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 REDENTOR, LUZ DEL ALMA!
 
 
 
 Eres luz que revela una
                     estrella
 en la oscuridad de la noche.
 Bajo el candil de tu alma,
 eres pregunta y respuesta.
 Eres como
                     la espiga,
 frágil llama de oro
 bajo el destello azul del cielo.
 Tu palabra apacible
 crea la flor
                     perfecta;
 su perfume evoca
 el portal de belén.
 Cuando me acerco a tu fulgor,
 mi alma renace a
                     la vida;
 tu pensamiento crea el ensueño,
 ilusión del minuto de eternidad.
 Atónita, me
                     asomo al misterio,
 en segundos de belleza
 escucho tu voz;
 forma del alma excelsa
 que, vigila el gandul
                     que abate
 el esperado regreso.
 Gloria Elena Gutiérrez Ortiz
 -Guti-©Copyright¿
 
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 TIEMPO
                     DEL REGRESO
 
 Ya llega el que he esperado tanto;
 pasó el verano ardiente,
 deslucieron las hojas
                     del acanto,
 el viento no allega noticias del ausente.
 Trastornada por la vida, con piadoso manto
 me he de abrigar;
                     si llega, convaleciente
 disiparé las sombras de avieso desencanto;
 tendrá mi amor eterno, él
                     enjugará mi frente.
 Con su dulzura, el SALVADOR mío,
 confortará mi alma, mi fragilidad sostenga,
 será mi fuerza en este mundo sombrío.
 ¡La vida es muy corta, la espera es larga!
 ¡El
                     que invoqué en momentos de soledad y hastío,
 ya es tiempo que regrese, aún lo ansío!...
 Gloria Elena Gutiérrez Ortiz
 -Guti-©Copyright24marzo2024Gego-Guti
 Medellín Colombia
 | RESURRECCIÓN 
 Volveré, lo prometo, a reiterar insomnios y vigilias, desde el ángulo del sueño, ensimismando las noches con oscuros ramalazos de recuerdos En secreto renaceré, sí, para recomponer tristezas y alegrías. Sumaré equinoccios olvidados floreciendo soles en los días para reencontrarte así, prisionero en tu abandono, junto a mi orilla de silencios Circundada de eternidad, volveré, lo prometo, a encadenar las horas, más allá del espanto
                     fugaz de
                     cada muerte programada, con
                     la fidelidad del surco y de la espiga: ¡profuso devenir de milagros! 
 Liana Friedrich |