UN POEMARIO DE VIDA
DE ALBA LILIA YOBE.
LOS DECIRES DE ALBA AL ALBA POR Liana Friedrich, Desde el punto de vista estético, sus versos
evidencian un cuidado «pulimento» de la expresión, donde hay un elemento que permanece inalterable en el
mensaje lírico, y es la subjetividad: la poetisa ofrece una visión del mundo desde el plano emocional, pero
se produce la alquimia de sus vivencias, gracias a la depuración técnica y estética. El nuevo poemario de Alba Yobe, pinta con vívidos colores, alegrías y angustias, los más
dulces frutos obtenidos y las tristes pérdidas. Por eso podríamos considerarlo verdaderamente como una historia
de vida. En efecto: en el Prólogo, el Maestro Norberto Pannone expresa: «El sentido de su escritura realiza un
recorrido vital. Escribe desde ella hacia la poesía. Pergeña todo el tiempo, en sus versos, el inmenso amor
del alma buena.Dios le ha concedido junto a la vida, el asombro,
la libertad, el desafío, la palabra para recrear su naturaleza múltiple, diversa y magnífica. La poesía
le impone un compromiso que nace desde la propia condición humana».
Y tal como manifestara Jorge L. Borges (palabras que Alba retoma, en el pórtico que abre su nuevo libro):
«La Literatura impone su magia por artificios; el lector acaba por reconocerlos y desdeñarlos; de ahí
la constante necesidad de mínimas o máximas variaciones, que pueden recuperar un pasado o prefigurar un porvenir»...En
el caso de A. Yobe, los artificios literarios, con las variaciones estilísticas que impone el transcurso el tiempo,
logran recuperar lo vivido para también proyectarlo hacia el lector como experiencia futura. Porque sus palabras no
devienen de una mera casualidad o de un capricho escriturario de una escritora primeriza, sino del fermento fértil
de su larga y exitosa experiencia, de sus afectos en lo subjetivo, y fundamentalmente del difícil «oficio de
escritor», que busca constantemente la forma más acabada del expresar sentires y emociones, para lograr comunicárselas
a sus presuntos lectores.
En el prefacio, a cargo de
la autora, ésta revela la naturaleza de sus versos, confesando que su verdadera musa es el AMOR: «Nada pasó
desapercibido a los sentimientos y a su pléyade de aristas motivadoras; pero siempre presididas, siempre presente en
cada creación: EL AMOR». «El inefable y siempre recordado Gastón Gori, expresaba en el prólogo
a la edición de «Limonero desvelado» (varios de cuyos poemas se entretejen con otras fibras poéticas
en el entramado de este nuevo compendio de versos, que fluyen desde el alma): «Yo los vi brotar, crecer y esplender
a la luz del asombro, y ahora están aquí...tus versos limonerados, bellos, hondos y ágiles a la vez».
Es así como surgen gajos que crecen renovados y esplendentes, en sus «Odas a la amistad», ese «Puente
tendido/en tus borrascas y huracanes,/arco iris en tus alegrías,/mansa llovizna en tus tristezas»... Pero también
dedica sus «Odas al amado», plenas de amor incondicional, aún más allá de los avatares que
trazó el destino:...». Desenredo impaciente/los poemas del alba/los del atardecer,/me refugio en ellos,/ allí
estás, /sin sombras, sin adiós» (algunos de ellos publicados en su volumen «Extrañamiento»),
pero con una esperanza de trascendencia e infinitud: ... «miro al cielo buscando tu estrella, la de tus cartas, /en
ellas me prometías que estarías mirándome. /Nos encontraremos, ¿verdad? Sí nos encontraremos».
En sus «Odas a la paz», muchos de los poemas aluden lírica y emocionadamente a la tierra de sus ancestros
(que aún hoy padece los efectos de una guerra que no parece tener fin), pero que bien podrían referirse al caos
social que a nivel mundial estamos sufriendo: «Lancemos a los vientos el AMOR / con tal fuerza que penetre/ en los cerebros,/y
triunfe la paloma de la PAZ, /frenando bombas y misiles». (Ya aparecido en su obra «Extrañamiento»).
Pero Alba manifiesta en «Odas al limonero» su amor también hacia el árbol que con el perfume de
sus azahares engalana su ventana: «En tus hojas dormidas, /limonero, /se desmaya una estrella /en gotas de rocío
/aprisionada». (Ya publicado en su poemario «Limonero desvelado»). Esta 1ª Parte finaliza con «Odas
a natura», donde se perfila el paisaje litoral: «Sauce silbador, / se escapan tus sones /en el cauce rumoroso
de este Paraná/que necesita del arraigo de tu tronco /para sentirse galopar, torrentoso, /poderoso e indomable/hasta
desdibujarse en el Plata». La 2ª Parte está dedicada a las «Partidas y reencuentros», cuando
ya «Se ha escondido el sol y la penumbra permite desplazarme», porque vislumbra que «Mañana es la
partida», por eso el vocativo se abre en un ruego: «Cuál es... a dónde voy. Ayúdame Señor/
a seguir el mejor camino»... Entonces, el dolor la aferra al paisaje: ...»contemplo en la lejanía / el
encaje de árboles del Parque/como si hábil tejedora de ganchillo, / entrelazó esmeraldas, sus ramas/
que luchan sobreviviendo al tiempo». O bien expresa: «dejo hundir la mirada/ en insondable profundidad/ de un
mar de olas fatigadas»...Despojada de amor se resigna: «No habrá follaje para el alma, sólo/ recuerdos
imborrables y rebrotes/ que insufles a través de nubes y océanos», cuando en «Noches interminables»:
«Golpea y salpica la nostalgia/ el desarraigo baña costa a costa»...Pero «Abuelos a la distancia»
marca otro rol emotivo en su vida, cuando con ternura prepara un «Ajuar de sueños y esperanza» para el
niño que llega: «Acunándolo en sueños/ nuestros brazos se mecen./En susurro ensayamos / una canción
de cuna». Pero la tecnología se hace presente para producir el milagro del acercamiento con los seres queridos:
«En la pantalla/ el rostro de mi niña-mujer, /sonrisa de porcelana,/ muestra su pequeño tesoro»...Y
mientras se mece adormilada, como en un «Un soplo de brisa», escucha: «Enhebraré para ti el mejor
collar/ te gustará , abuela, te gustará./ Déjame arroparte, duerme otro sueñito». Hay un
capítulo destinado a los «Homenajes»: con versos dedicados a las Maestras Jardineras (como ella lo fuera
desde su rol docente), en especial a «Sara Faisal, sembradora incansable» (nombre que actualmente lleva el instituto
de formación, en su ciudad de Santa Fe), pero también a las «Bibliotecas», a la «Mujer»,
a las «Delicias árabes» (su dulce raigambre), la «Oda a Santa Fe», además de dirigirse
con versos dolientes a la «Patria» y al «Soldado argentino».
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La 3ª Parte comienza con los intentos
de definir la poesía, a la que uno de los grandes poetas rafaelinos, Fortunato E. Nari, ubicó en el terreno
de lo «inefable»...por eso es tan difícil lograr una comunidad de ideas acerca de su naturaleza (difícilmente
alejada de lo racional y más cercana a las emociones)... Intentamos aprisionarla, y se nos escurre como agua entre
los dedos. Me detengo para definir estos últimos poemas con un fragmento de Cecilia Lamprea de Guzmán: «Siempre
el poeta será/ un renovador de amaneceres/ sobre el polvo de su propia angustia». A partir de los títulos
que engarzan el capítulo «Hebras de la memoria», los invito a jugar: elaboremos un nuevo poema dedicado
a Alba, para matizar sus amaneceres, justamente con los títulos de los que lo componen: «Atrapo la memoria/ meciendo
recuerdos./ Reverdecer / desgranándome./ Horas mansas/ buceando en la memoria/ este camino áspero/...Otra noche
mansa, / de otras memorias, /unidos por nuestra ternura,/ entre pesebres y arbolitos/en estas Navidades/...¡Ven hijo
mío!/ El pájaro es casi invisible...» ¿Te agrada, querida Alba? Sucede que todo es material altamente
poético en tus creaciones, por eso no es difícil construir otros textos líricos, a partir de los tuyos... En «Tristezas y añoranzas»,
brota una «Canción silenciosa en la noche», llenando de «Angustia» los intersticios del alma.
Descubre una «Intención soslayada» en el «Amor...» que se le ofrece en los sueños, ésos
que se agolpan y se esfuman, para dejarle solamente «Sal en las mejillas». Pero ella sigue «Acunando sueños»,
para «invitarnos a dialogar» acerca de algo «Tan humano» como el dolor, y a fin de suavizar las piedras
del camino, siempre habrá una «Sonrisa de terciopelo», o una caricia de perruna ternura con «Paplotl»...
Con el «Corazón invadido» de ausencia y tristeza, se pregunta «Por qué este silencio»,
y en la fría llovizna «Cuando llora la hiedra», de «Esos ojos negros», se desliza raudo el
llanto como un aguacero...El grito en vocativo «¡Escúchame...!», crece como un ruego en el momento
de la «partida» irremediable. Pero descubre que hay «Ángeles grises» entre los brazos de la
poesía: «¿Cuántos son, Señor...?», y a la pregunta retórica parece responderle
un «Gorrión polvoriento», que parte como un ángel con las alas quebradas... Belkys Larcher de Tejeda, expresó respecto
de otro de sus libros, que los temas aparecen «atravesados horizontalmente por la dolorosa espada del desarraigo, de
la añoranza, del extrañar la tierra, la gente, los lugares, las cosas, que se tuvieron en un momento y se perdieron»;
y cada uno de esos trabajos resultan «una espina punzante buscando recuperar algo de ese ayer abandonado en tiempo y
espacio, constituyen un intento de mantener latente, el recuerdo de lo que ya fue». Estas palabras de nuestra amiga
común en las letras, parecen adecuadas para referirse a la 3ª parte... Sin embargo, el último capítulo,
dedicado «A la trascendencia», eleva sus versos postreros hacia el camino de la esperanza, porque nos instan a
«Estar vivos», desde su vocativo «Abrid los ojos», para iniciar la «Búsqueda»,
«Ágil y libre», en ese «Viaje nocturno» que definitivamente nos conduzca a «Un mundo
en libertad», desde las «Profundidades» del alma, «Más allá de la vida», es decir
hacia el «Asombro», desde la plenitud de la luz, donde es posible ... «como en un santuario, agradeciendo
lo amado, /amando lo vivido que hoy me permite, sonreír añorando». Irma Quartarone, al referirse a su poética, afirma «...
Leer a Alba es recrearse y asombrarse al mismo tiempo en la unidad temática, donde logra variados y ágiles y
coloridos matices. Se destacan los versos de métrica breve, el heptasílabo, hasta llegar a la cadenciosa musicalidad
del endecasílabo en las poesías finales. Conocer a Alba y leerla es compendiar a ella y su obra en una sola
expresión, poéticamente exquisita».
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