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Si vamos a morir, ¿cuál es entonces el sentido de la vida? Cargados de penas y sufrimientos, no atinamos con la respuesta
puesto que no somos capaces de aceptar la muerte y mucho menos queremos que llegue, y en evitarlo se nos va la existencia.
Robin Germán Prieto Ortiz Poeta y Escritor * Málaga Colombia Miembro de la Academia Nacional de Medicina de Colombia
El fuego En
la mitología griega, el fuego pertenecía solo a los dioses, pero Prometeo robó la sagrada llama y se
la entregó a los mortales. El dominio del
fuego por parte del hombre, representó un inmenso salto evolutivo, favoreciendo el desarrollo humano. El fuego permitió
la elaboración de herramientas, instrumentos de caza y de defensa, fabricados inicialmente de madera y posteriormente
de hierro y otros metales; también ayudó en la elaboración de cerámicas y otro tipo de utensilios.
Al cocinar los alimentos, mejoró su nutrición y su desarrollo cerebral; la comunicación y las relaciones
interpersonales mejoraron a través de las reuniones en torno al fuego, probablemente este fue el inicio de la narrativa
oral, al contar las experiencias del día a día. Aun
en nuestros tiempos, muchas tradiciones culturales asocian el fuego con lo divino. El fuego es símbolo de cambio, de
purificación, de sacrificio y es también un símbolo mágico incorporado a rituales funerarios.
El fuego se asocia con el renacer y la transformación. A
veces el fuego se sale del control humano, algunos incendios son provocado por el hombre, o por las guerras que nosotros mismos
causamos, como en Hiroshima. Muchas veces es la naturaleza misma la que, combinada con otros factores causa grandes desastres.
A lo largo de la historia incontables ciudades han sucumbido ante el fuego, Constantinopla se incendió por lo menos
cinco veces, la primera en el año 406 d.C., Roma en el año 664 d.C., Londres en 1666, mientras la ciudad era
azotada por la peste negra; a partir de este incendio se originó la venta de seguros de propiedad y se crearon los
cuerpos de bomberos. El gran incendio de Nueva York ocurrió en 1835 en medio de una epidemia de colera, Chicago se
quemó en 1871 y Boston en 1872. San Francisco fue casi borrado completamente por el fuego en 1906. Algunos incendios
han incidido en aspectos políticos como el ocurrido en Reichstag o edificio del parlamento alemán en Berlín
en 1933, crucial para consolidar el poder político de Hitler mediante la eliminación de la constitución
democrática. Algunos tienen importantes implicaciones
culturales como el de la casa de la moneda o el de Notre Dam, pero quizás el incendio con mayores implicaciones culturales
ha sido el de la Gran Biblioteca de Alejandría, que albergaba el conocimiento del mundo antiguo, registrado en más
de medio millón de pergaminos provenientes de Asiria, Grecia, Persia, Egipto e India. La biblioteca había sido
construida en el reinado de Ptolomeo I. Algunos historiadores afirman que el incendio comenzó cuando Julio César
prendió fuego a sus barcos en el puerto, mientras intentaba tomar el control de la ciudad en el año 48 a.C. Desde hace millones de años han ocurrido incendios forestales que se generan
mediante la combinación de tres factores: el oxígeno atmosférico disponible, una fuente combustible,
y una fuente de ignición con la que a veces tiene que ver el ser humano. Se han encontrado registros de grandes incendios
tan antiguos como de hace 430 millones de años. Creo
que todos preferimos el fuego controlado de una fogata nocturna con los amigos, o el fuego del amor que, de no controlarse
puede también incinerar. En lo personal, cuando pienso en el fuego, recuerdo el que entre tres piedras le servía
a mi abuela para preparar los alimentos, en especial, la sopa de maíz. Robin Prieto
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Infortunadamente la relación
médico paciente se ha perdido a tal punto que, de acuerdo con algunos sistemas de salud, ya no hay pacientes sino usuarios.
Es claro que los pacientes sufren las falencias de los sistemas de salud, pero también es una realidad que el médico
frecuentemente se ve sometido a situaciones que lo limitan para poder brindar una mejor atención.
Escenarios invisibles
¿Percepción? A pesar de todas las carreras con mi mamá
para llegar a la consulta y con la fila que había, no nos alcanzamos a registrar dentro de los 10 minutos de espera
que da la entidad promotora de salud (EPS) para asistir a la cita programada con el médico para las 14:20. A las 14:31 deje de hacer fila y me dirigí
a la recepción para "cazar" al médico y rogarle que viera a mi madre; después de mucho hacerlo
y quizá porque había tanta gente en sala de espera pendiente de la escena y además porque creo que en
el fondo se compadeció de mi madre, ya mayor, el médico aceptó atendernos -cuando tenga un tiempito -
dijo. Así que después de registrarnos, una muchacha le cedió el puesto a mi madre y yo me senté
en el suelo a su lado a esperar. Casi
una hora después una señora con los ojos aguados salió del consultorio, que era el 525 y nos indicó
que seguíamos nosotros. Encontramos al médico sentado, escribiendo en el computador quien sin levantar la cara
nos pidió que le contáramos la razón de la consulta. Se veía de mal genio y un poco pedante. Nos
preguntó las enfermedades de las cuales había sufrido, los medicamentos que tomaba y de qué había
sido operada, medio ojeó la carpeta que le pasamos con todos los exámenes y resultados y luego mandó
pasar a mi mamá a la camilla; al levantarse se tropezó torpemente con el escritorio y sin caerse mi dirigió
una mirada de molestia; fue la única vez que me miró directamente. Examinó de afán a mi madre
y no dijo nada. Regresó
al escritorio y de nuevo se dedicó a escribir en el computador; mi madre y yo cruzamos una mirada y guardamos silencio.
Al poco rato nos entregó unos papeles para la remisión con el cirujano y la operación de la vesícula.
Le preguntamos: ¿cómo era la cirugía? y mirando a su celular continuamente, nos dijo que todo estaba
escrito en esos papeles y que a la salida la secretaria nos explicaría los trámites. Mientras salimos del consultorio
con mi madre, pude ver que seguía "pegado" al celular.
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¿Realidad? Mientras manejaba afanosamente hacia el servicio de urgencias donde se encontraba su hija,
Edgar repasaba el difícil día que había tenido, en realidad ahora todos los días eran difíciles,
pero este lo había sido aún más. La noche anterior se había desvelado pensando en su situación
laboral en la que debía responder a tres trabajos, estaba cansado de correr de un lado para otro, pero hasta ahora
nunca se había permitido arrepentirse de ser médico, era lo que siempre había deseado. Su familia era
de clase media, y al terminar el bachillerato había conseguido un cupo en una universidad privada donde era uno de
los pocos estudiantes proveniente de un colegio público. Con gran esfuerzo y gracias a un préstamo de una entidad
estatal había podido culminar sus estudios hacia cinco años, ¡aún soñaba con especializarse! Aquella mañana se despertó tarde
y salió del apartamento rápidamente; en casa quedaron su esposa y su hija que apenas estaba por cumplir un año.
-Menos mal hoy no tengo
pico y placa- pensó. Después
de cerca de una hora de sortear las dificultades del tráfico matutinos, logró llegar al municipio vecino y en
el parqueadero donde pagaba mensualidades, dejó el carro y corrió para llegar al edificio de consulta donde
estaría trabajando todo ese día. Solo cerca de las diez de la mañana y después de haber atendido muchos pacientes sin
contratiempo, sintió el ruido en su estómago, recordando que no había desayunado. Sabía que solo
si le rendía en la consulta podría comer algo pasado el mediodía. -Hoy prepararán en la esquina el sudado que me gusta- recordó,
mientras su boca se hacía agua y el estómago sonaba más duro. El almuerzo había estado delicioso pero un poco demorado por la cantidad de gente. Al ver que en el
sistema no aparecía la paciente de 14:20 y que ya habían pasado 10 minutos de espera, se permitió lavarse
los dientes con la tranquilidad de que por fin se pondría al día con la agenda. Justo al terminar, su celular
empezó a sonar insistentemente pero no pudo contestar porque un señor lo abordó en la mitad de la sala
pidiéndole en forma demandante que atendiera a su mamá que tenía cita con él, pero no se había
podido registrar por los problemas en los módulos electrónicos. La paciente, aunque no era anciana ya se veía mayor y con
cara de preocupación. En la sala de espera reconoció a varios de sus siguientes pacientes y aun sabiendo que
volvería a retrasarse, les dijo que debería esperar con paciencia para atenderlos más tardecito. Después de atender a varios pacientes y a una señora
con una marcada depresión a quien le pidió el favor de llamar a la señora que había llegado tarde,
pudo devolver la llamada a su esposa, quien le contó que la niña había tenido vómito toda la mañana
y tenía fiebre por encima de los 39° C., por lo que le había dicho a su suegra que la llevara a urgencias
de la clínica pediátrica, ella ya había salido de su trabajo y estaba también por llegar. Mientras
terminaba de registrar en el computador la información de la paciente anterior, iba a escribirle a la esposa cuando
entró la paciente y su hijo, quienes casi sin saludar le pasaron una carpeta llena de resúmenes de historias
clínicas y de resultados de exámenes. -Doctor, acá nos mandan del hospital
para que revise estos resultados- Dijo el hijo de la paciente. Sigue 2da Columna
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-Por
supuesto que no alcanzaré a revisar esto ni en veinte minutos- pensó. -y con el permiso que me dieron la semana
pasada, ya no puedo pedir más permisos, ni salir temprano para ver a mi hija, espero que no sea nada grave, debo terminar
temprano para poder pasar a la clínica- y mientras se levantaba para examinar a la paciente tropezó con el escritorio
y apenadamente se encontró con la mirada inquisitiva del hijo de la paciente. Ya le habían anunciado la llegada
de los siguientes dos pacientes. Tras
examinar a la paciente y ojear la carpeta, consideró que debía remitirla con el cirujano por la inflamación
de la vesícula. Llenó en el sistema toda la información correspondiente e imprimió las órdenes
que entregó a la paciente mientras seguía pensando en su hija. Quizás si no hubiera atendido a aquella paciente, por lo menos habría
tenido tiempo de llamar a su esposa para averiguar por la niña, y empezó a escribirle un mensaje.
¿Utopía? Aquella mañana y tras un plácido descanso, Edgar se
despertó y como siempre, tuvo tiempo de desayunar y organizarse sin afán, para después despedirse de
su esposa con un beso y también de su hermosa hija que aún dormía. Tras haber hecho su rural, se había colocado en una EPS donde
trabaja en el servicio de consulta externa, todas las mañanas caminaba a su trabajo a tan solo veinte minutos, se sentía
muy afortunado de no tener deudas por su estudio, de trabajar en un solo sitio y de contar con el respaldo de sus jefes quienes
siempre lo habían apoyado. Aquel
miércoles tenía jornada completa y le alegraba saber que al medio día podría degustar tranquilamente
el delicioso sudado que preparaban en el restaurante de la esquina. Recién inició la jornada de la tarde recibió la llamada de
su esposa quien le contó que su hija había tenido fiebre y vómito por lo cual se encontraba en urgencia
de la clínica pediátrica. Edgar se comunicó con su jefe inmediato, quien lo incentivó a salir
de una vez para ir a ver a su hija. -Los demás pacientes serán redistribuidos entre los compañeros- le
dijo; pero el insistió en atender a una última paciente, a la señora Magola Fernández, quien junto
con su hijo había llegado temprano según aparecía registrado en el sistema. Paciente e hijo entraron
y respondieron respetuosamente al saludo del médico, quien siempre mirándolos a los ojos realizó el interrogatorio
correspondiente y revisó los resultados de los exámenes relevantes que le habían pasado. Durante el examen
físico, les explicó su interpretación de los mismos y que consideraba que requería valoración
por el especialista en cirugía. Al
pasar al escritorio les explicó que debería concentrarse un poco en el computador mientras terminaba de registrar
la información e incluso les pidió permiso para poder contestar una breve llamada donde le contaron que su hija
ya estaba siendo valorada por el pediatra. Después de explicarles los papeles que les entregaba, se despidió amablemente de la paciente
y su hijo, quien respondieron con un -que todo salga bien con su hija- y con algo de tranquilidad, pero con prisa, Edgar tomó
un taxi que lo llevaría a la clínica pediátrica.
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Difficilis temporibus et locis (Lugares y momentos difíciles) A veces lo único difícil no es
un lugar (locus difficilís), también lo puede ser un momento (momentum difficilis). ¡Ah! , momento difícil
que vive nuestra humanidad a veces tan inhumana, donde siguen primando las guerras y los conflictos por encima de la vida
misma. ¡Ah! momento difícil que vive nuestro planeta, cuando seguimos destruyendo el hábitat
y perturbando el clima, ¡Ah! momento difícil que vive nuestra patria con la pérdida de
valores, la inseguridad, la polarización y la incertidumbre. También en mi pequeño mundo este es un momento
difícil y seguro muy irrelevante, en el que pienso ¿Qué escribir? para por primera vez aportar algo
útil y perdurable. Por más corazones grandes como el de todos los integrantes de este selecto
grupo; por más comprensión hacía el que poco sabe o apenas empieza; por más benevolencia
con el que quiere aprender, es apenas entendible que se observen los errores o falencias, es apenas lógico que quizás
surjan comentarios, o... ¿acaso será muy pretensioso esperarlos? Si "todo tiempo
pasado fue mejor", deberíamos entonces ser muy conscientes de que ahora vivimos un buen momento, o por lo menos
mejor de acuerdo a esa frase, que el que podamos vivir en un futuro. No es mejor pensar en que : ¡"Cada uno es
el constructor de su futuro"! ¿Entonces, no estamos en capacidad de construir un mejor porvenir, sea de pocos
meses o muchos años que nos resten de vida, o de los años o siglos que le resten a la humanidad o a nuestro
planeta? Pienso en lo difícil que la pasaron los primeros hombres: nómadas,recolectores
y cazadores. O, ¿acaso la dificultad es algo subjetivo visto ahora entre 10.000 y 300.000 años después?
Quizás una posibilidad es que nuestros antepasados hubiesen sido felices, caminando largas distancias en búsqueda
de la comida para poder subsistir; probablemente disfrutaban el recorrido haciéndolo ameno con la comunicación
preverbal, o con las expresiones antecesoras de la risa. Puede que el dolor de una herida o incluso el de la muerte
sufrida en las salidas de cacería no fuera tan doloroso, quizás era entendido como algo glorioso, como dar incluso
la vida por sus semejantes durante una actividad que aseguraba la subsistencia del grupo; eso no lo sabremos jamás. ¿Será
acaso muy pesimista decir que siempre hemos vivido en "un lugar difícil"? ¿Cómo puede uno responder
que sí, cuando las guerras, el hambre, las pandemias, y las tiranías, han acompañado la historia
de la humanidad y que a pesar del desarrollo y de tantos siglos nos siguen acompañando?. Será
muy optimista pensar que a pesar de todo lo anterior, y ahora con el lenguaje no solo verbal, sino además operativo
o programático, y con la capacidad completamente desarrollada en cada ser humano de reír y sonreír, y
con lo que debimos haber aprendido de tantos momentos difíciles vividos, ¿tendremos la capacidad de transformar
este mundo en "un lugar fácil"? Los extremos no solo forman parte de la vida misma, son la vida
misma, ¡Nacer y Morir! Y esa contraposición de vida y muerte es el mejor ejemplo de la dualidad del ser humano:
los paraísos e infiernos,la paz o la guerra la tristeza o la alegría, las luces y sombras, el crear o destruir.
La libertad de escoger lo bueno o lo malo,y llevar la palabra hablada o escrita a lugares difíciles.
O, aunque sea solo una sonrisa, para ir forjando un mejor futuro, o por lo menos más agradable. Todos
nosotros entendemos esto último, pero es nuestro deber hacérselo entender a los demás... o por lo menos
intentarlo. Robin
Prieto.
LA SALUD MENTAL La Organización Mundial de la Salud (OMS)
define la salud mental como "un estado de bienestar en el que la persona realiza sus actividades y es capaz de hacer
frente al estrés normal de la vida, trabajar en forma productiva y contribuir a su comunidad". De acuerdo a la 5a edición del Manual
Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales de la Asociación Americana de Psiquiatría
(DSM), el trauma psicológico o emocional corresponde a "cualquier situación en la que una persona se vea
expuesta a escenas de muerte real o inminente, lesiones físicas graves o agresión sexual, ya sea en calidad
de víctima directa, cercano a la víctima o testigo". Según la edición 11 de la Clasificación
Internacional de Enfermedades (CIE-11), corresponde a "cualquier exposición a una situación estresante
de naturaleza amenazante u horrorizante que probablemente producirá un malestar profundo en la mayoría de
las personas". A lo
largo de la historia de la humanidad han ocurrido muchas pandemias que han causado grandes afectaciones en la salud física
y mental. De acuerdo con la OMS la pandemia por COVID-19 persiste y habrá que esperar las consecuencias o secuelas
a largo plazo. Se han realizado múltiples estudios que evalúan las afectaciones mentales en diversos grupos
poblacionales, revelando un incremento en las cifras de ansiedad, estrés, depresión y estrés postraumático. En grupos de adolescente se han observado niveles
significativamente más altos de ansiedad que en los niños, presentando mayores síntomas depresivos y
de ansiedad. Este grupo poblacional se ha visto afectado por el aislamiento, el maltrato infantil, los altos niveles de estrés
familiar, la perdida de sus cuidadores, familiares o de los padres mismos. En un grupo de estudiantes universitarios, la prevalencia
de pensamientos suicidas fue del 11.4%, de angustia severa del 22.4%, de estrés del 24,7%, de depresión del
16,1% y de ansiedad del 27,5%. En
una revisión sistemática y metaanálisis que evaluaba la población general, se encontró
una prevalencia para ansiedad del 33% y para depresión del 28%. La incertidumbre, especialmente la económica,
se encuentra asociada con trastornos relacionados con el estrés y el suicidio. En grupos de adultos mayores se realizó
una encuesta a 64 adultos entre 61 y 89 años, 33 de ellos con depresión en la vejez y 31 controles sanos en
términos de ideación suicida. Los grupos de pacientes con enfermedades crónicas y aquellos que han sufrido el COVID, así
como el personal de salud, también presentan porcentajes importantes de afectaciones en la salud mental con mayor susceptibilidad
de desarrollar afecciones psiquiátricas dadas por mayor nivel de estrés, ansiedad o depresión, relacionado
con las condiciones laborales, aspectos sociales y familiares, y factores relacionados con los pacientes. Se considera de gran importancia diseñar
y aplicar estrategias para realizar el diagnóstico temprano de las alteraciones de la salud mental en la población
en general y en especial en el personal de salud de primera línea. Es de esperar que a mediano y largo plazo surjan
secuelas relacionadas con el aislamiento especialmente en niños y adolescentes. El artículo fue publicado originalmente en la revista Repertorio
de Medicina y Cirugía de la Fundación Universitaria de Ciencias de la Salud - FUCS. Ver artículo completo en: https://revistas.fucsalud.edu.co/index.php/repertorio/article/view/1360 Dr. Robin G. Prieto El Dr. Robin Prieto es especialista en Cirugía General, Gastroenterología
y Endoscopia Digestiva, Centro de enfermedades hepáticas y digestivas CEHYD SAS. Miembro correspondiente ANM, Bogotá D.C., Colombia.
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