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Miriam Alberganti

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Miriam Alberganti

Miriam Alberganti Argentina-Mi creencia Estoy convencida de que algún día podremos erradicar la pobreza. Pero lo que más duele es el abandono y desamparo social, emocional y hasta espiritual.

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Bienvenida a la Paz para nuestro tiempo y el tiempo de nuestros hijos y los hijos de sus hijos a través del cultivo de las Bellas Artes en los jardines de su mente y sus corazones .

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Miriam Alberganti Escritora Bs As Argentina
 
La escritura es un arte que descubrí  de grande llevándome a muchos mundos imaginarios, aquellos mismos que sondeaba de niña.
Mi especialidad, cuentos urbanos cortos y de época, los cuales llamo "Cuentos vintage", en mi cuarto libro donde vuelco el mundo de fantasías de una niña de los años `60 de un barrio de Bs.As. que se confronta  con una realidad social de la época. Humor, travesuras, complicidades, ternura, amor, picardìa y sobre todo inocencia y el pedido de la no violencia es lo que más rescata el lector
"Sarampión", "La altura de la puerta", "Broches de madera", "La piel de Judas", y "Mi media naranja" son algunos de los capítulos que ya conocieron la luz con el libro de propia autoría "HISTORIAS DE MAIRIM" Cuentos con miel y limón, en destacados encuentros de escritores y Ferias del libro, en varias provincias de Argentina. Y Latinoamérica.

Me gusta mucho estar en modo escritora

 

Es una forma en la que ves el mundo con intensidad, en la que no se te escapa ningún detalle. Estás al cuidado de todo lo que pasa, porque cualquier instante y momento puede ser muy especial, aunque sea cotidiano. La verdad es que el problema es pensar más rápido de lo que logro escribir: a veces ni dictándole a la computadora puedo seguir el paso, porque es tanto lo que quiero decir, tanto lo que veo y tanto lo que escribo que se avanza muy despacio.
Mucho más rápido que la mano y la pluma es la velocidad del pensamiento; pero la verdad es que me apasiona estar en «modo escritora»: esa intensidad con la que se ve el mundo es distinta, diferente; hacer que todo se vuelque a la página y que quede algo interesante claro es algo delicioso.
La verdad es que me gusta mucho vivir en modo escritora, aunque no es sencillo: no podés dejar de atender las cosas triviales y también hacer que algo intrascendente se vuelva glorioso. Y cuando la pantalla se encuentra llena de letras; lo vuelves a leer y regenerar  la emoción que se siente ,  sabes que estás haciendo algo bien.Sólo hay algo más intenso: saber que la gente ha leído lo que escribo y ha gustado; lo lee, lo comenta, te lo dice y lo recomienda ..Próximamente a desarrollar un proyecto a nivel internacional donde interactuaremos poetas y escritores del mundo con el don del servicio llegando con el arte, la cultura y la paz a lugares donde poder hacerlo crecer y así ser partícipes de una gran gestión de amor global.

 

Web destinations


 
Reseña Biográfica  "Historias de Mairim"
Cuentos escritos desde el corazón de una niña criada en la antigua Buenos Aires de los años ´60 para lectores jóvenes y adultos.
"ECO. Educación ambiental" Trabajo realizado en varios capítulos para la capacitación y formación a nivel escolar medio y superior sobre la toma de conciencia ecológica y ambiental
"Payasologos sociales. Por una paya sonrisa"Formación del servicio voluntario desde el rol de payaso. Técnicas y temáticas de interés para la labor comunitaria y social.
"Psicólogos sociales trabajando" (Participación)
Proyecto social ganador, seleccionado para exponer en tal libro de interés social y comunitario.
"EMBAJADORA DE PAZ"Otorgado por UPF
U niversal Peace Federation 
Origen Corea
A Global Network of Peacebuilders
*EMBAJADORA DE PAZ
Otorgado por Fundaciòn FAUCLA, Global Peace Game y PRENAPAZ: "Promoviendo los valores familiares y la Paz y la Ecológica " Repùblica Dominicana
Por Mil Milenios de Paz. Reconocidos por la UNESCO, entregado en la Legislatura Porteña de la Ciudad de Buenos Aires.

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*Premio Reina del Plata 2014 (Mejor Labor social) Hotel Claridge CABA
*Premio Proyección Nacional 2014(Mejor Labor social En el Consejo Deliberante de la Ciudad de La Plata BsAs
*Premio Raíces 2017.(Mejor comunicadora social Entregado en el Palacio Bernasconi BA
*Premio aniversario Rotary club Internacional 2018. (Mejor líder social) Flores CABA
*CORONACIÓN INTERNACIONAL 2018 Concejo Deliberantes de la Ciudad de La Plata
*PREMIO DESTINO MALVINAS 2018 Entregado por ex Combatientes.
*Premio aniversario Rotary club Internacional 2019. CABA
*Premio internacional AWARD THE BEST Gestora Cultural, Social y de Paz en Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires
Otras actividades que desarrollo:Psicóloga social, AT Acompañante terapéutica, Cuidadora del adulto mayor
Productora y conductora de radio Ecologista y defensora del medio ambiente Payasóloga social 

 

 

 

En honor a aquellos niños
A todos aquellos pequeños traviesos, a los contestadores, atrevidos, rebeldes y que no lograron adaptarse, a los nenes preguntones, a los curiosos, a los del medio, a los diferentes, a los burros y repetidores, a los desobedientes, a los distraídos, a los soñadores, a los indisciplinados, a los raros, a los mal educados, a los rechazados, a las ovejas negras, a los marginados por diferentes, a los preguntones, a los molestos, a los comparados, a los incomprendidos, a los sumisos, a los inquietos, a los revoltosos, a los bulliciosos, a los vivarachos, a los excluidos, a los q preferían jugar en vez de estudiar, a los marcados x el bullying, a los patitos feos, a los perdedores, a los últimos de la fila, a los tímidos, a los pícaros diablillos, a esas pequeñas personitas, a los que aún no se revelaron y a los que ya lo hicieron dedicadas mis letras a esas bellas almas, graficando aquellos viejos tiempos a través de los ojos de una niña, con toda la inocencia y dulzura que alguna vez llevé en mi infancia. Miriam Alberganti

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HISTORIAS DE MAIRIM
Cuentos con miel y limón
Un libro que atrae a un público adulto y juvenil.
-Derechos Reservados-

 

PREFACIO:
La estricta enseñanza de los colegios de los ´60 estaba marcada por la división de géneros. Niñas y niños debían estudiar por separado y las materias también eran diferentes; ellas recibían lecciones para ser excelentes amas de casa y ellos aspiraban a una carrera profesional. Existía un estilo de paternidad autoritaria que se caracterizaba por imponer la obediencia y el respeto. Muchas veces el afecto, la reciprocidad y el equilibrio en las relaciones padre-hijo no estaban presentes. No se daban cuenta que esto afectaba la autoestima de los niños de entonces, quienes cargarían con ello cuando fueran adultos.
Padres exigentes, poco tolerantes, de escasa comprensión, castigos físicos constantes y sanciones emocionales eran parte de las herramientas que usaban para formarnos. Ser adulto era ver al mundo de forma objetiva, saber que había que trabajar para sacar la familia adelante y sacrificar los juegos y risas por un futuro mejor.
Los niños solo entienden el tiempo presente, sin los agobios del pasado o las expectativas del futuro, viven hoy y les emociona cada instante. La idea de ser adulto y postergar la felicidad hasta llegar la jubilación les parece confuso.
Los chicos son sabios disfrazados de niños; escucharlos emociona y conmueve, hace pensar que posiblemente ser adulto no signifique dejar de ser niño. Quizá sea algo tan sencillo como 2+2 es 4, quizá se trate de sumar y no de restar. Sumar a nuestra vida al niño que llevamos dentro, escucharlo, entenderlo, hacer las paces y sacarlo a pasear.
Nosotros, los niños, y cuánto más los «inadaptados», entendíamos rápidamente que si no éramos sumisos tendríamos que pasar por aquella serie de castigos, que hoy, visto a la distancia, no son más que torturas en nombre del amor y las buenas costumbres.
El amor, como se entendía en aquellos años, no tenía nada que ver con el concepto que encierra. Sabemos que los adultos nos amaban, solo que no entendíamos cómo funcionaba. Y a decir verdad, creo que los grandes tampoco. Daban la vida por nosotros, pero para ellos «las reglas eran las reglas».


 

MI AMIGO JONNY

            Yo, tan tímida todo el tiempo... ¡Y pensar que por dentro tenía un gran mundo de pensamientos y fantasías que pensaba podían ser realidad! Con solo hojear un libro podía sumergirme en un mundo donde la imaginación estaba de parabienes. ¿Serían todos los niños como yo? ¿Por qué no hablamos de eso?

            Muchas veces sentí que me adiestraban para comportarme como adulta y pensar como tal... ¡Qué aburrido me resultaba mantener la compostura y cuánto trabajo me daba portarme bien! Pensaba permanentemente en idear aventuras que, plasmadas, se transformaban en travesuras. ¡Y claro! Después que ocurrían, ¿cómo le explicaba a mamá que solo quería jugar?

            Gran parte de mi infancia cargué un sentimiento de soledad, no podía entender lo fácil que le resultaba a otros nenes portarse bien. Me resistía a renunciar a mis deseos de ser una superheroína, con superpoderes, ¡de esos que hacen realidad todos los sueños!

            Tanto lo deseé, tanto recé, y tanto intenté portarme bien para que el Dios de los Superhéroes me concediera ese poder... ¡Hasta que lo conocí a él! Tenía los ojos tan brillantes y negros como el café que papá tomaba todas las mañanas antes de ir a trabajar.

            Apenas lo vi supe que seríamos amigos; la química fue inmediata, hasta parecía que entendíamos lo que el otro pensaba... Nunca supe cómo lo hacía, ¿sería como un adivino de esos de los cuentos que mi hermana mayor me contaba antes de dormir? ¿O se trataba de alguien que de verdad tenía ciertos poderes?

            Cuando algo se me ocurría corríamos a hacerlo sin titubear, a sabiendas del reto que nos daría mamá. No importaba, era tan placentero saber que había alguien con las mismas ganas de adentrarnos en aventuras... Aunque veníamos de diferentes familias, yo con muchos hermanos, él era hijo único, de hecho, creo que no tenía papás.

Se llamaba Johnny. Le pusieron ese nombre  por  al cantante de rock de aquellos años, el gran Johnny Tedesco. Sabíamos entendernos, era el compañero por el cual tanto recé. Sería una amistad para toda la vida.

            Compartíamos el gusto por los caramelos Sugus y los alfajores Jorgito. ¡Qué ricos eran! Nos encantaba comerlos a escondidas de mi hermanito que nos seguía siempre y a todos lados. ¡Sentía un gran remordimiento al decirle que él era muy chiquito para comer golosinas, que hacían mal a la panza! Pero no podía resistirme al encanto de esos ojitos azules que no hacían más que mirarme casi suplicándome para que le compartiera mi botín.

            Mi amigo me observaba como buscando mi aprobación para dejarlo entrar a nuestro escondite, que por lo general era debajo de la gran mesa del comedor. Era un lugar de la casa que estaba destinado solo para visitas, lo que muy rara vez ocurría.

            ¡Siempre estábamos juntos! En los recreos de la escuela era cuando más lo extrañaba, me costaba mucho relacionarme con otros chicos. Sin embargo, con él era distinto... Me sentía tan segura a su lado, era como otra parte de mí, entendía perfectamente mis estados, solía quedarse en silencio a mi lado sin hacer ni un ruidito cuando yo no tenía ganas de hablar. Estaba segura de que si hubiera tenido que defenderme de esos monstruos de la infancia, lo habría hecho sin titubear.

            Una tarde, cuando en el apuro por subir al tobogán del patio de la escuela, para llegar hasta arriba y como un pirata, ver el más allá para luego dejarme deslizar hasta la arena, tropecé con otra nena que estaba en mi misma aventura. Caímos las dos de cabeza, desde lo más alto; ese golpe dolió mucho, pero más dolieron mis dientes flojos. Entre sangre y lágrimas solo deseé que pasara pronto la hora para volver a casa.   Después de despedir a la bandera salimos todos los niños en fila hacia la calle. Mi casa quedaba a unas cuadras, yo solo quería llegar a mi refugio a la espera de que mi amigo apareciera. Y para mi sorpresa, lo vi parado allí, en la puerta de la escuela, deseándome verme, como si supiera lo ocurrido. Con mi orgullo herido y mi labio roto nos volvimos juntos, con el guardapolvo sucio, las medias caídas y hasta medio despeinada, arrastrando mi pequeña valija de cuero, llevando mi cuaderno de clase y unos cuantos lápices sin punta. Él me había mirado solo una vez, casi como si me sacara una radiografía, y lo entendió rápidamente, el jugar era nuestra conexión. Después de caminar la primera cuadra se echó a correr de tal modo que no me quedó más que seguirlo. El viento en la cara secó mis lágrimas y acarició mis heridas, ¡Ya no dolía! 

            Aprendí de muy chiquita, con mi amigo Johnny, el valor del amor incondicional, ese que aparece de repente sin que lo esperes, cuando más destrozado estás, para caminar lento a tu lado en silencio o invitarte a correr dejando atrás cualquier dolor. Nunca vi un superhéroe de verdad, pero sí pude disfrutar de la magia que se genera entre dos que se eligen.

            En memoria de Johnny Heredia-Alberganti.....un perrito sin cola y con ojitos color café.

EL DIA QUE PARTÍ

 

¡Si supieras cuánto extraño sentirme abrazada y lo bien que me hacías sentir cuando en tu corazón estaba! Mirá que hemos vivido cosas juntos, ¿eh?
Recuerdo tardes de rodillas peladas o veranos de carnavales donde casi volaban aquellos pesados baldes de agua, noches juntos mirando la luna, o simplemente siendo testigo de mis penitencias en los rincones, tardes de colchoneros separando lana, interminables tendales de ropa, pollos que del gallinero escapaban, la vieja máquina de coser que viste funcionar hasta que llegó a vieja, jaulones de jilgueros que siempre mantenían al día los sonidos de la casa con su permanente trinar. Vos siempre estuviste allí como silencioso gigante custodio de todo lo que ocurriera. Veías que desde muy pequeña tenía curiosidad por el crecer de las plantas en viejas macetas españolas que escondían aventuras de babosas, hormigas y caracoles. Siempre estabas allí, en silencio pero con marcada presencia. Nunca te tuve miedo, siempre quería estar en vos. Aún no sé por qué me hacías sentir tan segura. ¡Eras mi lugar en el mundo!
Fuiste testigo de mi inocencia pura de la niñez, si me habrás visto llorar... Conocías todos mis escondites, mis compañeras de juego imaginarias, las charlas con mi amiga íntima que era representada por un viejo gomero. Mirabas mis lágrimas caer cuando escuché a mis padres decir que lo cortarían porque sus raíces habían levantado los pisos de la casa. Él simplemente quería crecer al igual que yo, ¡no lo entendieron!
Estuviste en cada cena de Navidad. Lo recuerdo muy bien. Me hacías creer que Papá Noel se asomaría detrás de vos. Y yo te creía, ¡como siempre!
 
No sé cómo lo hacías, pero de alguna manera me buscabas para que saliera a ver cómo alguna fortuita visita intentaba recostarse en la hamaca paraguaya, cayéndose al piso en el primer intento de la manera más graciosa, y yo ahí, haciendo fuerza para que no saliera la carcajada de mis entrañas y ayudando muy seriecita a levantar a la imprevisible victima que había estado a punto de romperse la crisma.
Nos reíamos juntos cuando, escondida de los grandes, cantaba y bailaba sola en la antigua galería ensayando para cuando fuera grande, estaba convencida de que no me detendría hasta ser una talentosa actriz de esas que solo se ven en Hollywood. 

 

Me ayudaste a memorizar cada poesía de Borges, cada cuento de Cortázar, poemas del Martín Fierro y hasta las aventuras de Don Quijote, previos a algún examen del colegio. Me veías salir insegura y con los nervios de punta y regresar en paz y relajada cuando terminaba de rendir. ¡Cómo olvidarlo!
Solo vos sabés cuántos libros se me cayeron de la cabeza intentando caminar derecha como una modelo de esas que veía en la tele de la casa de doña Antonia.
Hiciste que apareciera la luna llena aquella noche del primer beso, hasta sentí que habías hecho bajar a todos los cupidos que encontraste en tu andar... Por un momento incluso me sentí levitar... ¡Cuánto te amé!
Llegado el día que partí en busca de mi destino, le diste una última mirada a mi principesco vestido de novia; me encontraba tan radiante y feliz que no reparé en tus lágrimas. Vos sabías que ya nada sería igual, ya no nos reiríamos juntos: esa nena ya no estaría para vos.
Solo cuando la vida me llevó muy lejos descubrí cuánto amaba estar dentro de vos, quería volver, pero olvidé el camino. Sé que ya no estás, pero nunca dejaré de agradecerte.
Los años pasaron, las cosas cambiaron, pero nunca olvidaré aquel viejo patio que me vio crecer.