LA MUJER ABORIGEN DE ABYA YALA (AMÉRICA) La historia ha recogido en sus páginas
el nombre de muchos hombres aborígenes, no así el de las mujeres, abnegadas madres y compañeras que
cumplían numerosos roles y trabajaban incansablemente, en duras y arduas tareas, en ese reparto desigual que ellas
acataban en silencio, porque así estaba establecido por las sagradas leyes no escritas de aquellos pueblos. Hubo excepciones,
que luego puntualizaremos. Sabemos del avasallamiento sufrido por las culturas originarias y el exterminio
de naciones enteras, por parte de los invasores europeos, pero a pesar de ello la mujer acompañó al hombre apoyándolo
en la resistencia y en la recuperación y reconstrucción de las tribus y comunidades, de su lengua, religión,
mitología, filosofía, arte, música, ciencias, sus costumbres y la especial cosmovisión que une
a todos los aborígenes que habitan Abya Yala, nuestro inmenso y bello continente, con su diversidad étnica y
cultural, la que empieza a ser reconocida por los estados que surgieron posteriormente y continuaron durante siglos, con el
avasallamiento y persecución sin tregua, de estos pueblos originarios que hunden sus raíces primigenias en el
fondo de los tiempos. Las mujeres aborígenes, son portadoras de esa cultura ancestral, la trasmitida
oralmente por sus madres y sus abuelas, y la que ellas trasmiten a sus hijos, que ha sufrido cambios a través del tiempo
pero que es respetada por las actuales generaciones que toman de ella lo que consideran sagrado y útil para sus vidas,
y se relacionan con otras culturas, sin perder su identidad ni su espiritualidad. Esas mujeres necesitan
ser visibilizadas, reconocidas y valorizadas por su ascendencia biológica y cultural perteneciente a comunidades anteriores
a la invasión europea, con miles de años de formación de una cultura y cosmovisión valiosas, antepuestas
a la de los invasores foráneos, que acuñaron desde entonces la premisa de que el más pequeño de
los continentes era y es superior al nuestro. Este despropósito ha sido trasmitido de generación en generación
por la escuela y la iglesia y es una creencia generalizada en nuestra sociedad, porque los gobiernos no han obrado para sacarnos
del error a través de reformas curriculares, en el sistema educativo, para enseñar desde la niñez cuál
es nuestra verdadera identidad: nuestra primera matriz cultural fue una madre indígena y un español, que originaron
el mestizaje en estas tierras, lo que confirma nuestra raigambre aborigen, como lo consignáramos anteriormente. Insistimos
en que los pueblos originarios están en este suelo, en un devenir cultural de más de cuarenta mil años,
en contraposición a los descendientes de europeos, de solo cinco siglos de existencia. Indaguemos en ese rico
pasado, conozcamos y valoremos nuestras raíces pues no se puede amar lo que no se conoce.Teresita Morán Valcheff
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