A mi hija
Pequeña grande...
Cuando
has vivido tanto.
Cuando has construido
casitas y castillos;
desde esa
presencia minúscula e inocente;
emergiendo
entre chupetes y biberones....
Creciendo
con ausencias, apatías
y tanto para esperar.
Desde
lo tan ínfimo.
Las
luchas a uñas y dientes por ser alguien.
Por
crecer, ansiando el milagro de la vida.
Por
traspasar lo negado;
lo que siempre
añoraste y no se te dio.
Pequeña
mía....
Sigue con tus sueños
de niña;
que no vale la pena madurar
tanto.
En un mundo hostil de esperanzas;
sin contemplaciones, ni caridad alguna.
Creciste entre piedras;
cuidándote entre abrigos y algodones;
para preservar tu inocencia....
Mi niña.... No crezcas nunca.
Sueña entre tus historias de mundos azules.
De princesas que conocerán un día,
la benevolencia tardía;
de un mundo inexistente, aún...
Pero con un amanecer que será tuyo.
Solamente por verte y por abrazarte....
Será todo.
No
regreses nunca a este camino de piedras y heridas....
NO vale la pena.