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 PRÓLOG0  Estas palabras introductorias, tienen por objeto homenajear a los cuatro puntos cardinales o bastiones motivacionales que
                     influyeron y me ayudaron indubitablemente a descubrir y principiar mi vocación innegociable por la literatura, y dentro
                     de su complejo corpus, hacia la narrativa en general y el cuento en especial.    En tal sentido -y dejando para el lector cuáles de ellos pudo haber sido mi
                     norte, mi sur, mi este y mi oeste-, recordar en primer lugar a mis padres: don José Manuel Agustín y doña
                     Zulema Angélica González -en particular, ella, mi madre lectora y docente de entre casa- quien junto a mi memorable
                     maestra de grado A. Rapella de la Escuela Primaria Nº 471 "Juan Arzeno", mis profesores de idioma de la Escuela
                     de Comercio "Domingo Guzmán Silva" y, ya ingresado a la Universidad (1969-1975), mi joven esposa María
                     Teresa Susana Helguero, supieron alentar, con carácter profético, mis deseos lectores y esbozos de principiante
                     escribidor de poemas amatorios y narraciones quizá algo insensatas... Un deseo oculto entre otras apetencias más
                     científicas y tecnológicas, las que, parcialmente satisfechas, nunca pudieron apagar la chispa vocacional que
                     encendieran nuestros padres y alentaran nuestra esposa e hijos y nietos, conjurados todos  bajo  los  fervorosos  efluvios
                      de  la  sangre  del  Verbo  o  Maná  de  la Palabra -como elixir de vida para la Vida-, o alimento imperecedero para
                     el descubrimiento de la trascendente misión  que  encierra, bajo el celaje del talento, la  agridulce  peripecia de
                     la condición humana...     En segundo
                     lugar, y sobre aquellos sólidos cimientos familiares y docentes, honrar a la persona y obra de quien sostengo como
                     a mi primer y por siempre admirado Maestro Literario por excelencia. Me refiero al genial escritor estadounidense Ray Douglas
                     R. Bradbury (1920-2012) . De manos de don Gregorio Paredes, jefe contable de mi primer trabajo como perito mercantil, y asiduo
                     lector de historias fantásticas, vino a mi alma ésa como otra alma gemela que, sin darme cuenta estaba buscando
                     en el campo de las letras, y escondida bajo el título de un magistral libro de cuentos: "Crónicas Marcianas"...
                     Sí, como lo sostendría en un reportaje anexo a Los Últimos Días (Y Otros Cuentos),  "fue
                     exactamente después de leer "Crónicas  Marcianas", de Ray Douglas Bradbury,  a mediados  de 1974, y de haber intentado en completa soledad, infructuosamente
                     y a mis 18 años, narrar hasta una novela futurista ("Hacia el año 3.550") (...), que descubrí:
                     primero, al cuento y al relato como las formas literarias que podían llenar sustancialmente a mis expectativas literarias;
                     y luego, concomitantemente a dichos géneros narrativos, a ese espacio inconmensurable que constituyen las "nostalgias
                     del futuro" o, más bien, la  la "ficción conjetural" (...). Esto es, elucubraciones argumentales
                     cuyo estilo y trama iban "más allá de lo real",  aunque fundadas siempre en históricos, actuales
                     o futuros -posibles- soportes científicos, psicosociales y/o espirituales, y que podían vencer las barreras
                     del espacio tiempo planetario bajo los alcances epistemológicos de las cosmogonías ensayadas en modo de ucronías,
                     distopías o utopías humanas... En ese orden invito al lector, a profundizar dichos conceptos en el anexo respectivo
                     ("De la Ciencia Ficción a la Ficción Conjetural") de este libro, y en el cual tratamos de desentrañar
                     la raíz de dichas expresiones que se vinculan, directa o indirectamente, con el universo de lo fantástico con
                     base en lo natural o, incluso, en lo mágico o sobrenatural.  |  
         
         	    
         
         	    
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 ... En fin, puntos cardinales que, a partir de aquél
                     (éste), mi primer libro apadrinarían la irrenunciable tarea de trabajador de la palabra, y que, en la generosa
                     progresiva valoración recogida de colegas, familiares y amigos en las letras, comenzaría a acostumbrarnos, no
                     sin vergonzoso recato, a ser llamado nombrado con el carácter de "escritor".  Don gratuito para el Mana de
                     la Palabra que, desde lo Alto, echaba raíces en nuestra alma impávida frente a la inmensa majestad y magnetismo
                     de lo Creado y su Misterio insondable, sublime y cautivador. Un Misterio que convidaba, con sus genialidades canalizadas hacia
                     la imaginación creadora, a volvernos como a hijos de Su luz... Como a hijos de la Luz. Hijos del sueño del Supremo
                     Todopoderoso (Uno y Trino), mientras aprendíamos -primero como niños y jóvenes, y luego como adultos
                     en la piel más siempre con el corazón de niños y de jóvenes- a solazarnos junto a la infinitud
                     de sus mundos y galaxias consteladas, preñadas de estrellas y de astros ignotos y lejanos; muy lejanos... Mundos y
                     galaxias llenas de vida por develar o prefigurar en sus enigmas existenciales y espirituales... |  
         
         	    
            
               | Porque nunca será suficiente
                     agradecer, agradecer y agradecer... Con
                     gratitud eterna:   A
                     mi padre, abuelo del cielo. A
                     mi madre, ángel de la tierra. A mi esposa, tierna compañera. A mis hijos, herencia esperanzada. A mis nietos, dueños del mañana. A mis hermanos,  unidad en  diversidad. A mis familiares, siembra de bondades. A mis amigos y colegas, animoso consuelo.     En particular, a Rocío, filial
                     y dulce lectora y poeta en flor de primavera.  Y al barrio del nacer y a los otros del crecer, frontera y atalaya de esos sueños. Y al mundo y a las estrellas, donde deseo
                     hacerlos realidad. Ahora,
                     a los sesenta y siete años, y desde Santa Fe, mi País.   Bajo el mandato de Mateo Booz y la perseverante tutela -desde lo Bajo
                     y lo Alto- de Jorge Alberto Hernández, Arturo Lomello, Edgardo A. Pesante, Miguel A. Zanelli, Osvaldo R. Valli, César
                     Actis Brú y José Luis Pagés. Y del incansable acompañar de todos los amigos que conformaron y/
                      o integran actualmente, entre otras, la Asociación Santafesina de Escritores (ASDE), la Sociedad Argentina de Escritores
                     (SADE-Filial Santa Fe) y el Instituto Argentino de Cultura Hispánica (IACH-Santa Fe)...   Y muy especialmente al Poeta de la Paz
                     y escritor emérito colombiano Joseph Berolo Ramos, Presidente de Naciones Unidas de las Letras-Semillas de Juventud Siglo XXI (UNILETRAS-SJ Siglo
                     XXI - Chía/Bogotá, Colombia) y Editor Responsable de la Editorial AVE VIAJERA S.A.S., amigo en las letras, maestro
                     y hermano en la Fe y Humanidad, sin cuya incalculable generosidad este libro electrónico no se hubiera dado a luz.   Y a ustedes, amables lectores que, con
                     su apoyo innegociable, reinventan el aquelarre ardiente de la imaginación libertaria, traviesa y creadora...   
 
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