INSOMNIO: El Invasor
Durante los años
luminosos nunca pretendió
siquiera asomarse. Primando
el sol jamás me visitó. Pero agotado el tiempo primaveral, un día frío, que era de noche -más bien de madrugada-, llegó El Invasor. Se
presentó y dijo:
"Soy ruido
que aprisiona los sentidos / Un torvo criminal agazapado / Día hasta que la muerte nos separe / Visitación perenne
de tristeza / Luciérnaga encendida en la retina / Amargo territorio cafeína / Luz abierta a las dos de la mañana
/ Aurora del inútil semillero / Pesadilla danzando en la vigilia / Enmudecida lámpara expectante / Parásito
gigante del desvelo / Antítesis grotesca del reposo / Ronquidos de Morfeo en abandono / Insistente pestaña irreductible
/ Silente testimonio de lechuza / Prisión perpetua y tormentosa llaga / Grillete atado al fármaco fallido /
Triunfo del demonio endemoniado" Desde aquel día, en aquella madrugada del invierno, El Invasor se instaló en mis noches para siempre. Y cuando se vive -o se sobrevive- la vejez, nada consuela saber que nada es para siempre.
Continúa ; José Antonio Durand Alcántara
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