es preservar los derechos, obviamente naturales a la vida, la libertad
y la propiedad. El
bien común es la regla y la medida de toda la legislación. Si algo no es útil en la sociedad, aunque
se crea que es indiferente, no puede ser establecido como ley". La ley debe incitar al hombre a actuar libremente, pero le prohíbe, a
la vez, afectar a los demás. En este sentido, las leyes obligan a algo, por lo menos a no interponerse en el ejercicio
de los derechos de otros miembros de la sociedad. La ley, pues, se preocupa por el bien propio y el de los terceros. Esta concepción proviene de la falta que
genera el castigo para la restitución y la retribución para acciones contra la vida, la libertad y los bienes,
sosteniendo que el perdón no puede cumplir con estos objetivos. Sin embargo hay que considerar que el perdón es necesario, siempre hay
que perdonar, pero el perdón involucra el arrepentimiento, la voluntad de enmienda y la reparación. No hay perdón sin reparación, no
se cumple el objetivo del mismo sino se repara y se trata de volver a la situación anterior y normal del hecho castigado. El castigo forma parte de las teorías
del derecho, como institución necesaria de compensación, pero hemos advertido ya, que no existe justicia sin
misericordia y en ese sentido debe entenderse el castigo. ¿Por qué entonces el castigo social? Porque a veces la sociedad castiga con un sentido moral y ético,
aun en situaciones que no son comprendidas en un marco jurídico. De acuerdo a las costumbres y los valores de una comunidad, acciones y comportamientos
no afectivos, solidarios o equilibrados aunque no caigan bajo el peso de ley, son cuestionados, y castigados socialmente,
especialmente con la actitud que los miembros de una comunidad asumen frente a los que los trasgreden. Se manifiesta en forma de aislamiento, de desprecio,
de lejanía de ellos, y constituye una línea muy delgada en el entramado social, porque también se mezclan
afectos, inquinas personales y enojos o situaciones ideológicas. Pero los castigos sociales están, existen y son visibles. Más hay otra forma de castigo social inversa;
es la que somete a las sociedades a condiciones indignas de vida no consistentes con lo que debe ser humano. En primer lugar, la pobreza, la indigencia, la
falta de recursos, de comida, de salubridad, de educación, de conocimientos, de trabajo, de seguridad, de perspectiva
y de progreso, a que todo hombre tiene derecho por su dignidad de hombre, y que constituye un castigo sobre la sociedad, sostenido,
promovido, constituido por las dirigencias políticas, económicas y sindicales, que enquistadas en un poder omnímodo,
absoluto y permanente, someten a los miembros de la comunidad. No hace falta explicación, basta ver la situación de nuestro planeta
y de nuestras sociedades para entender la falacia y perversión del sistema. Pero hay algo más, se priva a muchos miembros de la comunidad
de sus sueños y de la proyección espiritual. Comunidades que no tienen acceso a la cultura, al arte, pero que además no están
en sus necesidades. He
visto azorado como no se conoce, ni se entiende cultivar el espíritu, contemplar la belleza de la naturaleza, del arte,
de la música, del espíritu, de la meditación interior, de la consideración de los valores, de
la creación personal, como algo que no le corresponde. Se le ha privado al ser de sus sueños, no sólo de la concreción
de los mismos, sino también de pensarlos, porque pareciera que no tienen ni le corresponde. No hay progreso, no hay mejoría social,
sino hay sueños, por supuesto, que ellos deben darse en un contexto donde primero deben estar satisfechas las necesidades
básicas del hombre, que éstas también son. Así como el sueño físico es necesario, si no dormimos, enfermamos
y duraría poco nuestra vida, y dentro de ese momento soñáramos, así también si el individuo
no sueña con su futuro, con su proyección de vida, con encontrar su verdad y su libertad, la sociedad no progresa. Esta carencia de necesidades básicas y
este cercenamiento de los sueños personales es el mayor castigo social que las dirigencias propinan a las comunidades
sociales.
Elias D Galati
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EL DIA DESPUES. TIEMPO DE REFLEXION. La mayoría de los acontecimientos de nuestra
vida suceden de manera imprevista. Aunque
tengamos conciencia de ellos, y hasta los esperemos, no sabemos cuándo ni cómo, y se aparecen en el momento
menos esperado. Es
cierto que hay cosas que planeamos, y algunas hasta cuidadosamente. Nuestros estudios, nuestras relaciones, el casamiento, ser padres, buscar un empleo,
son cosas que están en nuestra mente y procuramos llevarlas por buen camino y dentro de un tiempo señalado. Pero la vida tiene sus contingencias y aún
dentro de esas situaciones suceden circunstancias inesperadas. Otras agradables o pesarosas son totalmente impensadas, recibir un premio, un
accidente, aún la muerte súbita, encontrar algo perdido o hallar una persona de la que estábamos separado
la mayoría de las veces ocurre de repente y sin aviso. Sobre todo la muerte; casi nadie espera la muerte y nadie sabe con seguridad cuando sucederá
aun siendo la única condición de factibilidad exacta de nuestras vidas. Es así aunque queramos ocultarlo, de lo único que
estamos seguro y es inexorable en nuestra vida es que moriremos, lo demás es aleatorio, puede ser o no, suceder o
no Los sucesos impactan
en nosotros, causándonos alegría o pesar, desazón, tristeza, júbilo o esperanza. El impacto es inmediato y conmueve nuestro ser,
tanto la mente como el corazón. Por lo general no podemos digerirlo ni evaluarlo de inmediato; nos provoca una emoción que desequilibra
el statu quo en el que estamos, y modifica drásticamente nuestra postura vital.
Por supuesto en gran medida condiciona nuestras acciones y nuestro comportamiento
a partir del acontecimiento. Para
bien o para mal, para mejor o para peor, pero la primera reacción es instantánea, instintiva y visceral. Por eso el día después es tiempo
de reflexión. Día
después en sentido figurado, porque puede ser realmente el día después, o una semana, un mes, o mayor
tiempo y a veces nunca. Los
que no reflexionen sobre los acontecimientos, seguirán a la deriva de las situaciones creadas interna y externamente
por lo que les ha pasado. Sentirán
las consecuencias, cambiarán quizás sus costumbres, pero no habrán aprendido de ellas, no habrán
logrado sacar provecho de la interacción elemental y vital del hombre con sus semejantes y con el medio. Aquellos que logran reflexionar aprenderán
un poco más y entenderán mejor su vida y las relaciones existenciales. Porque las situaciones suceden, es inexorable, a despecho de nuestro
deseo, de nuestra preferencia o de lo que esperemos de la vida. ¿Qué debo hacer? En primer lugar comprender como ha impactado el hecho en mi ser, si me ha conmovido,
si me ha alegrado o entristecido. Luego
reflexionar qué y cómo me ha cambiado, y como he quedado colocado en la nueva situación. Por último que me dice el hecho sucedido;
que me ha querido señalar la rutina vital con lo acaecido, y también como respondo, y que le digo yo a la nueva
situación. De
ello surgirá una evaluación, y una nueva conducta. Como me comporte a posteriori de la situación señalará si
he asumido o no la circunstancia que me ha tocado vivir. La mayor emoción y la más grande contingencia se produce ante la muerte. No podemos asistir a nuestra propia muerte, pero
asistimos y tratamos de comprenderla a través de la muerte de nuestros semejantes. Nos llena de interrogantes: ¿Quién soy? ¿de
dónde vengo y a dónde voy? ¿He cumplido mi rol y mi destino? ¿Fui bueno, tolerante, comprensivo,
logré mejorar la calidad de vida o por el contrario mi intolerancia e incomprensión fue perjudicial tanto para
mí como para los otros? Asimilé
la conmoción, me hizo mejor o me deterioró y empalideció mi existencia. No hay mayor reflexión que la soledad frente a la muerte,
encarnada en un semejante, de la que somos testigos, tratamos de comprender y no podemos y esperamos desde la angustia del
ser, poder comprenderla para nosotros, en el momento culminar de nuestra vida.
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LA PALABRA BIENHECHORA Bienhechor es aquel que hace un bien, que beneficia,
en especial el que hace un
bien o presta una ayuda a otra u otras personas de manera desinteresada. Proviene del latín benefactor-oris, y tiene el significado de bien hecho. En otro sentido puede significar la restauración,
es decir volver a la situación original, después que esta fue cambiada o modificada. Ambos sentidos son aplicables a la palabra bienhechora, tanto aquella
que tiende a hacer
el bien o ayudar a otros, como también la que tiende a restaurar a volver al lugar original, natural y común las situaciones en que otros puedan encontrarse. La comunicación es indispensable para
el hombre; de esa forma el mismo transmite
información. El
lenguaje es la forma de comunicación humana, existiendo muchas formas de lenguaje, no sólo el oral y escrito, sino también
otros medios, no sólo los gestos,
la mímica, sino en esta era tecnológica las numerosas formas de comunicación digital que existen. Si en otras épocas, la palabra se manifestaba
a través de la conversación, de la prensa, del teléfono y otros medios, y las vías de acceso a los diversos centros de población aceleraban la comunicación,
hoy en día el paradigma de
la comunicación está en la red. Si alguien quiere estar comunicado con el mundo, más allá de estar en un lugar de fácil acceso, con elementos a
su alrededor que lo puedan comunicar, con vías terrestres, marítimas y aéreas que lo acerquen, es posible que esté en el centro de la comunicación, careciendo
de todos esos elementos, pero si
tiene acceso a Internet. Igualmente
sigue siendo el lenguaje, y la palabra es el alma del lenguaje, pero debe ser adecuada a la función que va a cumplir, es decir la comunicación virtual. La historia nos enseña y comprueba, que
la mayoría de las palabras no son bienhechoras. En
el hombre existen pulsiones, algunas naturales, que promueven un grado de competitividad, un deseo de superación, y hasta un nivel de consideración sobre sí mismo, sobre sus ideas y sus
realizaciones mejor que el de los otros, y una condición de minimizar y no considerar los logros y realizaciones de los demás. Con esa intención es difícil emplear palabras que
beneficien o ayuden a los demás. Con el agravante, que no todos están dispuestos
a dar a conocer el modo o la forma
en que lograron superarse, para ejemplo y modelo de los demás porque podrían competir y aún superarlo. Pero hay una condición que hace a la esencia del ser humano,
y que es la búsqueda
de la felicidad. Para
lograr la felicidad, hay que ser mejores, hay que progresar, y nadie puede progresar ni mejorar sólo, por sí mismo; el hombre como ser
social necesita de
sus semejantes, no sólo por los roles que asume cada uno, y que sería imposible que todos y cada uno asumieran todos los roles, sino también por el sentido comunitario que tiene nuestra
especie. Todos en algún
momento de nuestra existencia, hemos esperado una palabra de aliento, una idea que nos permita solucionar una situación que se hacía crónica y no mejoraba. Quién no ha tenido alguna vez el deseo
de sentir que alguien lo apoyaba, lo sostenía y le daba los instrumentos para salir del momento que vivía. Ahí es cuando se hace necesaria la palabra
bienhechora. Que puede
ser dicha de primera mano, si uno forma parte de la situación, o si se siente amigo o próximo a quien la necesita. Pero que puede estar, por la maravilla de la
comunicación, en algún lugar, un libro, una revista, un audio, un mensaje en la red, o un relato que se haya hecho en otro momento y en otro lugar y que como
todo lo que decimos y hacemos
queda en este universo poli funcional, que es la palabra hablada o escrita que se desparrama por el mundo, sin que tengamos conciencia adonde llega. Entonces es un deber y una responsabilidad, que todo, absolutamente
todo lo que digamos
o escribamos sea bienhechor. Que
nuestras apreciaciones sean ecuánimes, que nuestras razones busquen el equilibrio, que nuestros textos surjan desde el amor y no desde
el desprecio, el rencor,
la violencia o la discriminación. Porque lo que ha salido de tu boca o has escrito con tu mano, queda, está en el infinito acervo de la cultura humana, que
para bien o para mal se transmite a
tus semejantes Por
eso proclamemos y escribamos palabras de bondad, que sean útiles para quienes las necesitan, equilibradas, reales, justas y verdaderas,
que permita que el
hombre sea mejor y llegue a la felicidad. Elias D. Galati
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EVALUACION DE LO QUE
HICIMOS O NO HICIMOS Al finalizar el año evaluamos qué hemos hecho
y qué no hemos podido hacer, es decir que metas hemos cumplido, cuales han quedado relegadas, cualesno pudieron ser concretadas. En esta introspección tratamos de ordenar nuestro espíritu, nuestro corazón,señalando prioridades, valores esenciales a los que debemos
atenernos. Es un escenario repetido,
pareciera que cada año que pasa lleva la misma condición y hasta la misma proyección. Esta consideración nos pone frente
a valores, comportamientos que son claves en nuestra
vida. Observamos que hay algunos que son más difíciles
de concretar o que nos cuesta más asumir y poner en
práctica. La honestidad, la humildad y la pureza forman
parte de ese grupo, que nos es difícil cumplir, nos
desvían de los objetivos, impidiendo que se concreten en nuestras acciones sobre todo en la vida de relación. - La
honestidad es la decencia y moderación en la persona, acciones y palabras. Es el recato, el pudor, la honradez. Desde el punto de vista psicológico la honestidad entendida también
como honradez es el tipo de conducta que se caracteriza
por el respeto al derecho ajeno, en especial en cuanto al
fraude y la mentira para conseguir ventajas económicas o de otra índole. La humildad es la condición del hombre, que desde el conocimiento de sí mismo, de su finitud, excluye la soberbia
y la presunción, pero también el servilismo. Desde la condición cristiana es el agradecimiento a la dignidad dada por Dios. Psicológicamente
es la actitud con que el individuo se conduce respecto a otras
personas, desde un lugar inferior. Muchas veces se confunde
la humildad con la sumisión, en especial en la vida
de relación, cuando no hay paridad entre quienes se relacionan, confundiendo la realidad de quienes tienen conciencia y saben perfectamente su condición de imperfectos, de seres que deben progresar, crecer y mejorar, con quienes desde una actitud de soberbia, se creen mejores, superiores a sus semejantes. La
humildad fue desconocida en el mundo antiguo, y San Pablo quién adopta por primera vez la palabra, entiende que es la ausencia del espíritu de competencia y de vanagloria. Kant distinguió la humildad moral que es el sentimiento de la pequeñez de nuestro valor en relación con la ley, de la humildad espúrea que es la pretensión de adquirir mediante
la renuncia a cualquier valor moral de sí, un valor
moral oculto. Spinoza considera que la humildad no es una virtud sino una
pasión, que nace de una emoción pasiva,
considerando el hombre su impotencia, por el conocimiento
de algo más potente que él que limita su potencia de obrar. Lo puro es considerado libre y exento de mezcla, pero en relación a lacualidad del ser, es el que procede con desinterés en el desempeño de su empleo o en la administración de justicia. Es lo que no incluye ninguna restricción, excepción o condición.La pureza es característica de las cualidades sensibles que denotan uniformidad o ausencia de diversos elementos.+Filosóficamente es lo que está constituido de manera rigurosa conforme a su propia definición.Ejercer con nuestras acciones la decencia y el recato, excluir la soberbia y la presunción y mantenerse puro, procediendo con desinterés
y sin perjudicar a otros, es una tarea difícil
y compleja. En
nuestra vida de relación competimos, buscamos la gloria y la fama, deseamos los bienes materiales a veces sin tener en cuenta el fraude y la mentira y muchas veces miramos hacia otro lado, renunciando a la pureza de corazón. Casi siempre nos encontramos con la misma
respuesta del otro, a quientambién le cuesta mantener
sus valores incólumes y trasgrede su condición. Pero
no hay otra forma de lograr una unidad firme, una sociedad sólida, justa, libre y equilibrada, sin poner en consideración los
valores en la respuesta que se le da al otro. Iniciemos este camino de un nuevo año con un comportamiento decente y recatado, rechazando toda soberbia y presunción y con un corazón
puro, que tienda a respetar al prójimo, y busque la
justicia, la libertad, la paz y la felicidad de todos.
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LA VERDADERA VIDA Todos nos hemos preguntado, en algún
momento de nuestra existencia, porque vivimos, para que vivimos, cual es nuestro destino y que es lo que debemos hacer. Es nuestra preocupación determinada por
la acción, por la necesidad de entender y sostener lo que hacemos, y por aclarar nuestra conciencia y tratar que nuestro
comportamiento esté adecuado a nuestros pensamientos y nuestros valores. Pero todas esas preguntas, están subordinadas a una pregunta elemental
y fundamental, que rara vez la cuestionamos, y que es la verdadera vida. ¿Cuál es la verdadera vida? Es decir cuál es el "como"
y el "qué" de nuestra existencia. En toda la historia de la humanidad, pero con mayor arraigo en nuestra época, la existencia
y la conducta humana, ha estado determinada por circunstancia externas que la condicionan y la oprimen. El tiempo y el lugar en que vivimos, las situaciones
históricas y sobre todo la adhesión o el rechazo a las formas imperantes en nuestra sociedad, son los puntos
centrales de nuestra visión existencial. Nos movemos y actuamos de acuerdo a esos estímulos y al impacto que ellos producen en nuestro
yo, por lo que nuestra vida, es más una respuesta a la forma social que nos rodea, que una visión personal,
meditada, aceptada y querida por nuestra forma de ser y de sentir. De ahí nuestras preguntas, y la disconformidad con nuestra situación
y el decurso de nuestra existencia. Desde
la mas tierna infancia, los acontecimientos no sólo impresionan nuestros sentidos, sino que nos marcan de manera indeleble
y en forma notable determinan nuestros comportamientos. Nadie puede escapar al contexto histórico que vive, ni estar ajeno al hábitat,
a las tradiciones, a los usos y costumbres que imperan, y que adoptamos forzados por quienes nos forman y educan. No significa ello que esté mal, o que
debamos prescindir de ellos, la cuestión estriba en el lugar que los ponemos y en la prelación que le damos
sobre todo en nuestra conducta Es
cierto que uno actúa, se viste, se nutre, y se relaciona en función de la costumbre local, y de acuerdo a como
ha funcionado tradicionalmente la sociedad en que vive. Pero esos aspectos formales muchas veces se convierten en esenciales y delimitan nuestra capacidad
de acción y nuestra concepción de la existencia como una forma de progresar, de ser felices y solidarios con
los demás. La verdadera
vida es algo más, es una vuelta de tuerca desde nuestro yo, nuestra interioridad, impulsada por nuestra capacidad,
nuestros valores y nuestras perspectivas, que apunta a una perspectiva superior, a una trascendencia de la existencia, a
una forma de entender la vida, más allá de lo formal hacia una forma de acción que nos colme, nos perfecciona
y nos permita realizarnos como persona y como individuos de una comunidad. Esta trascendencia tiene que ver con el deber ser, con el rol que uno juega en
el entorno social, y con el destino que ha propuesto a su vida, y el logro personal al que aspira. La existencia es un compromiso y una responsabilidad, con nosotros
y con los demás. Un
compromiso con cumplir lo que somos y sentimos, y dejar una marca en el camino, y una responsabilidad para desde nuestro rol,
ser partícipes de la vida de los demás, mejorar el entorno, ayudar a quién lo necesita, y crear un mundo
y una humanidad mejor. La
verdadera vida surge desde nuestro interior, desde la aceptación de nuestro destino y del cumplimiento de los roles
que debemos jugar en la existencia, y de la coherencia como nos movemos para nosotros y para los otros. La verdadera vida, es una aspiración que
poco a poco, vamos convirtiendo en realidad, es entender que por sobre el goce, el placer y los derechos, se extiende con
mayor profundidad y compromiso, el deber. Ese deber que nos debe hacer pacíficos, buenos, equilibrados, magnánimos, justos y adecuados,
para lograr ser auténticamente libres y felices y para lograr la paz, la alegría y la felicidad de toda la humanidad. No hay verdadera vida sin un compromiso, sin
un trabajo, sin una constante realización y acción en favor de ser mejores, desde nuestro interior, perfeccionando
nuestro yo, nuestro sentir y nuestro modo de ser.
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LA INTEGRIDAD La integridad o calidad de íntegro,
es el estado de aquello que no le falta ninguna de sus partes, que está completo, incorruptible, recto. En otra acepción
es aquel desinteresado, probo. Corresponde a un estado de pureza y conservación en el que está garantizada
evitar su alteración. Como valor moral es la cualidad de la persona, que procede correcta y ordenadamente, según
su deber y que por ninguna circunstancia altera su conducta ante situaciones de conveniencia, favores o dificultades. Asimilar la integridad
a la probidad significa resaltar la bondad, la rectitud de ánimo, la hombría de bien, la honradez en el obrar. Como tantas otras
cosas, la integridad es una actitud ante la vida. Es la posición desde su interior, que el hombre adopta para enfrentar
la existencia. El principio de identidad esta asociado a otros principios éticos, en especial con el valor de la honestidad,
el respeto, la armonía, el desinterés y la transparencia en las relaciones humanas. La persona íntegra
amolda su conducta a sus sentimientos y sus valores, siempre en relación con el mayor bien, y considerando su comportamiento
desde el rol que le corresponde en su grupo social y en la humanidad, poniendo en primer lugar el bien común, y la
armonía universal. Sus valores se relacionan con la honestidad, la honradez, la lealtad y la verdad, y tiene respeto por los
demás como por sí misma y controla sus emociones. Es bien conocido el texto de Aristóteles, sobre
su maestro Platón, por la crítica a su doctrina filosófica "soy amigo de Platón, pero más
amigo soy de la verdad". Esta cualidad faculta al individuo para decidir por sí mismo, sobre su comportamiento
y creencias, sabiendo que hará lo correcto y no perjudicará a otros. La falta de integridad nos conduce a
una doble moral; nuestros dichos son opuestos a nuestra conducta, o aun peor, exigimos a los demás conductas que jamás
realizamos nosotros. Decia Groucho Marx "Estos son mis principios, pero si no le gustan, tengo otros". Lamentablemente en
la sociedad actual, hay tantos ejemplos de comportamientos de doble moral, en ambos sentidos. En enseñar una conducta y practicar
otra o la opuesta, y la de acomodar sus principios y valores, a la conveniencia, al poder de turno, a quien más me
da, o a favorecer amigos o compañeros. La integridad es un camino y un esfuerzo diario, constantemente hay
que esmerarse por ser mejor persona, por corregir errores, por implicar la conducta a la integración, la paz, la igualdad
y la felicidad de todos los hombres sin distinción. Es una tarea que se debe asumir, aceptando nuestras falencias,
pidiendo perdón constantemente por nuestros errores, y tratando en lo posible de reparar los daños cometidos. Como resultado, el
esforzarse por conseguir la integridad moral, te hace confiable a los demás, te permite tener una conciencia tranquila,transitar
la existencia hacia objetivos seguros, y lograr la armonía y la paz interior que hará irradiar la misma hacia
nuestros semejantes. Seremos vistos y considerados como íntegros y lograremos junto con nuestros semejantes que se han propuesto
el mismo camino, la construcción de una persona mejor, nosotros mismos, y de un mundo mejor, el que vivimos. En última instancia
parte de la convicción que hay un principio superior que es el cumplimiento de nuestro deber. Un viejo proverbio
oriental señala que nunca tu deseo supere a tu deber. Es cierto que el deseo es el motor de la conducta humana, pero
el hombre íntegro sabe discernir cual es el deseo correcto, y cual el incorrecto. Que es lo que debe hacer, y que lo que
no debería hacer, y como puede su comportamiento ayudar a mejorar la vida de los hombres, o complicar y perjudicar
a los otros. Miremos a nuestro interior, y juzguemos con honestidad si nos consideramos íntegros, si nuestra conducta
esta marcada por nuestro deber y por el sentimiento de ser realmente íntegros, probos y servidores de la verdad. Elias D. Galati
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EL CAOS El término caos tiene dos acepciones, la primera es el estado
amorfo e indefinido que se supone anterior a la constitución del cosmos y la segunda la confusión o el desorden.Proviene del griego khaos que era un abismo profundo y oscuro.Para la mitología griega el caos era la primera materia
existente, y el origen de todas las cosas. Era
una divinidad sin personalidad que se le dio forma como Erebo, el dios de las tinieblas, y Nyx, la diosa de la noche.Tambien era un antiguo Dios griego, que componía la
atmósfera más cercana al planeta Tierra y era el encargado de adivinar el destino; éste es el primero
entre los dioses elementales, y el creador de Gea (la tierra). La física del siglo XX descubrió y ubicó el caos en el universo, señalando
que la mayoría de los sistemas dinámicos tienen movimientos tan complejos con sus trayectorias entrecruzadas
en forma errática y turbulenta, resultando imposible toda predicción detallada para tiempos grandes. Para la filosofía significa abismo abierto,
el estado de completo desorden anterior a la formación del mundo.De allí surge que el caos es lo opuesto al orden, o sea que son conceptos antagónicos. Alude a la desorganización y el desconcierto
y también a la inexistencia de autoridad.En un sistema el caos se manifiesta por dos circunstancias la falta de orden y la carencia de control. En realidad tendemos a creer que la vida está
ordenada, y muchas veces pensamos que determinada; esa circunstancia choca contra nuestra manera de pensar, en realidad contra
nuestra libertad, entendida como el libre albedrío. La libertad es un concepto restringido, nunca puede ni debe ser absoluta, y el orden es una
concepción esencial para la vida comunitaria.Si no hay parámetros, si no hay una valoración que determine prioridades, es muy difícil el equilibrio
social. Todas las situaciones
que ocurren en orden a la discrepancia social tienen que ver con esta disparidad entre las personas, en la cual hay algunas
que se sienten privilegiadas o superiores, y que pretenden superar el orden y crear uno personal. El problema mas importante sin embargo, es el caos interior. Poner
en orden nuestro yo íntimo.Nuestras
concepciones e ideales, deben plasmarse en conductas y comportamientos que sean coherentes con ellos. Pero el hombre muchas veces, por conveniencia, por soberbia, por
pretender estar en mejor posición, por cobardía y hasta por tapar situaciones, que han sido erradas o equívocas,
y que pretende justificar o no considerar, actúa y acciona en dirección distinta a sus ideas y valores. Esta situación provoca una disyuntiva
interior que lo lleva al caos, por el cual pierde la armonía y la paz interior.Por eso es crucial que uno pueda ponerse consigo mismo a tratar de encontrar el
orden en su caos interior. A tratar
de desentrañar cuales son los conflictos o las situaciones que disparan comportamientos que no son adecuados a sus
creencias. Para ello hay
que tratar de construir un ambiente de paz que invite a mirar hacia adentro y explorar la situación interior a fin
de poner orden.Porque aunque creemos
que vivimos en un mundo ordenado y estable y que puede contenernos, muchas veces nos impulsa a acciones disímiles. Creemos en la vida y en su proyección,
pero vivimos en conflicto, con reyertas, rencores y odios no reprimidos, y de esa manera nos ponemos en conflictos interiores
difíciles de superar. Creemos
y predicamos el equilibrio y la igualdad, pero la soberbia, el oportunismo y el deseo de privilegiarnos, nos hace conducirnos
de modo de superar a los otros, y de obtener mayores beneficios.Creemos en la paz, y nuestra vida diaria es de continua rencillas y rencores.Creemos que nos deben perdonar, pero no perdonamos Todas estas cosas nos conducen a un caos interior difícil
de digerir y que contamina nuestra existencia. El peligro es que nuestra vida no tenga un caos ocasional, sino que sea permanente, lo que provoca
un caos emocional, perdemos la coherencia y no razonamos, entonces ya no hay control ni orden, lo que hace que vivamos en
sufrimiento y hagamos sufrir a los demás. Debemos volver a la paz y la armonía interior, que significa no la falta de conflicto y de inquietud,
sino que nos devuelve el equilibrio y la verdadera identidad.El camino es desde nuestro yo interior amar al otro, proceder con bondad y humildad, aceptar la verdad
y la justicia, y tener la valentía de reconocer nuestra falencia y pedir perdón, comprometiéndose a reparar
y no reincidir en dichas conductas.
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VER LA LUZ Hay un momento en nuestra existencia, en que comprendemos de repente una situación
o una realidad, que se nos ha mostrado permanentemente durante mucho tiempo, pero pasaba inadvertida. Ese momento se conoce en la filosofía alemana como la intuición
del "ajá", como que en un momento se revela a nuestra entender, como si se develara aquello que lo cubre
y nuestra mente lo comprendiera. He tenido
una experiencia personal al respecto; durante años escuché y vi La Flauta Mágica de Mozart y nunca reparé
en el manifiesto de Sarastro que dice "el amor verdadero entre dos seres es el origen de la sabiduría". En el contexto de la ópera y de la música,
devino inadvertido, hasta que un día se me reveló una realidad inconmensurable, que unía el amor con
el saber, que era la relación existencial elemental, y comencé a entender no sólo el libreto de la ópera
sino también la música que lo acompañaba, cuyos acordes iban en consonancia con esa relación. En nuestra vida y en la de todos los hombres asumimos
varios roles, y nuestra existencia comprende
muchas rutinas, que ya casi son automáticas. Las hacemos casi sin pensar y son consecuencia de nuestra formación, nuestra cultura y nuestras elecciones.Dentro
de ellas se deslizan conceptos, que ni siquiera evaluamos, y algunos pueden estar en colisión con lo pensamos, con lo que somos y queremos, pero dada su condición
casi automática no nos damos cuenta. Sucede con las personas, con las cosas y con las relaciones. Las aceptamos, obramos
en consecuencia sin analizar ni pensar en profundidad su valoración y su conveniencia. Es como el cuento de los 7 monos, si siempre se hizo así, para que
vamos a cambiar. En realidad inconscientemente nos sentimos cómodos, porque sabemos que hacer de antemano, y no debemos
juzgar, ni ser juzgado, porque es algo quem rutinariamente se ha hecho y se hará siempre. Hasta que un día llega el momento del "ajá", se
quitan los velos de la situación y la vemos tal cual es, y es posible que no nos guste, que hasta nos espante o que
nos remita a sentirnos culpables y tontos de haberla aceptadotanto tiempo. Mi vida personal,
familiar, social, política y cultural está llena de estos automatismos, que refrendamos todos los días. ero la realidad es una, y a veces como una pared,
se nos estrella en la cara. Cuando eso sucede
quedamos descolocados, nos sentimos desprotegidos y solos, y tenemos que evaluar, juzgar y actuar. Hay dos caminos, el de
los necios que pretenden creer que la realidad está equivocada, y que es su reflejo y su idea de la misma, la
que debe prevalecer, y obran en consecuencia repitiendo y equivocando el camino y la del hombre que cree en su finitud, en
sus errores, en la posibilidad de mejorar, y quecomprende que está equivocado y debe cambiar. En realidad somos artífices de nuestro destino, y responsables de
nuestraexistencia.Si hemos llegado hasta aquí es porque hemos elegido este camino, y porque hemos empleado los medios
que elegimos para lograrlo. Culpar a otros de nuestro destino, es signo de impotencia y carencia de aptitudes. Permanecer
en el error, redoblar la apuesta, e intentar desafiar la realidad, es signo de una pobreza existencial e intelectual rayana
en la estupidez. ¿Qué hacer
cuando se nos revela la realidad y se nos muestra la verdad? Debemos poner en crisis nuestro pensamiento y juzgar la validez de nuestras acciones y de nuestro comportamiento. Para ello es necesario valorar y comprender con exactitud cual es la verdaden la que descansa nuestra rutina existencial. Somos libres, tanto de haber elegido este camino, de
haber llegado a esta situación, como
de aceptar el error y cambiarla para bien nuestro y de nuestros hermanos. Haberse encontrado
con la verdad desnuda, con la realidad real, es ponerse enfrente de uno mismo, evaluar su vida, el camino recorrido y aceptar errores y aciertos. Es enfrentar la luz, después de estar en tinieblas. El problema es que debemos tener la capacidad de poder percibirla, como si nuestros ojos se debieran acostumbrar a la armoniosa
luminosidad de la verdad, y de lo que es real. Es hacer el mea culpa, despojado de cualquier aditamento;
nosotros juzgándonos a nosotros sin
condición. Hay mucho de humildad,
de sencillez, de misericordia en este recorrido, pero también de tenacidad, de equilibrio, de justicia y de armonía. Elias D. Galati
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SIGANME En la vida social algunas personas se colocan
por encima del resto de sus congéneres, ya sea por capacidad, por aptitud política o social, por imposición
o por tantas otras circunstancias que hacen que crean y necesiten ser consideradas como importantes y líderes de su
grupo. El liderazgo es
una capacidad y una aptitud del hombre. El líder es el jefe de un grupo o partido político; es la persona que dirige o arrastra a su
grupo El líder proporciona
la cohesión necesaria para realizar los fines del grupo, pero el mando no es un fenómeno individual sino el
producto de la interacción de todos sus miembros. Al líder se lo define más por su condición social que por sus cualidades
personales. Existen varias
tipos de líderes, en función de las características del grupo que preside. La característica psicológica esencial del liderazgo
es dada por el papel que desempeña un individuo como director, iniciador u organizador de las actividades de grupo
en una organización. Es
decir aquellas acciones que las personas deben realizar en común, no por sí solas sino con la comunidad. Dice Weber que un líder debe ser carismático,
y que éstos siempre están presentes en las sociedades, en todo tiempo y lugar, pero que a veces pasan inadvertidos,
y su tiempo se agota sin que aparezcan, porque la otra condición para su liderazgo es un pueblo que lo demande; si
no es demandado el líder transcurre en el período social como uno más. Con lo cual hay una condición de liderazgo en individuos
cuyas características son la preocupación por la comunidad, ponerse a la cabeza de sus congéneres, entender
que tienen una misión y que deben cumplirla, en ser ejemplo de otros y encaminarlos hacia sus propios objetivos. Es decir que no sólo debe haber una capacidad
especial, sino una férrea voluntad de cumplir la misión y una determinación que surge de la creencia
de sentirse apto y capaz para dirigir a los demás. Dentro de este complejo esquema se mueven además las condiciones y los valores que
posee el sujeto líder, lo que determinará su accionar y en perspectiva el accionar de su comunidad. En principio podemos señalar dos tipos
de líderes, los positivos y los negativos, es decir aquellos que impulsan y promueven la mejora social e individual,
que sostienen el progreso y que creen que el hombre permanentemente debe conseguir superarse hacia la excelencia y lograr
el grado óptimo vital, o los que sostienen que nada puede cambiar, que hay un sino o destino marcado y que se debe
aceptar lo que a uno le ha tocado en suerte y continuar así durante toda su vida. Es la diferencia entre los prohombres que creen en la libertad y
el equilibrio y los autoritarios o dominantes. Existen también el tipo altruista y el egoísta. Aquel que su preocupación mayor
es el bienestar y el progreso de todos los miembros de la comunidad, y aquel que todo lo tamiza con su conveniencia, que siempre
pone en primer lugar sus intereses, por encima de los comunes, a despecho de la igualdad, porque siente que ser superior se
lo permite. El líder
capta la voluntad de los hombres, los lleva a la aceptación de sus ponencias y sus propuestas, y a compartirla incondicionalmente,
sin discusión. Por
eso es importante determinar de dónde surge el liderazgo, de una actitud personal de superioridad o de un consenso
social, propuesto y aceptado por la comunidad, y además comprender si en realidad es verdad la propuesta o esconde
una falacia que beneficiará a quien la sostiene. Muchas veces hemos escuchado y aún llevados por actitud o por las circunstancias el
"síganme". Desde
dónde lo hemos escuchado y a quien o quienes debemos seguir. Es cierto, no todos poseemos la capacidad de liderazgo, no todos podemos arrastrar
a las personas hacia nuestras propuestas, y a veces hay quienes pueden pero no quieren, o hay quienes no están capacitados
y sin embargo arrastran tras de sí a los otros. Mas la historia es maestra y nos demuestra con la realidad, como un paredón donde nos
golpeamos, si es verdadero el liderazgo o es simple ventaja y privilegio para pocos. ¿Cuál ha sido el resultado social de síganme?
¿Qué ha pasado durante el período de pertinencia de dicho proyecto? ¿Qué ha pasado con
la vida social y con nosotros como individuos, hemos mejorado, progresado, nos hemos estancado o hemos retrocedido? Hay una gran responsabilidad de quien pide que
lo sigan, pero también de quienes se convierten en seguidores, a veces a ciegas, a tontas o a locas, por descarte o
por simpatía Hay
sólo una forma de saber si se debe aceptar el Siganme, ¿es bueno, es justo, es equilibrado, armonioso, respetuoso
de las libertades y pone a todos en un pie de igualdad, aún a los que predominan? ¿La preocupación es
el hombre, todos y cada uno de los hombres? Sigamos a aquellos que nos proponen un mundo de paz, de armonía social, de justicia y libertad y que
pretendan la felicidad de todos por igual. Elias D. Galati
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QUE HE HECHO Que he hecho con mi vida, que he hecho con mi don. Los avatares del mundo moderno y en especial en Latinoamérica
han parcializado muchos conceptos esenciales en la comprensión de la existencia personal y de la sociedad. Tomemos como ejemplo la interpelación.Interpelar
es exigir explicaciones sobre un asunto, en especial cuando se tiene autoridad o derecho. Pero en las concepciones modernas, sobre todo desde la óptica
de la liberación, se ha tomado como una relación exclusivamente hacia el otro, con sentido de exterioridad.Esta
bien que así sea, pero se ha olvidado que también hay un acto de interpelación interior, con una mirada
hacia uno mismo, el cual puede ser fundante de la interpelación exterior.Desde dicha concepción
se interpela por el acto de justicia que no hiciste. Entonces, te interpelo por lo que debiste hacer y cumplir conmigo. Por
ejemplo en atención a la pobreza, al machismo, a la dominación, a la opresión. Las situaciones recurrentes, la pobreza creciente de la mayor parte
de la población, los tipos de opresión, el machismo ancestral, el capitalismo dependiente que transfiere valor
al capitalismo central, la totalidad hegemónica, las diferencias de ciertos grupos en todos los esquemas políticos,
hacen que exista una interpelación constante, de un sector oprimido hacia los opresores. Que por lo general se produce en el seno mismo de la sociedad, es decir
un grupo social que termina oprimiendo a otro. Encarar esta interpelación es una parte de la solución y plantea una parte del problema. Porque hay un hombre común, y es innato a
todos los hombres el deseo del sumo bien, y de la felicidad. Pero si vivo en medio de una sociedad con todas las situaciones recurrentes señaladas,
y creo y espero el sumo bien, es prioritario que me interpele a mi mismo. Que tome conciencia de mi deber, me pregunte que he hecho, como he actuado y cual es mi
comportamiento. La brutal exterioridad
del post modernismo movió el eje de la condición humana y olvidó la conciencia. Que existir, existe, y que todo hombre tiene conciencia del bien, también,
ya que aún los regímenes mas atroces intentaron siempre dejar trascender que no existían violaciones,
dentro de ellos y que respetaban los derechos. Es decir aunque el sistema era perverso, tenían conciencia de su incorrección y querían
demostrar hacia fuera que no era así. Por
eso la primera interpelación debe ser la de uno mismo, sin descuidar ni negar la interpelación del otro. Que he hecho de mi vida, significa ponerse frente
a sí, mirarse interiormente y preguntar, he sido justo, fui prudente, no me abuse de los que estaban a mi mando o a
mi cuidado, tomé la mío y respeté los bienes y los derechos de los demás, intenté equilibrar
las cosas y mejorar la sociedad. Que
he hecho con mi don, es también desde uno mismo, reflexionar si los atributos y las virtudes que me han dado las he
usado correctamente, en provecho de la sociedad y agotando mis capacidades. Si puede hacer algo por el otro, por la humanidad, por la naturaleza y omití hacerlo. Si en realidad he obrado bien, con justicia y sin
omisiones. Es un acto de conciencia,
un mea culpa. Un análisis de mi yo interior, de mi alma, que si está bien hecho catapultará mi conducta
exterior y me concientizará para ver la magnitud de la pobreza de mi hermano, y de lo que puedo hacer por los demás. Ver la opresión, la tiranía, el autoritarismo,
el machismo, la violencia, el capitalismo dependiente y las diferencias y discriminación; que es lo que está
a mi alcance, que puedo hacer, que puedo general en los demás con mi obra y mi prédica. Mirar a mi interior para ver si estoy dispuesto a caminar junto a los
otros, a lograr que haya justicia, paz, equilibrio y libertad; sobretodo a lograr un mundo con hombres comprometidos al bien
común.
Miro a mí Interior
Miro a mí Interior y
me interpelo que has hecho
de tu vida, de tu don es
innato a los hombres el deseo del
sumo bien, de todo amor.
Quizás no he puesto el mismo celo que pongo en el gozo, en el placer para que la existencia tome vuelo cumpliendo estrictamente mí deber
Miro a mí hermano con
recelo aunque el egoísmo
lo haga padecer pienso que
todo acaba en este suelo
no sé acaso que debo trascender si no me igualo al otro en el sendero no podré la vida resolver
Elías D Galati
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+ EL REFLEJO DEL ALMA Se dice que los ojos son el reflejo del alma, que nuestra mirada da la pauta de quienes somos y como nos
comportamos, aunque es difícil comprender la mirada de nuestros semejantes. El alma es el numen del ser humano, la sustancia específica que se manifiesta en los
fenómenos psíquicos. Comprende las cualidades
características de la naturaleza de un individuo, en especial las cualidades emotivas de simpatía. Pero en esta concepción psicológica, la simpatía puede trocarse
en antipatía, cuando no hay respuesta al otro, o la respuesta es antagónica, pues la simpatía es una
emoción provocada en un individuo por la percepción o la idea del sufrimiento en los otros, y que lo conmueve
llevándolo a aliviar el sufrimiento. La simpatía
es repetir en uno la emoción del otro, compartirla. Se
transforma en antipatía cuando se adopta una actitud distinta y opuesta, y se niega o rechaza compartir. Cuando hay simpatía, hay también alegría y desde el alma
interior se trasluce hacia el rostro una luz que lo tersa y lo hace grato. Cuando hay antipatía, hay tensión, se tensa desde el alma, todo el cuerpo, y se manifiesta
en la dureza del rostro y la contractura de las facciones. Esta
situación no es gratuita, deja huellas, marcas en nosotros, no sólo internas sino también externas en
especial en nuestras facciones. Las comunidades también
lo sufren; vivir rodeado de personas que no son gratas, que no manifiestan emoción ni simpatía, marca un déficit
en nosotros que se trasluce en las actitudes y los reflejos exteriores. Los grupos y los pueblos que sufren tensiones permanentes, que no son considerados empáticamente,
y soportan a diario situaciones ingratas que los angustian y entristecen, poco a poco van cambiando sus facciones y se convierten
en el reflejo de lo que han recibido y reciben. La
bondad y el amor, son las características elementales del alma humana, y desde allí se reflejan en su conducta
y en su exterior. Cuando no hay bondad ni amor, o cuando
es muy difícil expresarlas dada las circunstancias o los componentes sociales que mayoritariamente existen en una comunidad,
esas características del alma humana, están como en espera, y los reflejos son distintos. Nuestra alma se refleja en primer lugar en nuestro comportamiento. Lo que hacemos, las acciones que producimos, nuestra conducta señalan quienes
somos en realidad, de qué somos capaces y que sentimos, aunque a veces nos encontramos con personas o grupos capaces
de esconder en otro tipo de conducta lo que sienten. Este
comportamiento cuando va en consonancia con nuestro interior, también ilumina y marca nuestro cuerpo, en especial nuestro
rostro. Las expresiones de bondad y de alegría
nos distienden, nos armonizan y va en consonancia nuestro interior con nuestro exterior. El transcurso del tiempo, parece que tuviera un efecto opuesto, y que nosotros y nuestras
facciones mejoraran. En segundo lugar se manifiestan
en nuestras palabras; cuando hay simpatía y bondad en nuestro interior, nuestras palabras serán bondadosas,
veraces, correctas y equilibradas. Producirán
paz a nuestro alrededor, y serán gratas para quienes nos rodean, serán consideradas y a veces tomadas como ejemplo. Empero, la falta de simpatía, la carencia de bondad,
genera una gran tensión en nuestro interior y marcan nuestro destino. Entonces nuestras expresiones serán duras, aunque no podemos escapar a quienes somos, ni
a nuestra condición humana, ni a nuestro carácter social, ni a la necesidad de ser solidarios y vivir en conjunto. Aunque haya quienes se empecinan en tratar de lograrlo,
y pretenden escapar a su condición de hombre y considerarse super héroes o superiores. ¿Cómo somos nosotros, cual es nuestra conducta, nuestras palabras,
que refleja nuestro rostro? ¿tratamos a los demás con bondad y equilibrio, tenemos simpatía con ellos
o no nos importan o somos antipáticos? Cuando
sonreímos nuestro rostro se expande y se ilumina, cuando gritamos, manifestamos rencor o maquinamos ideas no bondadosas,
en cambio, se contrae, se crispa y deja huellas que poco a poco van siendo perennes y nos marcan ¿Cómo son los que nos rodean, en especial nuestros líderes
y referentes? ¿cuales son sus conductas, sus palabras, que muestran en sus rostros? Aquellos que son bondadosos, aman la paz y la armonía, con el transcurso
de la vida mejoran su conducta, sus palabras y muestran rostros agradables. Son diáfanos y puros. Los que buscan el camino opuesto de la antipatía, son autoritarios, se
sienten superiores y discriminan, en general ajustan con mayor intensidad su conducta a lo que sienten, sus palabras son más
duras y muestran un rostro con facciones severas. ¿Cómo
reflejamos nuestra alma? Es nuestra conducta y nuestras palabras bondadosa y armónica, es nuestro rostro agradable
y placentero. De ser así podremos generar una
sociedad mas equilibrada y mas justa. Elias D Galati
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LA INTEGRIDAD La integridad o calidad de íntegro, es
el estado de aquello que no le falta ninguna de sus partes, que está completo, incorruptible, recto. En otra acepción es aquel desinteresado, probo. Corresponde a un estado de pureza y conservación en el que está garantizada evitar
su alteración. Como valor moral es la cualidad de la persona, que procede
correcta y ordenadamente, según su deber y que por ninguna circunstancia altera su conducta ante situaciones de conveniencia,
favores o dificultades. Asimilar la integridad a la probidad significa resaltar
la bondad, la rectitud de ánimo, la hombría de bien, la honradez en el obrar. Como tantas otras cosas, la integridad es una actitud ante la vida. Es la posición desde su interior, que el hombre adopta para enfrentar la existencia. El principio de identidad esta asociado a otros principios éticos, en especial con el valor de la honestidad,
el respeto, la armonía, el desinterés y la transparencia en las relaciones humanas. La persona íntegra amolda su conducta a sus sentimientos y sus valores, siempre en relación con
el mayor bien, y considerando su comportamiento desde el rol que le corresponde en su grupo social y en la humanidad, poniendo
en primer lugar el bien común, y la armonía universal. Sus valores
se relacionan con la honestidad, la honradez, la lealtad y la verdad, y tiene respeto por los demás como por sí
misma y controla sus emociones. Es bien conocido el texto de Aristóteles,
sobre su maestro Platón, por la crítica a su doctrina filosófica "soy amigo de Platón, pero
más amigo soy de la verdad". Esta cualidad faculta al individuo para
decidir por sí mismo, sobre su comportamiento y creencias, sabiendo que hará lo correcto y no perjudicará
a otros. La falta de integridad nos conduce a una doble moral; nuestros dichos
son opuestos a nuestra conducta, o aun peor, exigimos a los demás conductas que jamás realizamos nosotros. Decia Groucho Marx "Estos son mis principios, pero si no le gustan, tengo otros". Lamentablemente en la sociedad actual, hay tantos ejemplos de comportamientos de
doble moral, en ambos sentidos. En enseñar una conducta y practicar otra
o la opuesta, y la de acomodar sus principios y valores, a la conveniencia, al poder de turno, a quien más me da, o
a favorecer amigos o compañeros. La integridad es un camino y un esfuerzo
diario, constantemente hay que esmerarse por ser mejor persona, por corregir errores, por implicar la conducta a la integración,
la paz, la igualdad y la felicidad de todos los hombres sin distinción. Es
una tarea que se debe asumir, aceptando nuestras falencias, pidiendo perdón constantemente por nuestros errores, y
tratando en lo posible de reparar los daños cometidos. Como resultado,
el esforzarse por conseguir la integridad moral, te hace confiable a los demás, te permite tener una conciencia tranquila,transitar
la existencia hacia objetivos seguros, y lograr la armonía y la paz interior que hará irradiar la misma hacia
nuestros semejantes. Seremos vistos y considerados como íntegros y lograremos
junto con nuestros semejantes que se han propuesto el mismo camino, la construcción de una persona mejor, nosotros
mismos, y de un mundo mejor, el que vivimos. En última instancia parte
de la convicción que hay un principio superior que es el cumplimiento de nuestro deber. Un viejo proverbio oriental señala que nunca tu deseo supere a tu deber. Es cierto que el deseo es el motor de la conducta humana, pero el hombre íntegro sabe discernir cual
es el deseo correcto, y cual el incorrecto. Que es lo que debe hacer, y que lo
que no debería hacer, y como puede su comportamiento ayudar a mejorar la vida de los hombres, o complicar y perjudicar
a los otros. Miremos a nuestro interior, y juzguemos con honestidad si nos consideramos
íntegros, si nuestra conducta esta marcada por nuestro deber y por el sentimiento de ser realmente íntegros,
probos y servidores de la verdad. Elias D. Galati
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EL AMOR - VII Concupiscencia
y Benevolencia. Decía Jean Guitton que se ha pretendido dar dos acepciones al amor, el
amor de concupiscencia que busca el propio goce y placer y el amor de benevolencia que busca la felicidad del otro. La concupiscencia se ha entendido en sentido religioso como el desorden de los
apetitos, en especial los sensibles y la egolatría. La
persona concupiscente se ha identificado como un ser de conducta codiciosa, ávida, lujuriosa, sensual y erótica. En un sentido material se refiere a la concupiscencia
de la carne y a la avaricia. Desde el punto de vista
filosófico, en Aristóteles y Santo Tomás es considerado el deseo del placer; Platón sostiene
que hay tres poderes o facultades que dominan el alma, el poder racional, por el cual domina los impulsos, el poder concupiscible
que es irracional y preside los impulsos, los deseos y las necesidades corporales y el poder irascible auxiliar del poder
racional y que lucha por lo que la razón considera justo. La
benevolencia se ha entendido como la simpatía y buena voluntad hacia los otros. En la filosofía es considerada como la bondad y es la excelencia de cualquier objeto,
cosa o persona. Es decir es el estado de perfección,
óptimo, ejemplar. ¿Cómo amamos?
Con un amor concupiscente o con un amor benevolente. Es
posible que haya que tender una línea de la historia, determinada por el amor del hombre, como ama el ser individual
y el ser en forma grupal. Como sea la forma de amar
de los hombres, puede ser una manera de entender la sociedad en que vive. Ya hemos sostenido que el deseo es el motor del ser; nada se hace sino se desea. Pero el deseo está impostado, puesto en un ser, que no está sólo
y que lo que desea, lo desea también el otro, y que además desea a otro o a otros, y a veces es complacido y
compartido y a veces no. Entonces el deseo está
enmarcado en la alteridad y en la libertad, la propia y la ajena. El
egoísmo, la soberbia, el considerarnos superiores nos llevará a entender el amor como una conquista, como un
triunfo, y desatará las pasiones personales llevando el amor a la concupiscencia. Entender que el amor, es un acto grupal, por lo menos de dos, aún en el extremo de
un ser que ame y no sea amado, porque en sí estará impostando el otro, el objeto amado, dará lugar a
la benevolencia. El amor será entonces bondad,
desde la libertad de los amantes, sin condiciones ni discriminaciones. El amor será un goce y un placer compartido, que se irradia hacia el otro, y que es irradiado del
otro hacia uno. El amor señalará así
lo felicidad, que no tiene otro modo de ser, que ser compartida, porque no hay verdadera felicidad en el seno de uno mismo,
sin salida. El amor benevolente anuncia la parusía,
el amor total, integral, que en el pequeño amor de pareja, en el amor del seno de la familia, representa y expresa
el amor universal, el amor de todos y por todos, en el fondo el amor de Dios. Elias D Galati
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HASTA AQUÍ LLEGUE "Que el mundo fue y será una porquería ya lo sé, en el 510 y en el 2000 también..."
Discépolo "Cambalache" Plantar Bandera, es un término
del argot argentino, que significa, hasta aquí llegue, se acabó, desisto de aquello que había emprendido. Es una situación interior y existencial, en la que se encuentran aquellos que siempre
han querido modificar su entorno, y llegan a la conclusión que todo intento es imposible. Que la fuerza del poder y del dinero, en manos de inescrupulosos y gente de espíritu rencoroso o vengativo,
es superior a cualquier intento, individual o colectivo que se pueda emprender. Hay primero una tristeza, después un hastío y por fin un propósito de liberación, queriendo
deshacerse del objetivo que no se pudo cumplir, y pensar en otro u otra cosa. Hay que tener en cuenta, que la situación que lleva a este hartazgo y al propósito de concluir con
el empeño realizado, tiene como origen la postura de algún individuo o grupos de individuos, cuyo perfil es
soberbio, autoritario, inmodificable y superior al resto de sus semejantes. Denota una falta de paz y armonía interior,
y quizás un desprecio por sí mismo.Desde lo psicológico,
el que trata mal a los demás, se trata mal a si mismo, el que odia, es porque también se odia a si mismo, porque
cada cual proyecta lo que en el fondo íntimamente es.Si a ese perfi se une el componente de ser poderoso, o de tener riqueza
exorbitante, el juego parece concluido.El poder y el dinero fascinan, desde ambos lados, desde el que lo posee y desde el que lo sufre. Porque como no se puede vivir sin un poco de
autoestima, aquellos que creen que no la tienen, se impostan en la estima de los demás.Es como el simpatizante de una institución deportiva, que siente que cuando gana, es él quien
gana. O el adepto a un sector o un partido, o un ídolo, que siente
que sus triunfos y lo que logra, es también suyo. Este paquete
psicológico social, muy post moderno, es el que constituye la mayoría de las sociedades que se generan en países
en desarrollo, y que obstruyen su crecimiento, otorgando un crecimiento exponencial a los dueños del poder y del dinero.El individuo y el grupo, se fija metas.Piensam , si logramos esta condición, si recortamos cierto poder o cierta
influencia, las cosas cambiarán. Paradogicamentem en lugar de
cambiar, las cosas empeoran, se hacen mas favorables a los poderosos y peores para ellos. Dicen los biólogos, que cualquier organismo que levanta la cabeza, y es golpeado cada vez que
la levanta, a la cuarta o quinta vez es posible que no la levante más.Entonces, cunde el desánimo, y además el cuestionamiento
personal, por haber evaluado mal.Creí que si esto pasaba, íbamos
a estar mejor, pero no, me equivoqué, entonces quizás las cosas siempre sean así.¿Qué hago? Planto bandera, me rindo, dejo de oponerme, de protestar, de tratar de crear
un entorno distinto, y que las cosas sigan su caminoPero hay un error conceptual.El mundo gira, y siempre tiene vuelto.El
que está aquí, podrá estar allí, y el que las hace las paga. La historia nos muestra muchísimos ejemplos
de poder absoluto, de riquezas fastuosas, que han terminado y caído en el ostracismo.Porque además hay otra situación, el que pretende cambiar la realidad a su antojo, porque
no le conviene o no le gusta, podrá crear otra realidad paralela, relatarla o señalarla como real, pero en rigor
de verdad, no será la realidad.Con el agravante, que aquello que quiso ocultar, o que no haya sucedido, en realidad sucedió y lo tiene
incorporado a su ser. Él es quien es, con lo que en realidad fue, no con lo que pretende hacer creer
que fue, y está incorporada esa realidad en su ser, en su cuerpo y en su alma, sin otra posibilidad. Sólo tratar de ser mejor, tratar de vivir una vida distinta. La vida es bella, y llena de esperanzas, no importa lo que suceda a nuestro alrededor,
siempre nosotros podemos agregarle un plus desde nuestro compromiso con la bondad, la justicia, la paz, el equilibrio y sobre
todo el amor. Porque es el amor la fuerza que hará que el mundo cambie, insensiblemente
y aunque nos cuesto mucho y nos duela.Por eso "Hasta aquí llegue", es el argumento
que debemos emplear en el momento de emprender la partida hacia el más allá, y con la convicción
de haber hecho lo imposible para cumplir con nuestro deber.
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ii. EL AMOR I - La vida es amor. Si la vida no es un acto
de amor no vale la pena vivirla. Ese ha sido mi lema desde temprana edad, porque entendí que la vida es amor,
sino no es vida. Por eso se debe decir que todos los días es el día del Amor ¿Por qué
la vida es amor? La existencia es un don, un bien imposible de compensar, que nos hace deudores irredentos de la vida,
a todos sin excepción. No hay forma de equilibrar el don de la vida, y entonces debemos ponernos en el camino
de dar vida, física o espiritual; ya que no podemos devolver generar en otros la vida. Es un acto de amor, y esa
realidad está inmersa en la vida, en lo que soy, lo que pienso, lo que siento, lo que proyecto. La comprensión
se logra desde la humildad y desde la sencillez del niño; que no comprende, pero sabe que siente, y entiende lo que
siente. Así es el amor, no se puede definir, no se puede explicar, pero siento que amo, sé que amo, desde
las profundidades del ser, desde la vida misma, y este entendimiento hace la unión íntima de vida y amor. Cuando vives el amor, tu cuerpo irradia serenidad y paz, quedas inmóvil en el gozo, en el disfrute sublime del momento
de amar. Es la dimensión y el dilema de la existencia. Vivir enamorado o vivir angustiado. La vida sin amor,
genera contrariedad, tristeza, angustia y frustración, en realidad no es vida. Hasta tal punto la vida es amor,
que quien pierde el amor, pierde la vida tratando de recuperarlo. Toda su existencia no es más que una búsqueda
incesante del amor perdido, de aquello que sabe que es la única felicidad a la que puede aspirar. Toda nuestra
existencia está contenida en las emociones y los sentimientos que reflejan la respuesta a los estímulos que
recibimos. Nos dan conocimiento en un marco de libertad y responsabilidad, que nos llevará a la bondad, a la ternura,
es decir en última instancia al amor. Es cierto que desde nuestra libertad podemos elegir torcer el camino, comportarnos
con rencor, odio, violencia, injusticia y discriminación. Más estos comportamientos son eco de la soberbia
y de la avaricia, en sí de un amor mal entendido, de un amor personal exclusivo, que deja de lado al otro y lo rechaza. Es un amor prostituido, es no haber comprendido que el amor se da en el otro, porque en realidad no terminamos de constituirnos
como seres humanos sino en la alteridad, en el otro. Y si la constitución final del ser, es el otro, es única
y exclusivamente por el amor. Porque sólo el amor nos hace hombres dignos, solo el amor nos salva, solo el amor
nos da vida.
III-
El amor universalAunque el amor es un sentimiento, es también
un concepto y el Amor Universal no es un concepto religioso, es físico. Es una ley universal como la ley de la gravedad,
es la fuente de energía más poderosa e indestructible que existe. Aunque no sepamos reconocerlo, está dentro nuestro, es una condición de todos que
nos lleva al amor. Porque todo el universo proviene
de la misma fuente, de ahí proviene todo ser vivo de este mundo. La concepción mística considera que el ser humano ama porque Dios lo ama, y ese amor puede
extenderse universalmente. Es un don inmerecido, gratuito
e infinito y se puede cultivar con una vida contemplativa, la dimensión afectiva del amor, como con una vida activa,
la dimensión efectiva del amor. La comunión
con Dios, hace posible la comunión con los hermanos, y esta relación es recíproca. El amor es un dato objetivo, que no se puede negar, y la necesidad de supervivencia
hace necesaria la interdependencia y la relación entre los hombres. Las primeras teorías, siguiendo a Charles Darwin y vinculadas con las estructuras biológicas
compartidas en los humanos, sugieren que hay ciertas emociones universales que sirven como material de origen para todas los
demás, tal como funcionan los colores primarios, que pueden combinarse para crear muchos tonos nuevos. La primera de estas emociones es el amor, necesario para la vida, desde su origen,
puesto que sin amor no habría vida ni supervivencia. Que
está en todos los hombres y en todos los tiempos. El amor universal presupone una escala de valores muy superior a nuestra espontaneidad. Es
amor que, superando los rígidos límites del derecho personal, transforma la convivencia con actitud generosa. Aunque algunos los nieguen como la psicóloga y neurocientífica de
la Universidad de Carolina del Norte Kristen Lindquist, quien señala: "Vamos por la vida asumiendo que la experiencia
de los demás es la misma que la nuestra porque la nombramos con la misma palabra, y esto sugiere que quizás
no sea así"... "Creo que hay algunas implicaciones reales sobre cómo entendemos los comportamientos
emocionales y sociales de las personas en todo el mundo". Mas
estas implicancias reales, particulares en cada lugar y cada tiempo, no empecen al elemento común del amor, porque
el elemento común a todos los tipos de amor es el amor universal. Tanto las fuerzas del amor como las de la gravedad
son generales, naturales, invisibles y potentes. El
amor universal atrae como la fuerza de gravedad, es aquello que conecta a los hombres y los hace buenos, generosos, y permite
que se llegue al equilibrio y a la armonía social. El
hombre razona desde su yo, desde su ego, pero la acción que emprende debe estar impulsada por el sentimiento, por esa
fuerza natural, invisible y potente que es el amor, que se proyecta desde si a todos los hombres. Ese es el amor universal.
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EL AMOR Introducción. Dice Fulton Shenn que todo ser humano tiene en lo íntimo
de su corazón un diseño fiel del ser al que ama. Lo que aparenta ser amor a primera vista, en realidad es el
cumplimiento de un anhelo, es la realización de un ensueño o aspiración. El amor comienza con un ensueño. Por
entender esta concepción, es que Platón afirma que todo conocimiento no es más que un recuerdo de una
existencia previa. Es decir para conocer como para amar, hay
que contar con una estructura interior, un diseño específico, al cual nos atenemos y con el cual cotejamos las
experiencias de vida. Hay un reminiscencia, algo que ya nos
pertenece, que ya está incorporado a nosotros, que está en mí. Es la estructura de la vida, porque la vida es un acto de amor, desde su gestación. El acto de dar vida a pesar de todo lo que se pueda decir, y de las connotaciones que haya
tenido, se continúa con la gestación, donde la madre en su seno debe dar parte de sí misma para sostener
y mantener la vida que está gestando. Es puro amor. Es entrega. Es
el ensueño que se realiza, es la aspiración interior que se cumple. Nos lleva al amor verdadero, al que todos queremos llevar, y preguntarnos por él, nos lleva en realidad
a una cosmovisión. Porque ese amor está en todo,
en la vida, en lo que soy, en lo que pienso, en lo que siento, en los hombres y en el universo. Todo lo que me rodea respira el verdadero amor. Es tan cierta la afirmación de Fulton Shenn, que nuestras emociones, nuestros sentimientos,
guían a la razón, no hacia la negación del otro, sino a la contemplación de él como parte
de uno mismo. Porque es mi ensueño interior. Porque lo
siento como propio, como algo íntimo y personal. Como
el mito griego, del hombre unido por la columna a su otro yo, a su alter ego, ese es más que mi complemento, soy yo
mismo. Por eso el amor es eterno. Cuenta Platón que preguntando Sócrates que era el amor, fue contestado por
Pausanias, que le dijo que él no podía definir el amor, pero sabía que hacía un amante, y señaló
el amante de una alma bella, permanece fiel toda la vida porque ama lo que es verdadero. Concreción maravillosa de la ética griega, el amor es la verdad, la belleza, el bien,
los tres pilares en el que se cimentaba la vida del hombre y de la sociedad. Siguiendo esta línea, el libreto de la Flauta Mágica de Mozart, contiene el parlamento de Sarastro,
Supremo Sacerdote y Guardián del Templo, que señaló "el amor verdadero entre dos seres es el origen
de la sabiduría". Parece la imagen de la Trinidad,
del amor del Padre y el Hijo se origina la Suprema Sabiduría del Espíritu. El amor es sabiduría, es conocimiento. A
partir de estos textos y estas reflexiones, intentaremos señalar el concepto del amor, sus diversas formas y cual
es el verdadero amor. Elias D. Galati
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EL DIALOGO El diálogo es la plática entre dos o más
personas que alternativamente manifiestan sus ideas o afectos.También es la discusión
o intercambio en busca de avenencia Como forma filosófica es la expresión que presupone
un pensamiento no dogmático.Los avances en nuestra época de la comunicación existencial,
prácticamente con todo el mundo y el descubrimiento progresivo de los otros, a través de los adelantos técnicos
y los medios de comunicación convirtieron al diálogo en un problema existencial candente y necesario. Este pensamiento no dogmático procede dialécticamente, es decir hay una estrecha relación
entre lo no dogmático y la dialéctica, en el cual hay dos posiciones, una tesis y una antítesis, del
cotejo de la cual sale una síntesis superadora. Platón sostiene que el que sabe preguntar y responder es el práctico o
especialista en el diálogo, esto es el dialéctico.El diálogo es un método
riguroso de conceptualizar las ideas.Contemplar la realidad intangible es el efecto del conocimiento
del arte del diálogo y lo opone a la controversia sofística, donde el diálogo es mera disputa y no proceso
cognoscitivo.Entonces ¿cómo es nuestro diálogo? Queremos
conocer de verdad o confrontar a nuestros oponentes. Planteamos nuestras ideas, escuchamos la de
los otros, y dialogamos en busca de una superación, o pretendemos demostrar que están equivocados y no aceptamos
de ninguna manera sus propuestas.
Observamos
repetidamente en las conversaciones, sobre todo de índole política, social, económica y existencial,
que más que conversaciones son contrapuntos personales, que en general no se escucha, sino que se está esperando
que el oponente termine de exponer, para señalar nuestro pensamiento, que es el único que sirve y es verdad,
desacreditando al del adversario.En general no se dialoga, ni se conversa, se lucha opinión contra
opinión, sin siquiera escuchar atentamente y tratar de comprender lo que el otro dice. Hay
unas reglas éticas de Popper que son paradigmáticas para entender la razón del diálogo.
Popper dice que en toda conversación, diálogo o controversia, hay que pensar primero "quizás
tú tengas razón" y después "quizás ni tú ni yo tengamos razón". Esta concepción ab initio para el diálogo es la única que puede darnos la capacidad
y la virtud de acceder a una concepción dialéctica, que acerque nuestros pensamientos y logre una superación
común.El diálogo para ser verdadero, debe establecer una relación viva entre las
personas, como personas, es decir la aceptación del otro. Martin Buber sostiene que en el diálogo existe una esfera del "entre",
de lo entre-humano o inter-humano y dice "La participación de ambos miembros es el principio indispensable para
esta esfera, tanto si la reciprocidad es completamente efectiva como si es directamente capaz de ser realizada mediante complementación
o intensificación". Es nuestra actitud interior, la que supone lo que haremos.Queremos aprender, ser mejores, compartir con los otros, y lograr que todos nos superemos, o queremos imponer nuestras
ideas, desacreditar a los demás y demostrar que son ignorantes, necios y están equivocados.
Tenemos la humildad de pensar que podemos estar equivocados, o que
tú puedas tener razón, o nuestro ego y nuestra soberbia nos lleva a pensar que somos los mejores, que todo lo
sabemos y que nada tenemos que aprender sino avasallar a los que no piensan como nosotros.Unamuno en
su preocupación por la polémica lleva la actitud dialogante a las últimas consecuencias y la coloca
en el interior mismo de cada hombre. "Yo
soy mi diálogo", entendiendo el pensamiento, constante, armónico y ordenado, por medio del cual se asimila
la comunicación y la integración.Si
en nuestro interior somos capaces de dialogar con nosotros mismos, a fin de sacar lo mejor, y depurar nuestros errores, seremos
también capaces de comunicarnos con los demás en un espacio de respeto, de igualdad, de dignidad, considerando
a todo interlocutor como una persona humana, capaz de aprender, pero también de enseñarnos.Seremos capaces de buscar una superación que no sea superficial,
ni sólo para nosotros, sino que puede ser admitida y concientizada por la comunidad, por nuestros hermanos, desde su
concepción, desde su manera de ser, desde su óptica y su visión del mundo. Fundamentalmente el diálogo es la postura existencial de quien cree
en la dignidad del hombre, en el respeto a su diversidad, en la libertad que posee y en la justicia que merece.
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El trabajo o acción
y efecto de trabajar es la tarea, labor, obra o producción del hombre, tanto física como del entendimiento. De la necesidad del trabajo humano para asegurar la supervivencia
surge el deber del trabajo como necesidad del individuo para conservar su propia vida y satisfacer sus necesidades. Es también un derecho y por lo tanto una condición esencial del
hombre. Desde el mandato bíblico "ganarás
el pan con el sudor de tu frente" hasta la condición de San Pablo "el que no trabaja, no come", hay
una fuerte implicancia existencial en la esencialidad del trabajo en la existencia del individuo. El trabajo es una necesidad, no sólo para sostener la supervivencia, sino
para preservar la condición del hombre, ya que el devenir de la vida, contiene en sí, el trayecto, el camino,
que se debe realizar con el propio esfuerzo y con la conciencia de la propia sustentabilidad. Hay dos aspectos esenciales en la evolución del ser humano: la convivencia social y
el trabajo. El trabajo es la clave, porque desarrolla
al individuo socialmente, ya que no es sólo por él ni para él que trabaja, sino para toda la comunidad. Dicen algunos antropólogos que el trabajo fue un
factor decisivo en la transformación de los primates en hombres. El trabajo cambio físicamente y hasta morfológicamente al ser. Se dice que pudo ser la causa
del desarrollo y crecimiento del dedo pulgar, lo cual después derivó en la oposición del mismo en relación
a los otros dedos, y también del crecimiento del cráneo lo que permitió evolutivamente un mayor crecimiento
del cerebro. Además es el modo de poder modificar
la naturaleza y encontrar la forma de subsistir, y mejorar la calidad de vida. El desarrollo hace a la mayor evolución física y a la capacidad que adquiere el ser
de solucionar dificultades, amenazas y realidades inéditas. Es
posible, aunque sería materia de un mayor estudio que el trabajo lleve al lenguaje, y a la proyección y progreso
de la inteligencia y la comunicación entre los hombres. Hay
pues una relación entre la socialización del individuo y el lenguaje. Para poder realizar debidamente la socialización el trabajo es indispensable. El hombre se dignifica, se completa y crece con su trabajo. Es una forma de sentir en común el destino del hombre, crecer, progresar,
ser mejores hacia la culminación y el fin de la vida. No
es posible concebir el hombre sin trabajo, aquellos que no trabajan o que viven del trabajo de los demás constituyen
una rémora y hacen a la desvinculación del entramado social. Provocan desazón, enojo y modifican la relación que debe permanecer en una sociedad justa
y equilibrada. Nadie puede considerar que está
exento de trabajar y que debe ser mantenido, excepto los casos especiales de minoridad, ancianidad o dificultades o imposibilidad
del trabajo. El trabajo es la herramienta fundamental
no sólo para el desarrollo del hombre sino también para el desarrollo, perfección y dignidad de la comunidad.
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LA CONDICION HUMANA VII La previsión La previsión forma parte de la condición humana. El hombre
como ser perfectible, y que tiende a durar en el tiempo, aprendió pronto que debe ser previsor,
Prevenir lo que vendrá a fin de sobrevivir, ya sea en cuanto a las condiciones del hábitat, como en la provisión
de agua y alimentos, en el resguardo de las inclemencias del tiempo, y en como contener las acechanzas
y peligros de la naturaleza y de los seres de otras especies que cohabitan y luchan por la subsistencia. El mundo en general es previsible; nos da señales e indicios
de lo que sucederá. Las estaciones son precedidas de cambios en la forma de comportarse no sólo el clima sino también los seres que lo acompañan. Los fenómenos
aún los no comunes siempre son precedidos de cambios o indicios que nos dicen que algo sucederá. La capacidad de raciocinio del hombre, suple y tendría que superar el instinto natural, y lo que sucede puede
así ser pronosticado o augurado. Entonces se supondrá con anticipación. La previsión hace que los fenómenos sean pronosticables,
que sean lógicos, que no haya sorpresas. Pero
es necesario para ello, que tengamos en cuenta que hay que conocer bien los datos, que debemos saber computarizarlos y sobre
todo que debemos ser idóneos y honestos al evaluarlos. Así
resultaría obvio y evidente, y se podría cotejar con experiencias similares anteriores.Sobretodo
si se advierte que el resultado puede ser adverso o dañino, laacción debe ser preventiva y tendiente a evitar
la formación de dichas situaciones. La previsión humana se funda en aquello que es habitual y esperable de las
cosas y de los hombres. Esta previsión es la que permite controlar, sobretodo, los desastres deeventos calamitosos, repentinos o previsibles, que trastorna
seriamente el funcionamiento de una comunidad y causa pérdidas humanas, materiales, económicas y ambientales
que desbordan la capacidad de la sociedad y la afectan para hacer frente con sus recursos. Esos eventos suceden, hemos tenido ejemplos en la historia, y en el momento actual, se expresan
con trágica realidad.Pero no todo es acción de la naturaleza. Habría que considerar las prioridades a
las cuales se ha aferrado el hombre en su devenir.Si realmente considera en serio los peligros y acciones resultantes. La
historia nos ha demostrado que muchas veces es el mismo hombre que en lugar de prevenir, provoca desaguisados y terribles
problemas no sólo ambientales sino para la salud y la vida de la especie. Los armamentos, la investigación
atómica, el uso de elementos nocivos y tóxicos para sí mismo y para la naturaleza. No todo es culpa de la naturaleza o del destino. Es quizás el hombre como
decían los romanos el lobo de sí mismo... el hombre es el lobo del hombre. Sobre todo si hemos perdido
la capacidad de prevenir, o si intencionalmente por soberbia, ansias de poder, dinero o fama y orgullo, hemos provocada la
destrucción de una parte de nosotros o de la naturaleza.
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LA CONSTRUCCIóN DE LA EXISTENCIA La construcción de la existencia
humana, tanto personal como social, se produce desde pequeñas aglomeraciones de elementos, que se van aglutinando y
amalgamando con el transcurso del tiempo.Esta amalgama
la produce el hombre con su existencia personal y las comunidades con la existencia social.La firmeza, consistencia y duración de las mismas, depende de los elementos que se usen para
realizarlas.Tanto en su forma, como en su esencia. Podemos comparar la existencia, con la
construcción de una pared o de un cuarto.Cuanto
más homogéneos sean los elementos individuales que se empleen, mayor consistencia y firmeza tendrán.Pero existen situaciones diversas, disímiles, particulares y a veces únicas
que no sólo las hacen diferentes, sino también inconsistentes. Esas diferencias que hacen a la individualidad, que nacen de la libertad
del hombre y de sus distintas formas de ver la vida, sin embargo están contenidas en un molde general, quizás
exterior que las contiene.Es como si las pusiéramos
dentro de un cuarto, o de una caja, y su consistencia y duración dependerá de la construcción correcta
o no, de ese continente. La
vida nos ha enseñado que hay un diseño ideal para guardar cada cosa en particular.No es el mismo diseño de una caja para guardar una joya, un par de zapatos o un vestido. A lo mejor el elemento es el mismo pero
difiere la forma.La construcción de la existencia
hace nuestra historia y forma parte de la historia de nuestro pueblo.La consistencia y su duración dependerá de como la construimos.Si bien somos libres de construirla a nuestro antojo hay algo que nos contiene, y que es lo que la contiene. Estamos sujetos a formas y sentidos existenciales.La evolución es común a todos, nacemos, crecemos y morimos, es nuestro
destino común.No podemos saltear etapas ni invertir procesos,
como tampoco podemos suspender el crecimiento. Entonces toda nuestra existencia, nuestra vida personal y social, particular, única e irrepetible,
corre dentro del molde vital de la raza, el que todo hombre tiene, y en él se gesta y se realiza.Cuanto mayor sea la adhesión a ese molde, mayor firmeza tendrá
nuestra existencia personal y sobre todo social.Sería como
armar una pared con ladrillos iguales, homogéneos, con lo cual estaremos seguros de su estabilidad y duración. Por eso la construcción de la existencia,
si bien es personal e individual, y por lo tanto distinta, debe respetar las formas comunes e iguales para todos.Por eso si nuestros contenidos personales están inmersos en un continente
igual o semejante al de nuestros hermanos, nuestra existencia será feliz y duradera. Nuestros deseos, nuestros sentimientos y afectos, lo que nos
complace y preferimos hacen a la construcción personal de la vida.¿Pero donde la colocamos? En una caja desigual, mejor que la de los demás, que nos dé
a nosotros ventajas y privilegios, o en una similar a la de todo el mundo y que se diferenciará por lo que pongamos
de contenido. Nuestra
existencia contiene derechos y deberes, placeres que nos proporcionamos y obligaciones que debemos respetar.La tentación de construir la existencia a nuestro antojo, es muy grande.Tendemos a colocarnos en los mejores lugares, elegir los mejores roles, tener
mas riqueza, mas poder y mejor posición que los demás. Nuestra caja, nuestra pared, es de mejor calidad que la de nuestros hermanos,
porque nos creemos superiores o somos mejores.O porque
el destino nos ha reservado el rol del poder.La construcción
de la existencia no es un acto individual, sino un acto social.Debo
ser yo mismo, quién soy con mis deseos y mi concepción, pero dentro de un contenido comunitario.Debo constuirme desde la igualdad, desde el equilibrio, desde la solidaridad, y
desde la verdad, la bondad y el amor. No puedo pretender elegir lo mejor para mi.Pero que no sean palabras, dichas de boca pero no desde el corazón y que nuestras obras no las anulen.Que sea palpable en mis acciones.Que sea visible en mis actitudes, porque predicar desde la fama, desde la riqueza y el poder, no es auténtico. Lo auténtico es la vida misma, la
existencia que llevamos, que vamos construyendo, en igualdad con los demás sin preferencias, sin privilegios, con
lo necesario para nuestra vida y nada más.La construcción
de nuestra existencia debe ser un acto de amor a la humanidad.
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LA CULPA "Los mortales se atreven ¡ay! siempre
a culpar a los dioses porque dicen que todos sus males nosotros les damos, y son ellos que, con sus locuras se atraen infortunios
que el Destino jamás decretó" Homero - Odisea La culpa es una sensación dolorosa y una condición del criterio
y la conducta humana; porque es una falta más o menos grave cometida voluntariamente, la cual genera una conciencia
de culpabilidad por la transgresión. Esta transgresión hace al individuo culpable, porque está comprobado lo ilícito o incorrecto
de la acción y de la conducta, y la responsabilidad que debe asumir por ser voluntaria y con plena capacidad mental
y conciencia de lo cometido. La
culpa acarrea un juicio sobre la responsabilidad de un individuo, formulado por otro o por el grupo social. En el culpable genera un sentimiento emotivo
por que está dominado por la creencia que ha infringido alguna norma social, algún principio ético o
alguna prescripción legal. En
su comienzo la culpa significaba reconocimiento de haber obrado mal, responsabilidad por lo causado a los semejantes, y un
dolor psíquico y existencial que cargaba en nuestra conciencia. No sólo desde el punto de vista existencial y social, sino también
jurídico y religioso, el hombre ha tenido esa carga de conciencia motivada por los actos voluntarios que generan culpa. Desde el mea culpa hasta la confesión. Es la actitud de muchos individuos y grupos sociales,
que con el correr del tiempo asumen y dimensionan las consecuencias nefastas y trágicas de sus acciones, y que arrepintiéndose
de ellas hacen una profundas reflexión sobre sí mismos. Esta reflexión que es sanadora, produce también un efecto social
y comunitario, que permite a veces cerrar heridas y comenzar una vida social mejor. La confesión, tanto la jurídica, como la religiosa,
significa asumir la responsabilidad de lo hecho, y libremente valorarlo como incorrecto e ilícito. La vida de los pueblos, su status jurídico,
contiene entre sus elementos el entramado de la culpa, su detección y su castigo. Aunque la Nana Fain, personaje de una conocida comedia televisiva,
decía que la culpa no existía, que era un invento de su pueblo (el pueblo judío). En efecto en el mundo griego y en el latino,
no existía ese concepto, las cosas eran correctas o incorrectas, lícitas o ilícitas, buenas o perniciosas. La responsabilidad existía y se castigaba,
pero la concepción era otra. Pero
el texto de Homero le da otro sentido a la culpa, y es uno que ha permanecido y se ha privilegiado entre nosotros. No tenemos responsabilidad porque la culpa no
es nuestra; nuestros actos, nuestros comportamientos son provocados por otros, los que sí son responsables y no nosotros. Es un argumento tan viejo como el mundo. Leemos en el Génesis que el primer hombre
Adán, interpelado por Dios, si había comido del fruto del árbol prohibido, le contesta "la mujer
que tú me diste, me tentó". En el fondo es transferir la culpa y la responsabilidad. Dios tu tienes la culpa, si no me hubieras dada esa mujer que me diste, no habría
caído, no habría pecado. Ergo
soy inocente, no soy culpable. Pensemos
un poco en nuestro mundo actual, en nuestra situación hoy, con circunstancias adversas, con cambios en nuestros comportamientos
y en nuestras acciones, algunos queridos, otros aceptados y otros impuestos. ¿Quién asume la culpa o la responsabilidad de la incorrección,
de la ilicitud? Acaso alguno
se hace responsable de sus obras, de su conducta. Porque no hay dudas y es innegable que la conducta y las acciones son propias, que fueron hechas
por cada uno. Pero como
en el alegato de Adán, como en el de Homero, la culpa es de los dioses. Me has puesto aquí, en estas condiciones y circunstancias, que no sabía
ni preveía y ahora me juzgas. Pero
acaso no son tus actos, es tu conducta, son tus faltas y tus carencias. No transfieras, humildemente reconoce tus errores y tu falta de capacidad, pide
perdón y acepta tu responsabilidad y trata de reparar el daño causado. Dice el poeta siempre que sembré rosales coseche rosas. Y si sembraste vientos recogerás tempestades. Elías D. Galati
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LA
CONDICION HUMANA. VI La actividad. Una de
las condiciones de la raza humana, común a casi toda la naturaleza es la actividad. Lo que está vivo está activo.Actividad es la facultad de obrar, el conjunto de operaciones o tareas propias de una persona. Desde el punto de vista psicológico cabe distinguir grados de la actividad
humana, los actos o acciones pueden ser reflejos, instintivos o tendencias, habituales o voluntarios. Estos últimos son es el escalón
mayor de actividad ya que son actos conscientes que significan la voluntad y elección de la persona que lo realiza. La actividad es un proceso psíquico o biológico
que depende de la vida del organismo y de la utilización de la energía acumulada en este. Consiste en un proceso psíquico o motor dependiente de la iniciativa del
organismo que lo realiza. Es un movimiento organizado,
de un ser que está activo. La actividad es común a todos los organismos; hay una actividad
funcional, diríamos innata, que hace a la existencia misma, a la continuidad de la vida de cada ser, y una actividad
específica, a veces querida y otras veces obligada por las circunstancias o por el hábitat en el cual se desarrolla
cada organismo. Pero hay una diferencia en la actividad
humana, porque una parte de ella, es querida, elegida y realizada libre y voluntariamente por cada hombre. Esa actividad en general puede ser cualificada, es decir calificada de correcta,
incorrecta, buena, perjudicial, sana, pacífica, alevosa, trágica, discriminatoria, autoritaria y cuántos
calificativos se puede poner a la conducta del hombre, de acuerdo a su accion. La
acción de cada uno de nosotros, más allá de los actos reflejos, de la actividad necesaria para mantener
la vida y la buena salud, tiene consecuencias. Esas
consecuencias a veces las advertimos y a veces no. Realizamos
cosas, en general sabemos por qué, siempre sabemos a que atenernos con ellas, pero muchas veces no sabemos las consecuencias,
y a pesar de no saberlo, y también sabiendo que pueden ser dañinas las hacemos lo mismo. En el orden individual, en el orden colectivo, y en el orden superior del macro
general de la vida del hombre sobre la tierra. Nuestra
actividad se califica. En general es buena, inocuo
o perniciosa. Pero dentro de esa clasificación
hay grados de importancia, de calidad, de pertenencia y de intensidad. Puede ser útil o perniciosa para uno, para muchos o para todos.Somos responsables de nuestro obrar, porque se realiza desde nuestra libertad y desde nuestra voluntad. Porque casi siempre sabemos que hacemos, y que consecuencias se seguirán
de nuestra conducta. Usemos nuestra actividad para hacer el bien, para promover la paz y la concordia
en el mundo y para que hacer felices a nuestros semejantes. Elías
D. Galati
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LA CONDICION HUMANA: V – La Alteridad La alteridad es la condición o capacidad de ser otro o distinto, por
lo tanto podemos señalarla como otredad. Es
el ser diferente, opuesto a la identidad. Es
la relación de oposición, entre el sujeto, yo, con el otro, no yo, y permite alternar la propia perspectiva
y cambiarla por la del otro. La vida humana es
interacción, y desde Aristóteles es imposible sostener que el hombre no sea un ser sociable. Ser sociable, significa vivir con el otro, compartir sus momentos,
sus experiencias y sus emociones. La alteridad
es el modelo de la naturaleza, en todos los campos y en todas las dimensiones hay otro. La soledad, el Robinson Crusoe, es una anomalía, una situación excepcional
que confirma la regla de la sociedad. El concepto
de alter en psicología es la condición del individuo según el cual los otros seres son distintos a él. Esta relación es maravillosa, ya que indica la distinción
en la unidad, es decir personas distintas, individuos irrepetibles, en una situación igual, de modo, de forma, de igualdad. Ser distinto, no significa que alguien sea mejor o mayor que otro,
o se diferencia ab initio. No debe confundirse
alteridad con alteración, ya que este es una transformación de un ser o una cosa. Siguiendo a Scheler se puede señalar que la experiencia de la corriente de
conciencia del otro es vivida simultáneamente con la propia corriente de conciencia. Esta conciencia es aprender la presencia del otro como vivida a la vez con nuestra
presencia. Según Heidegger el planteo
del problema del otro, se hace desde uno mismo, no se puede separar, planteando primero el si mismo, y luego pasar al otro
sino que el análisis del “si mismo” incluye el “otro” Por último Sartre plantea que la relación entre el si mismo y el otro,
incluye la relación del otro como si mismo y el si mismo como otro. Hay
entonces un ser para otro. Culmina Marcel sosteniendo
que si el otro no existiera no existiría el sí mismo. El yo se constituye como un si mismo sobre el acto por
medio del cual se afirma la realidad de los otros. Es
decir no hay yo sin el otro. La alteridad está
en la condición intrínseca del ser. El hombre sólo es hombre y se constituye en la alteridad. ¿Que nos dice esta realidad? Que los otros, somos nosotros mismos. Que
es nuestra responsabilidad y nuestro deber, nuestros hermanos, como somos nosotros mismos. Esta realidad impide toda discriminación, toda preeminencia, toda superioridad,
y hace a todos los hombres iguales en su condición, del mismo tenor, con el mismo destino y con el mismo deber y
el mismo derecho. No hay lugar para otra consideración,
la alteridad es también la condición de la raza humana. Elias D. Galati
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LA CONDICION HUMANA: IV
- El progreso como proyecto de vida La
condición humana está íntimamente ligada al progreso. El progreso forma parte de la vida humana, desde inicio, y desde lo biológico. Es evidente que el transcurso de la vida, es la historia del progreso de la existencia
de cada ser en particular y de las comunidades en general. Pero
que significa el progreso, en especial desde la condición del hombre. El progreso es la acción de ir hacia delante, es un aumento, un perfeccionamiento. Podemos decir que es la evolución de un proceso real hacia un estado
más perfecto. Desde la condición humana
el progreso es la evolución positiva mediante el uso de la razón aplicada a todos los órdenes de la vida. La idea de progreso se equipara a la de desarrollo, y de
ahí la connotación biológica asumida en la condición humana. Todo desarrollo es hacia delante, para mejorar, para perfeccionar. La existencia humana innatamente es crecimiento, es perfección, es mejorar
su condición interior y exterior, física, psíquica, mental y espiritual, es intentar llegar a la plenitud
en todos los órdenes. Esta simbiosis entre desarrollo
y progreso hace a la existencia misma del hombre. Hace al ser, a su forma, a su existir. Es una condición innata, está en el hombre mismo. Por eso las teorías y las doctrinas que abjuran de la perfección, del
mérito, del desarrollo, del progreso, son falacias sostenidas por motivos de poder, de dominación, de alcance
político y hasta económico, tendientes a lograr una discriminación y una separación, de una casta
del resto de los hombres. La vida va hacia delante. La existencia es crecimiento, desarrollo. El progreso es connatural del hombre, y el lo lleva como condición. Por eso el proyecto de vida tanto individual como social,
debe partir de la concepción de progreso. No
progresar es estancarse, es involucionar, es retroceder en la existencia. Por eso hemos señalado que la proyección de cada generación hace al progreso de la humanidad. Se encadenan de ese modo, el devenir personal, con el devenir
común. El hombre proyecta para si, pero en un
contexto social, que hace que esa proyección sea también común o grupal. Es un proyecto de vida, y la vida es crecimiento, es ir hacia delante, es andar un
camino de perfección. Por lo tanto todo proyecto
de vida, esta encadenado al progreso, que forma parte sustancial y necesaria del mismo. No hay proyección hacia el futuro sin progreso, esa es la condición humana,
y esencialmente el carácter del ser hombre que se inserta en la trascendencia y el infinito. Somos seres finitos, acotados, pero somos esencialmente perfectibles, y toda nuestra
existencia es un camino de perfección. Quien
no lo entienda ha abandonado su condición de hombre y ha abjurado del ser, esencialmente de su carácter y del
fin superior de la raza. Elias D. Galati
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LA CONDICION HUMANA: III- La Ruptura Generacional
En la razón de ser y en la esencia del hombre, está la capacidad de expresarse por si, de
tomar conciencia en un momento de quien es y de cuestionarse y cuestionar a sus ancestros. Es cierto que
todo lo que somos en realidad, y en profundidad, no es nuestro, porque ha sido puesto en la impronta por quienes nos han criado
y educado. Es decir lo más profundo de nosotros, el molde sobre el que se construye nuestra personalidad y nuestro
carácter, no sale de nosotros, sino que desde el exterior se nos impone. Por eso las diferencias entre los hombres, de acuerdo a las culturas
donde se han criado, a los niveles sociales o las castas que los han guiado, y a las distintas regiones en las que ha crecido. Pero
llega un momento en el cual el ser, toma conciencia de sí.Ya
es, no es al inicio, en el comienzo, sino en un momento de su existencia en el cual esta madura, para entender, decidir
y proyectar.Y se encuentra con quien ya ha sido constituido
como él.
Extraña paradoja la de nuestra
raza, no hemos elegido nacer, venimos a la vida por decisión de otros, y tampoco elegimos como nos constituimos, quienes
hayan clavado la impronta en nuestro interior son los que determinaron quienes somos.Por eso hay en el hombre una necesidad de expresarse por si, que es rupturista.Que nada tiene que ver con lo hecho hasta ahí. Que lo mueve con las fibras íntimas de su ser,
con su impronta, si, pero también con su condición biológica, psíquica y mental, y con su pensamiento.La razón de la ruptura está en la mente
del ser. Es el pensamiento, es la intuición, el raciocinio, la idealización que lo diferencia
de los otros, y de las generaciones anteriores.La ruptura
es necesaria. Si una generación no critica y trata de
suplir y cambiar los conceptos, es que no ha aprendido la vida, no ha aprendido a ser, no ha aprendido a constituirse como
generación de hombres libres, dignos, íntegros y personales.No tengamos miedo a la ruptura, es necesaria.La
proyección de cada generación hace al progreso de la humanidad. A pesar de las situaciones reales que vivimos en nuestro mundo, donde parece que la abulia, la
desidia, el desinterés se ha apoderado del hombre, hay una llama que permanece encendida en interior de cada uno, y
que aviva su corazón.Cada generación debe
ser mejor que la otra, porque el discípulo debe superar al maestro, ya que cuenta con el acervo de su condición
y a partir de allí genera algo superior.El cambio
está en nosotros, en nuestra condición, porque en realidad debemos perfeccionarnos, a pesar de ser limitados. Siempre, a cada momento, debemos ser mejores,
y para cambiar hay que despojarse de aquello que teníamos. El niño, el adolescente, el joven, el adulto,
el anciano, rompen sus estructuras, se despojan de lo que son para alcanzar un grado superior. Crear
es romper lo estipulado para hacerlo mejor, y el hombre crea permanentemente.Elias D. Galati
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LA CONDICION HUMANA: II- NATURE-NURTURE Una
buena educación, una impronta bondadosa y feliz hará al hombre un ser de bondad, de paz y de amor. La condición
Nature Nurture o Naturaleza y Crianza empezó a ser señalada a partir de Francis Galton y sus estudios sobre
el genio y la inteligencia humana. La cuestión se centró en la herencia, y si el genio se heredaba. Nature significaba la herencia genética y Nurture el medio ambiente, en
especial la educación. Esta cuestión
nos lleva a preguntarnos que prima en el condición humana, la naturaleza o la educación, o si hay que interpretar
un nivel igual y regular de ellas. No está aquí
en discusión ni la importancia de la herencia en la condición humana, ni tampoco la importancia de la educación,
ambas lo son. En ese momento de la historia, como en
muchos otros, se ha discutido la primacía y el efecto que tiene sobre el hombre Jensen sostuvo que la herencia incide en un 80% y la educación en un 20%, tesis criticada
y abandona por los científicos posteriores. Rousseau
considera al hombre bueno por naturaleza, la teoría del buen salvaje, y que permanecerá así mientras
la sociedad no lo corrompa. Hobbes en cambio sostiene
que el hombre en estado natural es lobo para el hombre, señalando que el hombre natural, es agresivo y egoísta
ya que si desea algo buscará quitárselo a otro. Es la guerra de todos contra todos, no hay límites,
ni hay ley. La sociedad lo contiene. Ante esa disyuntiva
las teorías de Freud y Fromm sostienen que en el hombre están las potencias y la facultad de ser bueno o malo. Los dos instintos tomados del mito griego eros o tánatos,
amor y muerte u odio. Necesita los dos impulsos, son constitutivos. En cierto sentido todos agredimos. Es necesario para sobrevivir; nutrirnos significa la muerte de otros seres
sea del mundo vegetal o animal. Hay una diferencia
entre la agresión adaptativa, por la necesidad vital y la violencia indiscriminada por la violencia en sí misma.
Hay que leer el alegato del cacique Seattle al presidente Pierce de EEUU, nosotros convivimos con el búfalo, sólo
lo matamos para comer, ustedes con sus carros de fuego, los matan por diversión. ¿Entonces el hombre es bueno o malo por naturaleza? ¿La sociedad lo corrompe
o lo compone? Creemos que la naturaleza humana es buena,
como todo hecho natural, y como consecuencia de la evolución y el crecimiento y mejora en el tiempo histórico. La cuestión es el uso del bien. El laser puede
ser un elemento de sanación o de destrucción, el átomo también. Todos los elementos humanos usados
en forma inconveniente, o sacados de su orden natural se convierten en perversos. Mato para comer o mato por el placer de
cazar. Porque sobre la condición humana, surge
la voluntad, el hombre puesto en acción, y esas acciones pueden ser correctas o incorrectas, debidas o indebidas. Tener en cuenta, que en el mundo antiguo clásico
no había culpa, sino incorrecciones, la culpa es de origen judío y trasladada al cristianismo. El hombre usa su condición, sus habilidades, debidamente o indebidamente. Entonces la naturaleza del hombre es un principio elemental
que hace a la posibilidad de sobrevivir, de progresar y de crear; sobre esa página cada uno escribe con letras correctas
o incorrectas su propia historia, con acciones debidas o indebidas. Una buena educación, una impronta bondadosa y feliz hará al hombre un ser de bondad, de paz
y de amor.
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LA CONDICION HUMANA:
I - El pasmo existencial. Pasmo es la condición en que queda una persona, como suspendida la razón y el discurso,
por efecto de algo que causa admiración o asombro extremo. Es sinónimo de estupefacción y produce también rigidez
y tensión. Puede
decirse que el estado semiconsciente de estupor producido en el feto en el momento de nacer, es similar al pasmo. De ahí que los psicólogos
sostengan que el primer trauma del hombre, es el del canal de parte, cuando después de estar plácidamente nadando
dentro del líquido amniótico, abastecido de todas sus necesidades, respaldado y alejado de todo inconveniente
y sin ninguna dificultad, de repente es expelido al exterior, se corta la comunicación y el cordón con su madre
y debe bastarse por sí mismo. El estado dura hasta que el bebé irrumpe en llanto, por lo desconocido, por que no sabe como
valerse a si mismo, y por el esfuerzo y la dificultad que debe enfrentar para poder vivir. Este pasmo existencial da origen a su vida exterior,
a ser independiente a tener que aprender a bastarse a si mismo. El primer sentimiento es de angustia, miedo, asombro y desazón. No tiene la suficiente comprensión
para evaluar el antes y el después, pero en sí mismo, en su físico, en su mente y en su alma, siente
la diferencia. Ya
no está cómodo, ya no es fácil, ya no tiene todo solucionado, ahora son problemas que resolver. El primero es respirar, debe
valerse de sus pulmones para poder subsistir; es un acto reflejo, a veces ayudado por los que asisten al parto, pero en general
un reflejo condicionado a la falta de oxígeno que ya no fluye más por la comunicación del cordón
umbilical. Por
otra parte la misma situación se da, en otro tipo de parte, por cesárea, ya que la condiciones y las consecuencias
son las mismas, el cordón se corta y a valerse por sí. ¿Cómo condiciona al hombre esta forma de nacer? Hay un antes y un después,
una placidez y una vorágine vital. En el inconsciente de todos, queda esa tristeza y esa ilusión que la vida puede ser
fácil, sostenida, proveída y asistida, sin costo ni esfuerzo. Pero el hecho de nacer, nos enseña que la vida no es eso;
que fue una preparación, un resguardo hasta que estuviéramos en condiciones de afrontar la vida por nosotros
mismos. Toda
nuestra existencia será igual, nuestra infancia, nuestro primeros años serán relativamente fáciles
en comparación con lo que vendrá. No tendremos mayores responsabilidades, nos guiarán nuestros padres o guardadores,
sostendrán nuestras necesidades y nos enseñaran la mejor manera de enfrentar la vida en el futuro. Mientras tanto va madurando nuestra
condición física, mental, espiritual y afectiva. Más, el estado de pasmo volverá, varias veces en nuestra vida,
cada vez que debamos enfrentar a una situación inédita, o cada vez que nos encontremos con el desvío
de lo verdadero y real, cada vez que deberíamos esperar comprensión y encontremos rencor, que esperemos ayuda
y apoyo encontrando oposición, desdén, cada vez que veamos que el lugar de emplear los valores humanos se emplea
la codicia, la soberbia, el orgullo, la violencia, la aniquilación y la muerte. Quedaremos en el mismo estado natal, y si no reaccionamos,
nos pasarán por encima. En estas situaciones el hombre como al principio, debe reaccionar, así como ha llorado para
poder empezar a respirar y vivir, debe oponerse a la trampa del engreimiento, de la falta de solidaridad, de la acumulación
de poder y riquezas, y proyectar con sus acciones la promoción de la paz, del equilibrio, de la solidaridad y del amor
entre los hombres.
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LA CONDICION HUMANA
Soy el que no conoce otro consuelo-que recordar
el tiempo de la dicha-soy a veces la dicha inmerecida-soy el que sabe que no soy más que un eco.
La
condición humana se refiere a la razón de ser y la esencia de lo que significa ser humano. El hombre que se piensa a sí mismo, como
realidad corporal, espiritual y como conciencia del ser, de la realidad, de las ideas. Las bases de la condición humana son sus dos dimensiones,
la biológica basada en la estructura funcional y la social basada en la relación con los otros. Podemos
señalar que para Demócrito la condición humana era un saber compartido, y para Aristó teles una condición política, ya
que el hombre era por naturaleza un animal político, poseía lenguaje y conocía lo justo y lo injusto. Erich From señala la condición
humana, como el hombre separado de la naturaleza a través de la autoconciencia, lo que genera sentimiento de soledad,
angustia y miedo. El hombre busca una nueva armonía y darle sentido a su existencia, lo que obtiene haciendo el bien
o el mal. Hannah Arendt
diferencia la condición humana de la naturaleza humana y señala que desde que nace hasta que muere el hombre
realiza con el cuerpo tres actividades básicas: labor, trabajo y acción. Labor corresponde a procesos cíclicos necesarios para la
vida biológica, cercano a la naturaleza. Trabajo proporciona un mundo artificial de cosas distintas de las naturales, cuyos producidos sobreviven
y trasciende a los trabajadores. Acción
llena de matices y como actividad política. Es la actividad del hombre en cuanto hombre. En cuanto plural en medio
de los otros, ya que sino no sería hombre. La condición humana se ha vinculado con el arte, como una variante de comprensión
y profundidad del concepto. Cervantes en la concepción de Don Quijote como prototipo del caballero
y de Sancho su escudero, señala la relación entre el sueño la vida ideal, y la realidad, y Shakespeare
en Hamlet, el Rey Lear, Romeo y Julieta y otros señala Quien soy yo - soy el que no conoce otro consuelo-que recordar
el tiempo de la dicha-soy a veces la dicha inmerecida-soy el que sabe que no soy más que un eco. Expresan
un saber tautológico del hombre al igual que Borges que en Historias de la noche dice "enigmas de la curiosa
condición humana". El
filósofo Roger Scruton explora El anillo del Nibelungo de Wagner y señala la condición y el alma humana
en el simbolismo; como a través de la música muestra la libertad del hombre, el amor y el poder, la muerte y
lo sagrado. Rene Magritte pinto una serie de cuadros La condición humana. Pinta
el paisaje que existe en la realidad a través de la ventana. La ventana se interpone entre el paisaje y el espectador.
A la naturaleza real se le añade otra naturaleza pintada. Hay un problema a resolver y él propone el arte como
solución. La condición humana surge de improviso en el acto de nacer, el trauma del canal del
parte que señalan los psicólogos, el ser que vivía cómodo, placidamente dentro del vientre de
su madre, nadando en el liquido amniótico, abastecido de todas sus necesidades, de repente sale expelido hacia el exterior
se corta el cordón y debe bastarse a sí mismo. Si no reacciona, si no respira fenece. El ser llora, intensamente, es la angustia y
la comprensión de la terrible y maravillosa condición humana. Elias D. Galati
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