Son contadas las ocasiones que la vida nos presenta,
en las que un acontecimiento puede conmovernos vivamente. Esta es, sin duda, una de ellas. Más aún, me atrevo
a asegurar sin temor a equivocarme, que cada uno de nosotros, al traspasar este 17 de diciembre de 2019 el límite de
los 60 años como oficiales de la Policía, CURSO XX. llevaremos para siempre en nuestro interior a la Escuela
General Santander y a la Policía Nacional que nos fortaleció y nos ha protegido a todo momento para nuestro
bien y el de nuestras familias.
Oración Señor...Hemos cumplido 60 años de haber egresado como Subtenientes
a las filas de la Policía Nacional, tiempo durante el cual los compañeros del Curso XX, hemos logrado una excelente
integración y amistad, logrando compartir la vida, el trabajo, el dolor y la alegría. Señor... Dios del tiempo y de la eternidad, tuyo es el hoy y el mañana,
el pasado y el futuro; queremos darte gracias por todo aquello que a cada momento hemos recibido de ti, Gracias por la vida
y el amor, por la alegría, por lo que fue posible y por lo que no pudo ser. Te ofrecemos cuanto hemos hecho durante
esos años, el trabajo que hemos realizado, las cosas que pasaron por nuestras manos y lo que con ellas pudimos construir. Pero también, hoy Señor, queremos pedirte perdón por
el tiempo perdido, por las palabras innecesrias o mal dichas, por lo mal hecho, por vivir algunas veces faltos de entusiasmo,
por las oraciones que fuimos olvidando y que ahora venimos a presentarte. Por nuestros olvidos, descuidos y silencios, nuevamente
te pedimos perdón. Te pedimos
para cada uno de nosotros y nuestras familias, la paz y la alegría, la fuerza y la prudencia, la claridad y la sabiduría;
queremos vivir cada día con optimismo y llevando a todas partes un corazón lleno de comprensión, bondad
y paz. Manuel Antonio González Henríquez.
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La magia de la amistad no tiene explicación
lógica, está dentro de nosotros y aunque hayan pasado los años, se aviva con un simple encuentro amistoso,
como si no hubiera transcurrido un solo día de ausencia. No sé si cura los males del cuerpo, pero si tengo
la certeza de que la amistad es un aliciente para el alma, pues al recordar el ayer cuando proyectabamos un futuro promisorio
para nuestras vidas, creímos que nunca nos llegaría la vejez. Error grande ese porque la muerte es un ciclo
de la vida y no queda más remedio que aceptarla, ante el otoño de la existencia, cuando aparecen las canas y
nos encontramos débiles y con muy poca habilidad hasta para efectuar las labores más sencillas. Sin embargo, no se trata solamente de mirar hacia atrás, sino de ver
que todavía podemos hacer mucho para ser felices, que debemos estar prestos a ejecutar. Debemos vivir el hoy y el
ahora recordando que la verdadera riqueza a nuestros años es la salud, no las cosas mundanas, ni materiales. Solo me queda darle gracias a la vida por haberme dado la fortuna de contar con amigos como ustedes
que durante varios años compartieron mis alegrías y tristezas lo cual ha sido para mí, la mejor terapia
proveedora de una sensación espiritual subli
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