J I T A L A *
Soy Ji tala, la nacida para cargar
el agua, una mujer de Malí, la de ojos bajos, la encorvada.
Al otro lado del mundo, una mujer de rodillas quebradas se tranca
por dentro por miedo del palazo a media noche. La niña de Guachené, junto a la niña nigeriana, medio respira
sentada ante el silencio de los fusiles. La madre de Kiev, como la madre de Alepo, protege a sus hijos en el muro a la hora
de los bombardeos. La
niña aterrada se golpea contra el vidrio mientras la llama acosa en la espalda. Cuán lejos el río.... En la India, la joven violada, obligada
a beber ácido, se ahorca, con su suma soledad, a un metro del suelo. La abuela de la Franja de Gaza se divide en dos horizontes a la hora de la plegaria. Soy
Ana Tanavala, vivo en alguna aldea de Asia. Mi padre ha quemado mi rostro, mi madre ha destruido mis ojos, mis hermanos se han regocijado. Que las aes de mi nombre se alarguen en las voces de las gimientes y sea
creada una nueva especie de flor, la Flor de Tanavala, Ana hecha flor. Soy la mujer negada en el repudio, la de la vagina empuñada, la que vuelve a barrer sin para qué, ya limpia, la casa. Soy la mujer porosa, la descosida, magullada al costado, ese odre
inservible que solo asienta flores de agua. Hay tantas formas de quemar el rostro hay tantos palos de quebrar rodillas hay
tantas medias noches contra el vidrio tanta llama entre el pecho y río lejos tanta mujer huída por
los caminos sin volverse a mirar la franja del repudio tanta agachada en el muro tanta empalada en el
miedo tanta ablación sin caléndulas tanta laceración en el silencio tanta asfixia en bodegas
del exilio tanta hiel en el aire tanta casa barrida ya barrida tanto ojo apagado en el rechazo y, obligada
a beber su trago más amargo, tanta Ji tala. Soy muso maliense, soy Ji tala, una mujer del sur o del oriente, nacida para
llevar al hombro la jarra del vinagre, mientras me desencorvo y me yergo y me emprendo en el viaje hacia la fuente por la jarra
del agua. Marga López
Díaz. * En la lengua bambara, de Malí,
mujer se dice: muso; también Ji tala, que significa: la nacida para cargar el agua. La jota suena como una
ye.
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