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ADRIAN N. ESCUDERO (1951) -; Argentina: Villa de Merlo (San Luis) - Santa Fe (Capital): 24/29-03-06--Del libro inédito "MUNDOS
PARALELOS y otros cuentos para un semáforo -- Colección de Realismo Mágico. En desarrollo. Con algunos relatos registrados
en la DNDA --Expte. Nº 290681 --; F. Nº 71429 --; 17/11/03. Santa Fe (Argentina), La Botica del Autor, 2003/2006.
ADIÓS AL AMIGO Al Poeta sanluiseño de
las Cosas Simples, Antonio Esteban Agüero, desde su ciudad (Merlo-San Luis) a mi ciudad (Santa Fe-La Capital). Suerte no haber viajado. Estar
en ella y con su familia, y sobre todo en ese día. En aquel último día... Hablaba, en principio, de su ciudad: lagunera y bordada por la silueta serpenteante de
los mosaicos defensores del paso lento pero arrollador del Paraná, el tigre de los ríos... Hablaba entonces
de Santa Fe. La de Argentina, claro está. Alfajores y humedad, mosquitos y dulce de leche. Y una blanca telaraña
de heladerías y rubios puestos cerveceros. Calurosa y desnuda. Hasta ese día al menos... Después, caminar. Vagar soltando de a poco la mochila de un crónico stress
laboral... Ahora,
una señal en cruz: Pedro Díaz Colodrero y Avenida 7 Jefes. El faro oblongo y chispeante. Unos juegos para niños.
La fuente estallando brillos frente al negro telón de un cielo difuminado de estrellas y de sueños. Dos muchachas
en bicicleta. Por detrás, un par de niñas riendo a los brincos... Todo en un radio de cincuenta metros. No más. Él, vértice de la magia de aquella noche especial. La doble vía. El cantero central boulevareño. El marco costanero elongado.
Los fuegos del cordón esteño, serenos y amarillos, reflectando como columnas de oro su candor hundido en la
Setúbal. El nuevo puente carretero; sus guirnaldas dibujando una pirámide egipcia en el aire cálido del
anochecer citadino. Las burbujas de vida y luz asomando al extraño la simple y aguerrida arquitectura de Barrio El
Pozo... El cartel, cerca suyo: "TREVI, helados
artesanales". Chocolate con avellanas, pide. Delicioso. El último helado del verano. La silla metálica
pero acogedora. Sus piernas estiradas como tocando con la punta de los pies cada objeto nombrado. Unos minutos antes, hora
y media de caminata ahora suspendida. Boulevard Pellegrini, Boulevar Gálvez, Canal 13 (perdón, Telefé).
La egregia estatua del Brigadier; del Brigadier General Don López Estanislao, claro está: y su herrumbre de
caballo noble e hidalgo caballero. Todo un prócer jubilado por los rastros añosos de su pose ecuestre. Carcomido
por el tiempo y el olvido ciudadano. Pero todo pasa... Atrás. Porque ahora eso: las nenas que se hamacan. Péndulo de
picardías. La quietud del ambiente y de
la atmósfera. Unos pocos vehículos y alguno que otro caminante como él, parpadeando el gesto vivo de
los vivos. La quietud. Contemplar la maravilla de aquel hermoso día en su definitivo crepúsculo estival... Por
casualidad, solo. Como para no enturbiar a nadie con esa melancolía agridulce que le ahoga el pecho aquietado, con
el que ya no podrá respirar –a partir de mañana- el viento cálido de la estación de
la vida.... Casi una lágrima. Casi. "TREVI, helados artesanales". Chocolate con avellanas. Delicioso. Casi
terminándolo... ... Casi. Fue quizás
en esa brisa o en ese viento de postrer soplido. Sus ojos abiertos a los indicios de su furtiva retirada a empujones del otoño.
Sus oídos atentos a... Shhh, ¿Qué? Shhh. ¡Dime! ¡Escucho! Shhh...: volveré. ¿Cómo?
Shhh: son los nueve meses que necesito. ¿Quién...? Shhh. ¿Para qué? Shhh: para nacer de nuevo...
Como ustedes; cada nueve meses... ¡Ahhh! ¿No serás...? Shhh: lo soy. Digo tu nombre, amigo mío.Shhh:
no lo digas. Él no debe escucharlo. ¿Por qué? ¿Cómo? Shhh: él cree cada vez que
me lleva que será para siempre. Que jamás volveré... ¿Te refieres al Otoñ...? Shhh: no
lo pronuncies. Lo advertiría, y haría lo imposible para demorar el parto... Entonces, callaré. Shhh:
gracias. Entonces, ¿hasta pronto? Shhh: sí, hasta pronto... Luego, retomará la marcha. Caminará. De vuelta al hogar. Con su familia y en su ciudad. Ya no
cálida. Siempre húmeda. Delante
suyo, un grupo de muchachos y chicas adolescentes, todavía no se han dado cuenta que llevan, pegado a sus cuerpos viriles
y seductores, los restos del Verano... Dice ahora
adiós al amigo. Y reza. Reza por el sempiterno nacimiento de su estación favorita. Con una lágrima, casi.
O el sudor que se desploma de su frente envejecida un año más, aunque siga parpadeando el gesto vivo de los
vivos... |
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